martes, 30 de mayo de 2017

Germán Pacheco



Hay un patrón interesante en la cultura mediática del fútbol. Salvo casos puntuales, cada vez que el periodismo bautiza a algún buen samaritano como el Nuevo Messi, simplemente no se convierte en Messi. Crudo pero real, el contexto de aquella amarillista maniobra de los medios de abrochar las características de algún zurdo habilidoso que juega con la 10 a la vara altísima de los dotes de La Pulga, es una exigencia caníbal. Y nuestro homenajeado de hoy lo padeció vivió.

Corría el invierno del 2010 y tras la salida de Américo Gallego como entrenador, Daniel Garnero tallaba a medida su Independiente de cara a un semestre de doble competición: Torneo local y Copa Sudamericana. El ataque era un sector a reforzar para el DT y desde la península ibérica arribaría uno de los refuerzos: Germán Pacheco era su nombre. ¿Su procedencia? Nada más y nada menos que el Atlético Madrid, equipo testigo de sus pasos a sus jóvenes 19 años, escuadra que lo había fichado tiempo atrás cuando pateaba la redonda en las inferiores de Vélez Sarsfield.

Existe una conexión Independiente-Atlético fomentada en los tiempos que corren debido al clamor por Sergio Kun Agüero, que podría llegar a la hermandad visible en camisetas del equipo español adquiridas por seguidores rojos en pos de tener el apellido Agüero a sus espaldas. Pero todo esto puede convidar a la distorsión del arribo de Pacheco a Avellaneda. La realidad era que GP no había logrado trepar al nivel de Messi, ni igualar la obra del Sergio Kun en el Aleti. Había despuntado el vicio estando cedido en el Rayo Vallecano y alternando participaciones en el Atlético B, filial del primer equipo. Su arribo a Independiente implicaba la necesidad de continuidad.

Su afán de hacerse un lugar como titular se fue apagando a medida que perdía terreno con Facundo Parra, Andrés Silvera y Martín Gómez. Recién mojaría -por vez primera y única con El Diablo- en la Fecha 13 del Apertura, marcando la igualdad en el Nuevo Gasómetro ante el San Lorenzo de Ramón Díaz. Una sola alegría en once encuentros disputados, estadística de escasa satisfacción que apuró su salida del Libertadores de América. Mientras vitoreaba la última conquista continental de Independiente, formando parte del plantel de aquel equipo campeón, se disponía a sus adentros a decir adiós.

La historia decidió que, en este presente que tenemos frente a nuestras narices, El Rojo y Pacheco se vuelvan a encontrar. A casi una década de su paso por aquí, a sus 26 abriles viste la camiseta de Alianza Lima de Perú, rival en la Copa Sudamericana 2017, obligándonos a estar atentos al posible despliegue de este atacante, amén de presenciar la siempre pícara situación de sed de revancha de alguien que anhela remediar lo que, sabe, no se hizo demasiado bien.

domingo, 28 de mayo de 2017

Sebastián Penco




El fútbol es ese deporte tan lindo donde dos equipos se enfrentan buscando el mismo objetivo: ganar el juego. Y en un determinado contexto, ser campeón de la liga a la que pertenece. Triunfar en el juego significa meter más goles en el arco contrario que el otro adversario. Y desde ya que ha habido tantos marcados que más que ser recordados por su estética, han sido recordados por los festejos posteriores a la concreción. O bueno, tal vez ambas.
Sin ir más lejos, como ejemplo esclarecedor de esta introducción, cabe destacar a los famosos islandeses característicos por su algarabía: los integrantes del Starjnan FC simularon una pesca, donde los intérpretes eran ellos mismos. Todo un dato muy curioso que dio la vuelta al mundo. En fin, y para no abrumarlos con esta introducción, el paralelismo que trazo con Avellaneda es un festejo muy recordado, de un delantero al que dejó una buena imagen. ¿Adivinaron? Sí, es la famosa Motoneta, hecha por Sebastián Ariel Penco.

Penco, actualmente en Aldosivi de Mar del Plata, es un delantero con un gran currículum en el ascenso argentino: debutó en Deportivo Español en el año 2002 y luego jugó en equipos como Chicago, Almirante Brown y San Martín de San Juan. Me toca decir que el máximo equipo de renombre en el cual le tocó disputar en el ascenso fue Independiente, tras su fatídico declive al Nacional B en el año 2013.

Motoneta llegó al club luego de negociaciones con el Santo sanjuanino, quien era el dueño de su ficha. Independiente adquirió la mitad de su pase en un valor estimado de 1.200.000 de pesos con un contrato por dos temporadas. Su primer match fue a la par de la primera vez roja en la segunda división, en Avellaneda y frente a Brown de Adrogué. El resultado fue derrota por 2 a 1, punto de inicio del arduo camino que tuvo que atravesar el Rojo en la B Nacional.

Penco no tuvo las oportunidades necesarias durante la primer rueda, ya que alternaba titularidad y muchas suplencias, a tal punto de no jugar los minutos que él (y quizás los hinchas que conocían su buen currículum goleador) pretendía. Pudo haberse ido, ya que tenía ofertas para hacerlo, pero a pesar de todo, continuó para demostrar que él podía aportar sus virtudes.

El año 2014 tal vez fue el mejor para el delantero en Independiente, ya que logró convertir su primer ansiado tanto frente a Atlético Tucumán por la fecha 25, en donde el Diablo cayó derrotado por 3 a 1 como local. Volvería a marcar en la fecha 28 frente al puntero Banfield comandado por Matías Almeyda. Independiente, con todos sus pronósticos en contra, quizá fue el único que logró hacerle partido a ese gran equipo, en un encuentro que finalizó 3 a 3, con un gol de nuestro homenajeado. Aunque lo más triste de este momento fue que el ex San Martín de San Juan se retiró lesionado, y su diagnóstico fueron 3 semanas out de las canchas, justo cuando su relación con la gente empezaba a ser positiva.

