domingo, 8 de enero de 2017

Tomás Charles

Foto de En Una Baldosa

¿Qué es el éxito? ¿Cómo se define a algo tan subjetivo, tan sujeto a las pretensiones individuales de cada uno? ¿Por qué aún se mastica como exitoso a lo que arriba a las superficies de influencia preponderante, leáse a nivel mediático, farándula, e incluso deportivo? ¿Es éxito anotar un gol en la final de un Mundial de Clubes? Claro que sí, pero también llegar a casa después del boliche y encontrarte tres porciones de pizza listas para acariciar las cuerdas del bajón madruguero mientras asoma el sol en el horizonte.

En el fútbol, entonces, el éxito es una porción de plastilina moldeable en torno a las pretensiones de cada uno. Claro que esas pretensiones van mutando respecto a cómo evoluciona nuestra fortuna en la tan hija de puta impredecible realidad.

En este tráfico de reflexiones aparece la historia de Tomás Charles, un defensor nacido el 12 de Junio de 1985 en Villa Domínico que, en los amaneceres del 2004, apareció en el primer plantel de Independiente tras transitar las divisiones inferiores del club. Sus 184 centímetros delataban un porte de defensor que podía también deslizarse hacia el lateral izquierdo. En esta última posición se desempeñaría en su debut en la máxima categoría jugando desde el inicio en la victoria 2 a 1 que El Rojo obtuvo en la Doble Visera ante Nueva Chicago, en un match perteneciente a la última fecha del Clausura. En aquella ocasión compartió bloque defensivo con Raúl Damiani, David Abraham y Hernán Franco.

Ese 04’ significó para Charles una serie de oportunidades intermitentes en el campo de juego, sin posibilidades de sobresalir dentro de un equipo que jugaba a poco y acumulaba formaciones irregulares e ineficaces. Tras un 2005 sin sumar minutos, la inactividad llegó a su fin cuando Julio César Falcioni lo convocó para disputar los últimos partidos del Clausura 2006, significativos de los últimos cotejos de JCF como técnico de Independiente: Tres derrotas consecutivas, 2 a 0 ante Boca, 2 a 1 ante Banfield y 2 a 0 ante Rosario Central fueron testigos de un Charles intentando, en vano, encarrilar desde la defensa a un Independiente en estado de knock-out.

Tras 15 partidos repartidos entre el 2004 y el 2006, nuestro homenajeado dejó Independiente para buscar mejor suerte en el exterior. Lejos, muy lejos, de su Dominico natal hallaría su nuevo destino: El Nyíregyháza Spartacus FC de Hungría se hacía con sus servicios, símbolo de su punto final en cuanto a su etapa en la escuadra roja.

Charles transitaría, posteriormente, por el ascenso argentino, también por el fútbol uruguayo y mexicano, para recalar luego en tierra chilena y ponerse la casaca de Deportes Iquique. Este año cumplirá 31 años.

Y es acá cuando nos preguntamos qué significa Tomás Charles para la existencia. “Jugador olvidado” dirá alguna voz anónima desde el fondo de la sala, como una especie de epitafio condenatorio. Y sin embargo, jugó con la camiseta del equipo que amamos, de manera profesional, mientras nosotros estamos con un ventilador marca Liliana, acaparados desde otro lado de la PC, aceptando que es un sueño imposible de cumplir el de ponerse la casaca de Independiente y salir a jugar un partido oficial en el Libertadores.


Pero, vale decirlo, a muchos futbolistas le fue mejor que a Charles. Han triplicado, cuadriplicado o quintuplicado su proyección en el césped de juego. ¿Cumplió su sueño? Seguro. ¿Pudo haber llegado a más? También. ¿Es feliz? No lo sé, Tomás, si lees esto contanos (?). Es muy complicado etiquetar en adjetivos infantiles a algo tan cambiante y multicolor como una trayectoria de fútbol. La única garantía es que no hay garantías.  

(Anteriormente on-line en Siempre Independiente)

No hay comentarios:

Publicar un comentario