Muchas veces nos encontramos recostados en nuestra cama, con
nuestra espalda buceando en la jerga silenciosa de nuestro colchón, y
comenzamos el armado de rompecabezas de algún recuerdo. Una fiesta donde algún
amigo quebró sobre una colección de VHS que contenían compilados de chistes de
Jorge Corona, alguna tarde en el cine viendo una película o, por supuesto, una
noche donde el telón de una jornada de fútbol nos encontraba vislumbrando el
Libertadores de América.
Posicionándonos en la última matriz mencionada, normalmente
un ejercicio que surge en la charla futbolera clásica es el recordar
futbolistas que pasaron con más pena que gloria por el club del cual uno es
hincha. Nombres conocidos, otros olvidados y algunos hasta reprimidos. Una
lista de tiempo desperdiciado donde el desafío es desenterrar el recuerdo más
profundo de aquel buen samaritano que solo dejó memorias confusas en su estadía
por estos lares. Y cuanto más corto haya sido ese lapso en donde el involucrado
perteneció a la escuadra, mayor es el desafío que destapa un desenfadado y
desahogado ‘¡Boludo! ¡¿Te acordás de…?!’. (Tarea que también puede aplicársele
a memorias de ex compañeros del secundario, pero eso en este caso no nos
interesa).
Gabriel Graciani fue un parpadeo en la historia del Club
Atlético Independiente. Un extraño personaje digno de ocupar un borroso plano
de una fotografía que marcó tarjeta mientras colocaba un pie en la puerta de
salida. Esto se debe a que su fichaje en condición de cedido corresponde al
génesis del mes de Febrero del 2015, en tiempos de gestación del segundo torneo
de Jorge Almirón al mando del equipo. El antecedente de una estadía en buen
nivel en Colón de Santa Fe condimentada por un fugaz paso por Estudiantes de La
Plata aclimataban a este volante ofensivo de, en aquel entonces, 22 años.
Escasos días después a su firma vió acción primeriza en el promisorio debut
ante Newell’s: Victoria 3 a 2 en Rosario embanderada en un doblete de Lucas
Albertengo y un tanto de penal del meta Diego Rodríguez. A los 27’ del complemento
Graciani ingresó por Juan Martín Lucero y con sus botines sobre el césped vivió
la visita triunfal.
Sin embargo, las chances comenzaría a escasear en simultáneo
con un rendimiento cada vez menor de aquel equipo. El final es conocido: Una
derrota en el clásico de Avellaneda catapultó a Jorge Almirón fuera de la
institución. Y mientras Mauricio Pellegrino comenzaba a degustar el puesto
vacante, a Graciani se le notificaba que el nuevo DT no lo tenía en sus planes.
A tan solo cuatro meses de su arribo, y con 6 partidos, sin goles convertidos,
al hombro, su inusual travesía en Independiente llegaba a su fin. No es menos
válido el dato de color que podría ayudarnos a esclarecer esta historia:
Fue el
propio Pellegrino quien no lo tuvo en cuenta en Estudiantes de La Plata, equipo
de donde el mediocampista provenía. Y dada su condición de prestado, el propio
‘Pincha’ era el cuadro al cual debía regresar tras su malograda estadía en
tierras rojas. Fugazmente los platenses pactarían con Atlético Rafaela un pase
relámpago y, tras tres equipos involucrados y dos entrenadores en el medio, el
punto final llega a esta desprolija anécdota.
Y finalmente, logramos quedarnos dormidos.
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