Tras superar una lesión, reapareció en la fecha 33 frente a Almirante Brown, aunque poco pudo hacer en un encuentro que finalizó 1-1 en Avellaneda. Pero amén de esto, si nos aproximamos al Cuando análisis de este mal paso en la segunda división del fútbol argentino, y nos centramos en el homenajeado de hoy, creo que todos coincidimos en el apodo impuesto a él: “el de los goles importantes”. ¿Por qué? Basta solo con analizar que el aporte de SP fue incisivo en las últimas cinco fechas. Gol a Ferro sobre la hora para mantenerse en puestos de ascenso, gol a Douglas Haig en Pergamino, triunfo en una durísima cancha inclusive, y quizás uno de los más gritados en los independientistas durante aquella temporada: el segundo gol a Instituto en Alta Córdoba que dejaba a El Rojo dependiendo de sí mismo para lograr el ascenso frente a Patronato y así evitar todo tipo de especulaciones. Claramente esto último no sucedió y el tan ansiado ascenso se definió recién en el desempate en La Plata frente a Huracán, con victoria 2-1. Se terminaba el calvario. Al fin.

La estrella (?) de esta nota continuó en Independiente, siendo uno de los jugadores más queridos por el público. El torneo de Transición 2014 llegó con nuevos cambios: Omar De Felippe dejó la dirección técnica y fue reemplazado por un desconocido Jorge Almirón. La historia de Penco fue similar a sus comienzos en la B: con Almirón no logró la titularidad deseada. Aunque... a fuerza de goles, una vez más, demostraba que podía ser partícipe desde el arranque. En su andar en Primera con el Rojo metió cinco tantos, la misma cantidad que en la B, siendo el más significativo el gol en el clásico frente a Racing, con triunfo 2 por 1 incluido, y con el festejo de la Motoneta, también
.
Su ciclo sin embargo llegó a su fin a comienzos del 2015, donde Almirón no lo consideraría como miembro del plantel junto a otros dos importantes referentes: Federico Insúa y Daniel Montenegro. Esta decisión generó una mala relación con los hinchas, tanto que perduraría por los pocos resultados obtenidos en el torneo largo de 2015, teniendo el punto más bajo con derrota en el Clásico de Avellaneda en el Cilindro. Penco dejaba un saldo final de 34 partidos y 10 goles con la camiseta roja.

Penco marchó y fue hacia Once Caldas en Colombia, y desde el año pasado viste la camiseta de Aldosivi. Hace pocos días fue noticia por sus declaraciones en un medio partidario de Independiente Orgullo Rojo, donde fue consultado si volvería al club: “¿Cómo le podés decir que no a Independiente? Obvio, que me encantaría volver. Cuando vi en el fixture que jugábamos de local me lamenté, me hubiese encantado jugar en el Libertadores de América”. ¿Volverá La Moto a Avellaneda? El destino lo responderá. Por lo pronto, el grato recuerdo de los hinchas no se borrará.

jueves, 25 de mayo de 2017

Christian Gómez

El personaje de esta historia define a la perfección todo lo que la palabra curioso engloba. Con diversos matices de su vida llegó a convertirse en un ícono del ascenso, con una estatua suya moldeándose para que quede en el recuerdo vivo luego de su ¿cercano? retiro. A los 42 años continúa despuntando el vicio del fútbol, con vivencias divididas entre el asado y buen vino argento y la lógica del fastfood de Estados Unidos.

Corría el año 1997 cuando Independiente, bajo la conducción técnica de César Luis Menotti, se alistaba para para un nuevo comienzo de temporada. El Flaco, de ligazón con la entidad de Avellaneda, buscaba un típico enlace que sea el nexo entre los de arriba y los muchachos que ocupaban la zona medular, por lo que hurgó entre tanto talento escondido desparramado por muchísimas piernas del mundo de la redonda. Un diez clásico, que recobre la memoria de un elenco ganador, cuyos últimos títulos –Supercopa 1994/95, Recopa 1995 y Primera División 1994- descansaban en una retina sedienta por más acompañantes que obnubilen los ojos de los espectadores.

Entre todos esos nombres, un joven talento que la descocía en Nueva Chicago llamó la atención del ex estratega campeón del mundo con la selección. De gran técnica y pegada con la diestra, Christian Gómez apareció por primera vez en el radar del Rojo y llegó para quedarse, al menos, por un tiempo.

Bajo las órdenes del longilíneo entrenador, de tupida y larga cabellera, característico por poseer siempre un cigarro entre sus dedos, dio sus primeros toques con el balón en la “Doble Visera”, ocupando un lugar entre las plantillas durante dos años, pero con un final con un sinsabor que dejó ganas de revancha, por no poseer el cúmulo de minutos suficientes en su posición natural, tal como explicó en una entrevista que brindó para El Gráfico, al mismo tiempo que describió la metodología de su mentor: “Fue un entrenador que siempre me tuvo en cuenta, pero con quien no jugaba en mi puesto. Con él lo hice muchas veces de mediapunta y en ese lugar me costaba, no rendía. Es una persona con grandes conocimientos. Nos brindaba conceptos que excedían lo futbolístico, nos hablaba de la vida”, argumentó Gomito, cuyo énfasis cambió con la llegada de Enzo Trossero al banco, con quien sostiene todo pegó un giro de 360 grados dentro del campo, pero donde vio poco accionar, debido a que el futuro le tenía preparado un nuevo destino en su larga trayectoria. Argentinos Juniors –a préstamo y sin opción- aparecía en su radar entrados en el nuevo milenio, antes de una vuelta a su amor de toda la vida: Nueva Chicago.

Veinticuatro meses debieron pasar para que los dos componentes principales de nuestra historia pasaran a convertirse, nuevamente, en interjección. Villa Domínico amanecía con los gritos de Américo Gallego, bombero cuyo fin era apagar el fuego de magras campañas anteriores y hacer de los suyos un equipo competitivo para figurar entre los primeros planos. Entre sus soldados, Gómez, se alistaba para volver al ruedo, tomarse su tiempo para demostrar y sentenciar que estaba para la elite doméstica.

Todo salió a pedir de boca a partir de ese momento. El actor principal de esta crónica, era corriente moneda de cambio ante una posible salida de Daniel Montenegro o Federico Insúa y, con el Tolo, llegó a marcar más los tacos de sus botines en el césped, ganando terreno y otorgándose el lujo de marcar, por ejemplo, en la goleada ante Talleres de Córdoba, provincia esquiva si las hay, en donde el Rey no volvió a ganar hasta el corriente 2017.

Así define, él mismo, su papel en el aquel plantel modelo ’02: “Fui feliz en Independiente. En el equipo campeón del 2002 tuve la posibilidad de jugar varios partidos. Ahí pude galardonar en Primera”, al mismo tiempo en que no reparó en tirar flores para el padre de la criatura: “Gallego fue uno de los técnicos más claros que tuve. Era muy directo, simple”.
"Gomito" festeja la obtención del Apertura '02, junto a Franco, Milito y Pusineri.
El año 2003 entró en la vida de todos los argentinos y, Christian, se alistaba para las competencias pertinentes en aquel entonces. "Sé que cuando estoy bien físicamente puedo rendir mucho mejor. En estos momentos estamos haciendo un gran esfuerzo y estoy bien, esperando aprovechar las oportunidades”, soltó ante el sofocante verano marplatense como testigo, aunque con un porvenir distante del que él esperaba. El 2003 volvió a encontrar a los nuestros lejos del trono a nivel local y, como era de esperarse, la limpieza llegó. Un préstamo a Arsenal de Sarandí y una salida a mediados del 2004 junto a nombres como Damián Manso, Emanuel Rivas, Cristian Zurita o Maximiliano Ayala, entre otros, fue el fin de su historia con la divisa punzó.

A su paso por Avellaneda, le siguió una notoria carrera por la nación del dólar, obteniendo dos Copas con el D.C United, antes de pegar la vuelta a su natalicio Mataderos, para devolver la gloria al Torito, regresar a primera, concretar sus 100 goles con esta entidad y darse el lujo, a sus 42 años, de jugar junto a su hijo Gabriel Gómez, a quien señalan como el Heredero.


Su estadía en Alsina y Bochini arroja un saldo de 86 partidos, divididos entre campeonatos locales y Copa Mercosur, un registro de doce tantos y la creación de un personaje entrañable, que se dio el gusto de dar una vuelta olímpica en el Bajo Flores y convertirse en profeta dentro de su tierra.  

martes, 23 de mayo de 2017

Sergio Merlini



La sombra, queridos amigos, solo es bendición cuando nos encontramos en una apretujada y pegajosa caminata veraniega por algún sitio donde el sol acapara todo nuestro escenario. Allí, sumergir nuestra existencia en el cuerpo oscurecido y refrescante de la dicha es un alivio exacto. Fuera de ese contexto, las sombras no suelen ser un lugar grato. Operar desde ellas, por ejemplo implica cierto residuo moral. Y si utilizamos la palabra para referirnos a el ser opacado por algo o alguien, aplicándola en el cruel latiguillo de "está a la sombra de...", la sensación es de vacío, de marginalidad. Una porción de la historia que no pudo ser captada por el colectivo humano al ser desplazada por hechos de mayor clamor, urgencia ó distinción.

El tiempo es un factor que también juega en este plató, porque lo que sucede en torno al protagonista de este post circula en lo que es la mala suerte, si podemos llamarla de algún modo, de nacer en la época equivocada, o simplemente elegir una forma de vida que se asimilaría a la aceptación de un rol secundario frente a un ser que cuadriplica el arte que él buscaba ejecutar, al ser dignos sus atributos de una verdadera leyenda.


La historia de Sergio Merlini comienza en Córdoba, a fines de 1962. En aquellos pagos comenzó desde pequeño a demostrar buenos dotes para esto del fútbol. La pelota al piso, los regates y las asistencias eran su fuerte cuando se disponía a jugar un picado con sus amigos. Tal era su destreza que fue incentivado por familia y allegados a probar su suerte en algún club de renombre. Pisaba los 18 años cuando, tras atravesar la etapa formativa, comenzó a ser parte del plantel del Club Atlético Independiente en lo que sería la fructífera década de los 80'. ¿Qué de qué jugaba Merlini? De 10. Al igual que un tal Ricardo Enrique Bochini, pequeño detalle.

Y aquí entra en juego la sombra, estimado lectores. Porque nuestro protagonista vislumbró con tristeza la Guerra de Malvinas, observó el regreso de la democracia a nuestro país, se impactó al ver el estallido del Challenger, vitoreó el triunfo en el Mundial de México, disfrutó las míticas transmisiones de Radio Bangkok, despidió a las leyendas de Luca Prodan y Federico Moura y escuchó el último discurso como presidente de Ronald Reagan, todo en un cúmulo de años que le implicaron ser el relevo desde el banco de suplentes de El Bocha, en tiempos donde su juego magistral era asimilable con la gracia divina. Los 80', para Merlini, fueron eso. Ni más. Ni menos. Porque sería estúpido de parte de un servidor etiquetar la estadía de este sujeto en nuestro equipo como un mero trasero apilado en el banco de suplentes. Amén de su rol de actor de reparto, Merlini vió de cerca una de las épocas más gloriosas de nuestra escuadras. Mojó tanto en campeonato local como en Copa Libertadores. E incluso alternó en posiciones que variaron desde el ataque a la defensa para buscar acumular algo de juego.

Las lesiones de Bochini, al mismo tiempo, le permitían aparecer en escena como titular de vez en cuando, como sucedió una tarde a comienzos de 1984: Por el Campeonato Nacional, José Pastoriza lo mandó con la 10 en la espalda -y en el short- en un match contra Chacarita. El Rojo, gracias al 1 a 0 que logró en dicho cotejo, mantuvo la punta del Grupo F, estadía que compartía con Atlético Tucumán, Kimberley de Mar del Plata y el mencionado Funebrero. Gustavo Crnko marcó el gol tras una asistencia del homenajeado de esta ocasión. La Jornada Está Aquí, mítica sección de El Gráfico en aquel entonces, lo eligió como figura de un partido que catalogó como mediocre. Un seis fue la calificación que le bastó a Merlini para, delgado y con sus rulos castaños al viento, salir fotografiado en una de las páginas de la revista. Más tarde, en ese mismo año, observaría desde la banqueta como José Percudani burlaba con su botín al guardameta Bruce Grobbelaar para que El Diablo venciera al Liverpool y se consagrara campeón de la Copa Intercontinental en Tokio.

Solo una intermitente cesión a Gimnasia La Plata pausó sus días en Independiente. Desde 1982 a 1989, El Mago Merlini disputó 126 partidos e hizo 15 goles. La década de los 90' advenía no solo a las privatizaciones, el uno a uno y a Marcelo Tinelli (?) sino también a la conclusión de su trayectoria, motivada por cierta racha de lesiones y desgaste físico. Eso no implico, sin embargo, el fin de su vínculo con el team de Avellaneda.



En 1999 apareció en una nota del Diario Olé, en donde detallaba su particular situación respecto al ser relevo de Bochini: "Estar a la sombra del Bocha fue lindo y feo a la vez. Lindo porque uno sabía lo que era él como jugador y lo importante que era estar a su lado. Disfrutaba muchísimo. Y feo porque quería ser titular siempre. Cuando fui a Gimnasia y tuve continuidad me preguntaba por qué me quedé tanto tiempo en Independiente sabiendo que podía jugar más en otro club. Yo no me quedaba en el club por comodidad. Yo me moría por jugar siempre. Si cuando estaba en el banco lo miraba 250 veces a técnico para ver si me ponía.". En aquel entonces, Merlini aparecía en algunos partidos a beneficio y homenajes que organizaba la institución. Dicha actividad continuó en la vida del mencionado, complementado con su arribo a las divisiones inferiores de El Rojo, en donde los tiempos que corren lo encuentran como formador de juveniles.

Bucear sobre más información sobre él en Internet es algo un tanto limitado. Alguna que otra intervención en un medio partidario, las noticias del secuestro fugaz pero intenso que padeció en 2014 y un curioso blog que se asimila a la obra de una estudiante de periodismo, ya que la única entrada que se encuentra en él es una extensa entrevista que la autora le realizó a Merlini, en donde repasa su trayectoria antes, durante y después de su paso por Independiente, con fotos, data y demás chiches. El título que encabeza aquel único postéo reza: "Sergio Merlini, Un ejemplo de perseverancia". Que mejor que así cerrar este escrito, ¿por qué que hace latir a un corazón más que la posibilidad de encontrar la chance de prosperidad siquiera a la vuelta de la esquina?





domingo, 21 de mayo de 2017

Federico Gay




En el año 1991 tuvieron lugar algunos sucesos que marcarían la historia de quienes transitamos está página. A nivel nacional, por ejemplo, entró en vigor la Ley de Convertibilidad en nuestro país, en pos de combatir la hiperinflación que provenía desde fines de los 80’. Como suceso importante en lo futbolístico, para los hinchas de Independiente se trata de una fecha muy triste ya que hablamos de la que implicó el retiro de un ídolo histórico, el más ganador y mejor jugador de la historia del club: nada más y nada menos que Ricardo Enrique Bochini, precisamente el 5 de mayo. Fue en un partido frente a Estudiantes de La Plata, encuentro que terminó 1-1, y un jugador Pincharrata, Pablo Erbín, le cometió una infracción que lo dejó gravemente lesionado, tan así, que lo retiraron en camilla al Bocha ante la mirada atónita de la hinchada diabla. El resultado fue una distensión de ligamentos de la rodilla. Se ilusionó con volver, pero al ver que su recuperación demandaría tiempo y que ya no ostentaba su vigor juvenil, decidió colgar los botines. En fin, un año de mierda que no valdría la pena recordar salvo por este post (?).


Fue en el 7 de enero de 1991, en Avellaneda, que nació Federico Gay. ¿Acaso se acuerdan de él? Bueno, aquí estamos para rememorar a este defensor central, devenido en lateral por izquierda. Fede (?) empezó su carrera como una notable promesa de inferiores -cuántas veces hemos escuchado esa frase y después queda en la nada)- en nuestro querido equipo. Allí en Domínico participó en todas las categorías, logrando su pico máximo de rendimiento en la división de Reserva, donde obtuvo un subcampeonato en la temporada 2011/2012, con 76 puntos, uno menos que Boca Juniors.


Desde ese entonces, Gay fue promovido al plantel de Primera, aunque alternaba entre titularidad en Reserva y suplencias en el primer equipo. Su chance de ver acción por vez primera le tocó en la Copa Argentina, buen momento aquí para trazar un paralelismo con la sección Piedra en el zapato. El defensa tuvo su oportunidad en un momento pésimo en la historia del El Rojo, debutando el 13 de junio del 2013 frente a Arsenal de Sarandí, partido que Independiente perdió por 1-0 en Catamarca, con gol de Darío Benedetto. FG ingresó en el complemento por Gabriel Vallés y su debut -más que prometedor- fue un espanto, debido a que a tan solo diez minutos de haber ingresado, derribó al calvo delantero y vio la tarjeta roja. De la algarabía por debutar a no querer saber nada con nadie en cuestión de minutos.


Días después se consumó el peor hecho de nuestra historia, el descenso al Nacional B. Inimaginable por donde se lo mire, impensado, y extraño, en un mar de lágrimas empezamos a hacer nuestro duelo donde habíamos tocado fondo.


Una vez terminado el fatídico torneo Final 2013, los equipos que descienden no participan del Torneo de Reserva. Es por esto que muchos jugadores, sobre todo juveniles, en su mayoría quedaron libres y en gran mayoría fueron a préstamo, como el protagonista de esta historia: Gay fue cedido durante dos temporadas a Aldosivi de Mar del Plata. En el Tiburón disputó 6 encuentros, sin marcar goles. En el 2014, continuó su carrera a préstamo en Chacarita, en donde participó de 8 partidos. Sin embargo, durante su estadía se debió interrumpir el préstamo, ya que en el Funebrero no estaban pagando los sueldos.


En su vuelta a Independiente en el 2015, apenas disputó hasta el final de ese año partidos en reserva, sin demasiado rodaje en aquella división. La dirigencia decidió rescindir el contrato y brindarle la libertad de acción. En el 2016 fichó por Fénix, del ascenso argentino, en donde no consiguió la continuidad deseada. Luego, en ese mismo año, Comunicaciones contó con sus servicios.

El tiempo dirá si Federico se consolida finalmente en algún club. Mientras tanto, Independiente viene de muchos años sin poder contar con una base futbolística de jugadores formados en la cantera, donde las últimas décadas nos demuestran que un gran número no tuvo suerte en esto de triunfar con la casaca roja. El protagonista de este post forma parte de ese colectivo. Y del LGTB también (?).

jueves, 18 de mayo de 2017

Damián Manso


El homenajeado del día nos lleva al recuerdo de una joven promesa del fútbol argentino. Rosarino él, de cabellera tupida con forma de corte taza, zurdo, enganche y con divisiones inferiores en Newell`s Old Boys. Un pulgarcito, diez nato, con un pie izquierdo que hacía poner rojas las manos de los espectadores ante su talento innato. Uno al que llegaron a llamar “La zurda de Oro”, cuando apenas despuntaba el vicio del fobal en primera división. Hablamos de Lionel Messi Damián Manso, un joven producto de la cantera leprosa que, sin arribar a Avellaneda, ya tenía que ver con Independiente.

El primer acercamiento entre el Rojo y aquel purrete volante ofensivo de apenas 20 abriles se dio en el año 2000. Los rojinegros llegaban al sur del conurbano bonaerense para enfrentarse con la entidad de Avellaneda, en pos de encontrar una victoria que los coloque con nuevos tres puntos en su haber, apoyándose en su estandarte futbolístico, el diez del equipo. El elenco visitante, comandado por Andrés Rebbotaro, comandaba los hilos del cotejo al imponerse en el score por dos a uno. Promediando el complemento, el dete adversario decide sacar al protagonista de esta historia y la falange independentista -según cuentan los cronistas allí presentes- se rompieron las palmas aclamando por el jugador. "Vení acá, pibe", atinó a soltar algún ojeador sentado en su butaca de la antigua Doble Visera, que fue replicado por los dichos del propio Manso post match: “"Ese día hice un gol y jugué muy bien. Pensé que la gente se iba a enojar conmigo, pero me aplaudió mucho. Fue muy lindo".

Tres años más tarde, el lazo de unión entre el futbolista y la entidad avellanedense se haría aún más fuerte. En un episodio al que muchos catalogan como confuso, relatan los que saben que N.O.B deseaba contar con los servicios de Pablo Guiñazú, integrante de las filas del C.A.I, pero con un fuerte rechazo de la comisión directiva, comandada por Andrés Ducatenzeiler. Ante la insistente petición de los pares rosarinos, el mandamás Duca vio la oportunidad del negocio y accedió a la concesión, a través de un trueque, el cual incluía a Manso y al que dejaron ir sin pretexto alguno.

Para el segundo semestre de aquel 2003, el Piojo era uno más de los nuestros. Con un equipo que mantenía a dos o tres campeones modelo ‘02, sumó a doce futbolistas –todos en carácter de préstamo- se deshicieron de otros 14 y buscó con, Oscar Ruggeri a la cabeza, afrontar el Apertura, la Copa Sudamericana y la Libertadores del 2004. "Tenía muchas ganas de jugar en un club grande y por suerte se me dio. Elegí bien", exclamó Damián, de quien se habló durante toda la fría pretemporada, y que tuvo un partido consagratorio (?) entre titulares y suplentes.

El debut llegó el tres de agosto. El Rojo, en condición de anfitrión, recibía a Estudiantes de La Plata, con Carlos Bilardo como coach, que mantenía un largo invicto sin conocer la derrota. Aquel día, con un doblete de Jeremías Caggiano y otro de Christian Giménez, el equipo del Cabezón se impuso al Pincha y daba rienda suelta a la ilusión, con un plantel con experimentados como Luis Islas, Hugo Morález o José Luis Calderón, jóvenes promesas como la relatada en esta crónica y otros talentos sobre los cuales no se tenía un augurio específico, como Rafael Olarra, Félix Benito o Hernán Vigna, a modo ejemplificador.

Sin embargo, y pese al bautismo auspicioso que incluyó una derrota recién en la octava jornada, la historia de nuestra Pulga comenzó a torcerse conforme fueron transcurriendo los cotejos. La derrota 1-4 con River por la Sudamericana, dejó al ex campeón del mundo en la cuerda floja, quien decantó por dejar la conducción técnica, luego de la revancha ante el Millonario. "Consideramos que podemos perjudicar a gente que no tiene nada que ver, como los dirigentes o los jugadores. Para mí, es un plantel bárbaro. Se los dije a ellos. Hemos decidido dirigir mañana, como corresponde, porque este era un encuentro de ciento ochenta minutos”, exclamó el DT, que vivenció una nueva caída por 4 a 0 en el Monumental y dejó paso a la campaña de Osvaldo Sosa.

El peregrinaje de Chiche tampoco fue de la mejor manera, ya que fue autor material de la torcida de un barco, que tenía como destino sumergirse en el fondo de la tabla de posiciones. Pese a la confianza depositada en el botín siniestro del armador, los resultados adversos terminaron por sepultar las aspiraciones, ante un equipo que consumó un nada decoroso decimocuarto puesto, con apenas 22 unidades, a 17 puntos del campeón Boca Juniors.

El calor de fin de año llegó y, con apenas una temporada a cuestas en Alsina y Bochini, la CD y el profesional optaron por la decisión de volver a su primer amor ligado al mundo de la redonda, en donde conquistó un torneo local –con Américo Gallego como cráneo- y dio la vuelta junto al Monumento a la Bandera.


Su saldo por estos lares, deja apenas un puñado de 25 cotejos, un gol ante Racing Club por la fecha quince, luego de un remate de Quinteros que dio en el palo y lo encontró en el rebote, y la espera de un pibe de dorado que no explotó. 

martes, 16 de mayo de 2017

Ciencia Ficción: Young-Seong Yoon, un japonés en Independiente


Es un tanto confuso hablar del efecto a posterior que tuvo la obtención de la Copa Sudamericana 2010 para nuestro querido Independiente. Amén de habernos quedado afónicos gritando el tanto definitivo de Eduardo Tuzzio en la pegajosa noche del 8 de diciembre, las puertas hacia la élite victoriosa que dicha obtención nos abrió dio pié a una serie de campañas malogradas: Se flaqueó en el torneo local, se quedo eliminado en fase de grupos de la Copa Libertadores 2011, la Recopa y la Suruga Bank fueron a parar a la vitrina del rival y la defensa del título duró un suspiro. Antonio Mohamed, entrenador quien comandó la escuadra ganadora, dimitió meses después a dicho hito, y la mayoría de los integrantes de aquel plantel no volvieron a gozar de la misma plenitud que durante aquella campaña. 

En algún rincón tras el boom del título se encuentra el arribo de Young-Seong Yoon a Villa Domínico, para probar suerte en El Diablo. Su procedencia era desde la lejana tierra del Japón, a pesar de que provenía de una familia originaria de Corea del Sur. Nacido en 1991 y criado en las calles de Tokio, previo a su arribo por estos pagos había actuado como atacante en el soccer team de la Universidad de Corea, semillero tanto de exitosos hombres de negocios como de prósperos atletas. Dicha plataforma le permitió trazar amistades con allegados al mundo exterior en lo que respecta al deporte. Al parecer, YSY tenía una tendencia goleadora notable, y eso le valió para, a meses de cumplir 20 años, viajar a la Argentina e intentar ingresar en los planes rojos. "No hablo español" atinó a decir frente a la pluma de Damian Meltzler, periodista del Diario Olé que inmortalizó el único registro que se tiene del paso del surcoreano por la institución. Enrique Borrelli, a cargo del fútbol amateur, lo ponderó: "Sorprendió con su técnica". En el mismo plató y también a comienzos de 2011, un viejo conocido de este blog, el australiano Rashid Mahazi, también se encontraba a prueba. 

Hay quienes perjuran que este delantero asiático tuvo un rendimiento interesante en los partidos amistosos que disputó con el selectivo, pero lo anteriormente relatado es lo único que atestigua su fugaz estadía en Avellaneda. Pocos entrenamientos, algún que otro friendly match, y rápido regreso a la tierra de Los Supercampeones, donde el idioma y la cultura no serían ya un obstáculo. Asentado nuevamente en su país, Yoon tuvo un corto paso por el Daegu FC surcoreano en 2014 para luego deambular en equipos del under nipón. El Musashino City FC es su hogar hoy en día, en donde nuestro homenajeado compone el ataque de dicho conjunto, habitual participé de la cuarta categoría del fútbol japonés. 

sábado, 13 de mayo de 2017

Cristian Báez




En vísperas del Superclásico de Avellaneda en el cual Independiente recibirá a Racing Club el domingo 14 a las 19 horas, quien hoy será el afortunado (!) de aparecer en Independiente Inédito es nada más y nada menos que el defensa paraguayo Cristian Báez. Vos, Rojo, ¿te acordás de él? Hagamos un revisionismo sobre el zaguero.

Nacido el 9 de abril de 1990 en San Lorenzo, Paraguay, llegó en el año 2000 a El Diablo para formar parte de los equipos juveniles. Formado como primer central, también desempeñó sus funciones como lateral por el sector derecho. Finalizaba el segundo ciclo de Américo Tolo Gallego al mando de la institución, tras no haber obtenido el Torneo Clausura 2010 a pesar de haber sido uno de los protagonistas: Argentinos sería el campeón tras que El Rojo perdiera sus chances tras un insólito 3-4 frente a El Bicho. En este contexto, César Luis Menotti, por ese entonces mánager de Independiente, decidió no renovar el contrato con el ex cinco de River Plate, ahora ex DT de la institución.

Apelado a su gusto y paladar por el buen juego, asoció su idea madre en base a contratar un técnico con una impronta lírica basada también en su etapa como jugador. Hablamos de Daniel Garnero.

Pero... su paso como técnico no fue nada bueno: durante los siete primeros partidos del Apertura del corriente año cosechó tres empates y cuatro derrotas. La última por 0-4 frente a Banfield, hecho que provocó la doble renuncia, tanto del DT como de CLM. A su favor, dirigió por copa la serie frente a Argentinos Juniors, vigente campeón del Clausura 2010, y logró avanzar en la Sudamericana, en la cual El Rojo se coronaría campeón en diciembre de aquel año.


Aquí haremos un antes y después. Mientras se buscaba un reemplazo a Garnero, Francisco Pancho Sá y Ricardo Chivo Pavoni se encargaron de la dirección técnica provisoriamente. Vaya si no les fue mal en su debut, que en el primer partido venció por la mínima Independiente a un Gimnasia dirigido por un tal Diego Cocca. Lo que son las cosas del destino, che (?). En ese match, nuestro homenajeado dijo presente, pero como marcador de punta y no central. La formación para ese cotejo dispuesta por la dupla técnica fue: Hilario Navarro; Báez, Julián Velázquez, Leonel Galeano, Lucas Mareque; Nicolás Cabrera, Roberto Battión, Eduardo Tuzzio, Federico Mancuello; Facundo Parra y Andrés Silvera.


Nuestro homenajeado, durante el fugaz interinato, fue titular en los dos partidos que continuaron, cumpliendo buenas actuaciones: Sobrio en la marca y yendo bien de arriba. Presenció el encuentro de ida frente a Defensor Sporting de Uruguay en instancia copera, derrota 0-1 como visitante, y la durísima derrota en Mendoza por 0-4 frente a Godoy Cruz, piedra en el zapato para nuestro equipo si las hay. Con la llegada de Antonio Mohamed, condimentada la misma con frases como “La actitud no se negocia”, el defensor paraguayo fue confirmado como titular por el propio Turco, mientras se acercaba el encuentro más importante para el nuevo DT: el derby de Avellaneda.


Voy a hacer un punto de inflexión en esta nota, y dejo que el hincha le gane al periodista (?). Presencié ese partido, junto con mi hermano, mi papá y mi primo, estando ubicados en una de las gargantas. Sí, a priori una vista diagonal del juego, pero siempre digo, del nuevo estadio, toda ubicación es excelente. Prosigo: El clima que se vivió fue una fiesta, cancha a reventar (como se presupone el día domingo nuevamente), hinchas visitantes, muchas cargadas al eterno rival de siempre y poco importaba el mal momento futbolístico. Pero en cuanto al juego, nulo, escaso, feo, -muy feo- a mi criterio. Pero con mucha actitud. Y eso no se ignora. El otro equipo de Avellaneda tuvo ocasiones para romper el cero, pero se topó con un Hilario Navarro sublime, que atajó para unos 11 puntos esa tarde. Sacó todo. Fue una muralla.

Mientras el correntino hacía mantener de pie a Independiente, a los 45 del primer tiempo llegó un córner para El Rojo y tras un centro de Leandro Gracián, Báez conectó de cabeza. Gol. Golazo, ¡¿qué más da?! diría yo. El grito atragantado de más de 30 mil independientistas presentes: Un infierno encantador que nos dejó afónicos. Enfrente una hinchada en silencio atroz, y el juvenil, emocionado hasta las lágrimas, abrazado por todos sus compañeros. Una perla: Se ve que en la dedicatoria del gol la humanidad de autor del tanto fue a apuntar a la garganta donde estaba precisamente quien les narra esta crónica. Obvio que teniendo 13 años y con mucho por aprender (?), la ingenuidad me hizo pensar: “Sí, me dedicó el gol el pibe”.


En fin, Independiente venció a Racing, y seguramente haya sido un factor clave en la mentalidad de los futbolistas comandados por Mohamed, ya que tan solo dos meses después se encontró agua en el desierto: la mencionada obtención de la Sudamericana 2010, el decimosexto torneo internacional, en aquella noche eterna y calurosa donde todos nos emocionamos sin pudor alguno.


Sin dudas que Báez no olvidará que al cuarto partido como profesional marcaría su primer -y único- gol en Independiente, que sirvió nada más y nada menos que para ganar un durísimo clásico, enmarcado en un contexto que parecía sumamemente desfavorable para Los Diablos.

Cristian, ese día, te convertiste en héroe. Gracias por ese momento.

jueves, 11 de mayo de 2017

Independiente 4 – Racing 0 (2005)


La última docena de años trajo consigo varias curiosidades si de Clásicos de Avellaneda hablamos. Caramelos, tribunas quemadas, localías impropias, abandonos y armas, son algunos de los asteriscos que atañen a este duelo y que varían la ecuación de noventa minutos, 22 futbolistas, cuatro jueces y un score a definir por los protagonistas.

El derby de aquel Apertura 2005, en la siempre entrañable Doble Visera, no será uno más. Al menos no para los Rojos, que deliraron con las tres anotaciones de Nicolás Frutos y una joyita de Sergio Agüero que descaderó a Diego Crosa, y gozaron de un cuatro a cero a favor que quedará en la historia. Aquella mañana del domingo 11 de septiembre, que hizo madrugar a varios para ver una nueva goleada que abultó el historial a favor, quedará grabada a fuego en la retina de todos los falangistas que concurrieron.

Sin embargo, luego de la victoria obtenida, decretada tras el pitazo final de Sergio Pezzota, habrá imponderables que ustedes –como nosotros- no tendrán en cuenta. En Independiente Inédito nos preguntamos ¿Qué fue de la vida futbolística de aquellos hombres, luego de la gesta?, por lo que hurgamos en los lugares más recónditos de la internet para poder compartirlo con el público lector, esperando el mismo dejo de asombro, con cejas levantadas, una sonrisa en la boca y un probable “¡Miráaa, ¿Te acordás de…?”, tal como vivenciamos desde este lado comunicacional.

Aquel día, por disposición del Emperador Julio Cesar Falcioni, Bernardo Leyenda –ficha puesta en nuestro blog- salía al campo de juego a hacer la entrada en calor y se acercaba a los arcos para defenderlos, en el génesis de cada tiempo. Aquel golero de pelo blondo, que llegó en el 2005, proveniente de Banfield, decidió colgar los guantes en el año 2014, luego de pasos por equipos como River Plate; el rival de toda la vida en el 2008; San Martín de Tucumán; Defensa y Justicia; un breve lapso por el altiplano boliviano en el Real Potosí, y All Boys, con la entidad de floresta como última escuadra, antes de decir basta en el ambiente futbolero.

Si hablamos de la parte defensiva, tenemos que decir que el lateral derecho lo ocupó Martín Pautasso, de arribo a Avellaneda en la temporada ’05 y que, luego de entrar en la galería de los derbys, pasó por el AEK de Grecia y Olimpia en Paraguay, como travesías en el exterior, antes de regresar al país para sumarse a Belgrano, Atlético Tucumán, Huracán y nuestro homónimo mendocino, en donde se retiró en 2014. Marcelo Méndez, con relato en nuestras páginas, junto a Fernando Cáceres conformaron la dupla central. La historia del campeón de la Copa América con la Selección es más conocida. En 2006 recaló en Argentinos Juniors para poner un punto a su carrera y llegar a entrenador de la reserva del Rojo en 2009. Finalmente, el tres fue Eduardo Domínguez de posterioridad por el DIM de Colombia; Los Ángeles Galaxy yankees; All Boys; Altético Rafaela y cuatro etapas en el Globo, en donde se puso el buzo de DT y lo llevó a la final de la Copa Sudamericana. Hoy, da órdenes detrás de la línea de cal en Colón de Santa Fe, animador del campeonato en el 2017.

Pasamos a la mitad de la cancha y nos encontramos con Lucas Pusineri por el andarivel derecho. Pusi se sumó a las filas de River en 2006, retornó a Alsina y Bochini del 2007 al 2010 y cayó en Platense para el adiós. En estos momentos, diagrama su cuerpo técnico para comenzar a ejercer y llegó a postularse para el cargo en el Rojo en donde, desafortunadamente, todavía no tuvo su chance. En la zona medular, Mariano Herrón –homenajeado por su gol de penal ante que Mascherano lo pusiese de moda (?)- y Esteban Buján buscarían darle equilibrio al equipo en el círculo central. Herrón, luego de cuatro temporadas con los propios, recaló en Deportivo Cali, volvió un año y despuntó sus últimos toques con el balón en Aldosivi, hasta que en 2012 fue designado para trabajar como deté en la tercera. Por su parte, Buján, viajo a Mendoza para jugar en Godoy Cruz; pegó la vuelta al conurbano sumándose al Taladro; mantuvo una corta vivencia internacional en el Albacete español y Pass Giannina griego, para cortar su trayectoria en Ferro, adversario de Vélez, casa que lo hizo debutar. Por último, en la parte siniestra, estuvo recostado Lucas Biglia, de reconocida trayectoria, que se trasladó al Anderlecht, donde conquistó cinco ligas locales, tres Supercopas, una Copa belga, hace cuatro temporadas es la manija de la Lazio, con capitanía incluida, y llegó a ser sub-campeón del mundo con la albiceleste en 2014, además de lograr dos segundos puestos en las Copas América 2015 y 2016.

El ataque estuvo a cargo de Sergio Agüero, chiquilín atrevido en esa época, y Nicolás Frutos. Del Kun no hay mucho por agregar. Tras una millonaria transferencia de 28. 28.750.000 dólares, se sumó a los entrenamientos en Atlético de Madrid, donde atrapó una Europa League y la Supercopa europea, para luego asentarse en Manchester y vestir los colores del City. Con el elenco capitalino ganó dos Premier League, misma cantidad de Copas de la Liga y una Community Shield, convirtiéndose en el segundo máximo artillero citizen, a solo diez tantos de Eric Brook, además de correr con la misma suerte que Biglia en el seleccionado. Frutos, en lo que a él respecta, también dijo presente en el Anderlecht, donde fue compañero de Biglia. Allí, consumó el mote de ídolo, al hacerse de tres ligas locales, misma cantidad de Supercopas y una Copa local, donde convirtió 59 tantos, en 96 cotejos.

Además, J.C, movió en tres ocasiones el banco de sustitutos. Emiliano Armenteros fue el primero en ingresar, y a quien recordaremos en primer instancia. Post C.A.I, fue a parar a España, donde Sevilla, Xerez Rayo Vallecano y Osasuna lo recibieron, antes de recalar en el Chiapas mexicano. Posteriormente, Eduardo Bustos Montoya sustituyó a Agüero en campo. El Tati probó suerte en Quilmes, Levadiakos de Grecia, Temperley y Central Córdoba, último destino del tren del profesionalismo. Frutos, envuelto en una horda de aplausos por su hat-trick mañanero, cedió su lugar a Martín Fabro, en el ocaso del encuentro. El hombre proveniente de la cantera de Domínico, es uno de los que aún se mantiene vigente, y a quien podemos destacar por su ascenso a la B Nacional con Brown de Adrogúe –y que nos vacunó por duplicado en el LdA- y por llegar a la elite argenta con Unión de Santa Fe. Boca Unidos de Corrientes lo cobijó en 2015 y todavía lo sostiene, inmerso en el calor sofocante del norte del país.


“Aquí están, estos son…” y los rememoramos para que estén siempre en la imborrable memoria de los seguidores y la red (?). Una especie de volver a vivir para los autores materiales de aquella apabullante victoria y que, ¿por qué no? Puede simbolizar uno de los clásicos más importantes de los últimos tiempos. 

martes, 9 de mayo de 2017

Ciencia Ficción: Teo usó su cabeza como un revolver (?)



El clásico de Avellaneda está a la vuelta de la esquina e #IndependienteInédito se sumerge en situaciones particulares, hechos interesantes y casos dignos de contar para vuestro deleite como lectores. Y amén de que la historia de esta ocasión es protagonizada por un ex miembro de la escuadra vecina, el hecho de que esto tomara lugar en nuestro estadio, y por supuesto tras un derby, lo hace simplemente inevitable de recordar. Se trata de una de las vivencias más extrañas experimentadas en esta clase de cotejos.

La Fecha 10 del Clausura 2012 postulaba que El Rojo y Racing Club deberían medirse en el Libertadores de América. Por nuestra parte, perduraba en el césped el optimismo al acarrear el equipo, con Cristian Díaz al mando, una senda positiva de resultados desde su asunción en la quinta jornada, cuando reemplazó a un malogrado Ramón Díaz: 5 a 4 a Boca Juniors, 2 a 0 a Belgrano, caída 0-3 con Colón, retorno a la victoria con un 2 a 0 ante Rafaela y un 1-1 frente a Vélez Sarsfield. La visita, por su parte, veía a su entrenador Alfio Basile apagarse en el banco de los suplentes. Marchaba en los últimos puestos de clasificación y un resultado adverso en el cotejo significaría la conclusión del ciclo de El Coco.

Posemos nuestros ojos en el once titular racinguista. En él se encuentra el delantero colombiano Teófilo Gutiérrez. Alguna vez tentado por El Diablo para sumarse a sus filas, su personalidad rebelde e inestable comenzaba a engrosar las páginas de los diarios deportivos, más allá de un rendimiento que, sentimientos afuera, era digno de destacar. Poca disciplina e historial de expulsiones, premisas poco favorables para él. Racing estaba en una situación delicada y los ánimos de Teo no combinaban adecuadamente con el contexto. Todo lo contrario, articularían el estallido de una situación que sonó sumamente peligrosa, pero terminó disolviéndose en lo bizarro.



Justamente TG fue el hombre del momento cuando abrió la cuenta a los 26 minutos del primer tiempo, frente a la incredulidad del Libertadores. Afortunadamente, una remontada furiosa comandada por Facundo Parra -doblete-, Patricio Vidal y El Patito Rodríguez puso las cosas en orden con categoría: Goleada por 4 a 1 y fiesta, abrazos y puños apretados en una nueva ocasión de ensanchamiento del historial a a favor. ¿Y Teo? Con el encuentro 2 a 1, y a veinte minutos del pitido final, tuvo un intercambio curioso (?) con el referí Sergio Pezzotta, quien ya le había mostrado la tarjeta roja a Bruno Zuculini minutos antes. ¿Qué pasó? Él aseguró que Gutiérrez lo llamó cagón, motivo suficiente para expulsarlo del clásico. El atacante atinó a decir que no le dijo cagón, sino carón, palabra con las que se asimila en su Colombia natal a alguien de principios escasos, o meramente un sinvergüenza. Dicha explicación no valió nada para el árbitro: La roja era una realidad, el partido continuó y el resto de la historia ya la saben.



Mientras los players de Independiente hacían suya la jornada con cánticos y festejos, los jugadores derrotados de RC ingresaron al vestuario con desazón y tristeza. Se fusionan en el aire sensaciones que construyen el ultimátum. Teo Gutiérrez, más herido en su ego que en el plano de una fuerte derrota, asimilaba en silencio una nueva expulsión en su historial. Pero su pose no era la de un individualista arrepentido. Más bien, era la de un soldado en desventaja listo para su última batalla, sea en un campo de juego o en un vestidor visitante. Cuando sus compañeros lo increparon, lo que era una intervención calma se transformó en una pelea a los gritos. La antitesis de Gutiérrez se centró en el arquero Sebastián Saja y en el defensa Lucas Aveldaño, ambos enfurecidos por la falta de responsabilidad del delantero, y deslizando que su personaje y su show se lo estaba devorando. Claro que con otras palabras (?). De la vía oral se pasó a los empujones y al increpe físico. TG, desbordado y decidido a mandar todo al pasto, pausó sus palabras para con sus compañeros -ahora rivales- y metió una de sus manos mano en su bolso. Segundos más tarde, con un arma de aire comprimido en la mano, desafiaba a Saja a un duelo: "Vení, maricón. Te voy a meter un tiro".

A Facundo Parra, quien para ese entonces ya debía estar metiendo la llave en la puerta de su casa, ni se le podía cruzar por la cabeza que el delantero rival, después de amenazar con un arma a sus pares, se retiraba en taxi solo, despidiéndose de esa forma de Racing Club y dando pié a un sinfín de teorías mediáticas respecto a que pasó en el vestuario, algunas más apostando a la teatralización que al hecho en facto. Aunque, en realidad, la cosa era tan insólita como inabordable. Se diría posteriormente que el revolver era de un juego de PaintBall, y que Teo lo tenía en su bolsito por haber estado practicando dicha actividad poco tiempo antes al cotejo. Lo normal.



Con Alfio Basile renunciando, Gutiérrez yéndose solo a su casa y El Rojo festejando un nuevo triunfo ante los vecinos, remontada, goles y armas fue el título de una película feroz que, para nosotros, tuvo final feliz.