El desenlace de diversas historias futboleras pueden
regalarnos alegrías, tristezas, victorias, derrotas, belleza, tibieza, tibias
rotas (?). Pero un condimento que siempre aparece en los planteles de cualquier
equipo, sin importar país o división, es la batalla de los egos, los conflictos
silenciosos (o no tanto), las miradas esquiva, la tensión del vestuario: Las
peleas internas, dicho y hecho.
Los personajes protagonistas varías entre directivos,
jugadores, técnicos ó hinchas inclusive.
Motivos de un enfado colectivo pueden ser muchos. Disputa de un puesto,
crisis institucional, incumplimiento de contrato ó, cuando no, un tema de polleras.
La batalla es potenciada por un ámbito tan duro y exigente como el que nos
regala el fútbol y el hecho de que esto pudiera suceder en un equipo de
trascendencia hace que la prensa realice su banquete periodístico sirviendo
como primer plato no los resultados de un partido ó el análisis de la fecha,
sino el costado más morboso y amarillista de la redonda.
Sergio Ortemán fue una especie de actor de reparto del
Independiente que convivió con la gestación y los primeros años del
comparadismo. Un hábil mediocampista ofensivo que arribó a Independiente tras
consagrarse campeón de la Copa Libertadores con el Olimpia paraguayo. Bajo la
dirección de Julio Falcioni, arribó en el invierno del 2004 a la plantilla para
ponerse a las órdenes del entrenador.
El volante charrúa vería poca acción bajo la tutela de aquel
DT. Comienzo con el pie izquierdo para este dúo no tan dinámico. La relación
con JCF, a medida que pasaban los meses, comenzaba a ser más desgastante, y
esto estallaría con el pase (en realidad, préstamo) relámpago del uruguayo al
Atlas mexicano a fines del 2005. Ya en tierras aztecas, Orteman disparó
munición gruesa contra Falcioni: "Cuando
yo jugaba en Reserva me dijo que para retornar la Primera se tenían que morir
todos los de arriba. Por supuesto que no es una forma de motivarte y tuve que
contar hasta 1.200 para no reaccionar". Y si, media extremista la
línea de sucesión que armó Falcioni (?). El director técnico, siempre frío y
permaneciendo distante al conflicto, simplemente deslizó que estaba tranquilo
con su consciencia y que lo de Orteman se trataba de una moda de los jugadores
a hablar mal de sus ex entrenadores.
El uruguayo pasó seis meses en el Atlas, aprovechando para
conocer las bellezas de la tierra mexicana, despuntar el vicio de la redonda y
poner la cabeza en frío para una nueva etapa en Independiente una vez concluida
su cesión. Ya era el receso invernal del año 2006 y Falcioni era historia en El
Rojo. Jorge Burruchaga, flamante entrenador, era el nuevo a cargo, y pidió
expresamente a Orteman para su escuadra, para componer un mediocampo que
formaría con Gastón Machín, Sebastían Carrizo (luego alternado con Rodrigo
Díaz) y Emiliano Armenteros. El uruguayo respondió con buen juego y efectividad
en el arco vecino: Convirtió el primer gol de la era burruchaguista (empate
transitorio ante Colón en Santa Fe, finalizaría en victoria 4 a 1 para
Independiente) y volvería a mojar en la fecha 9 en la goleada por 3 a 0 ante
Gimnasia La Plata.
Pero… el nivel de Independiente bajaría con el pasar de los
partidos así como el diálogo entre Ortemán y Burruchaga se tornaría más espeso
y cortante. El punto final fue la última fecha de aquel Apertura, en la derrota
1-2 ante Gimnasia de Jujuy que significaría la despedida de la Doble Visera. A
diez minutos de final, Armenteros sustituyó a un flojo Ortemán que, tras darle
una estrechada de manos en tono gentil al ex Banfield, se estaba despidiendo,
consciente o no, del equipo de Avellaneda.
Concluido el torneo, y con Burruchaga organizando las piezas
para reinventar la escuadra roja, se comenzó a disipar el rumor de que Ortemán
no sería tenido en cuenta por el DT. Todo este escenario se desarrollaba en
plena pretemporada veraniega en Salta. La respuesta del uruguayo, lejos de
optar por una protocolar salida silenciosa, se tornó sumamente mediática:
“Burruchaga no quiere decirme se frente que no me quiere” disparó ante los
medios. Y tras la retórica de que desde su parte existía el deseo de no volver
a jugar en El Rojo, el mediocampista destruyó cualquier incógnita con un
punzante comentario: “Pongalo: En Independiente no juego nunca más”. Y para
dejarlo bien bien (?) en claro: “Es mi decisión y se la voy a comunicar
personalmente a Comparada. Prefiero estar 6 meses parado”. Good Bye.
Si bien en un principio se decía que iba a emigrar a
Turquía, Ortemán sería contratado por el Boca de Miguel Ángel Russo a los pocos
días de concluida su travesía en Independiente. Y así concluye la doble saga de
peleas de Ortemán contra cualquiera que tenga el buzo de DT de Independiente.
¿Ganadores? Quizá, lo más propicio, sería decir que los medios.
(Anteriormente on-line en Siempre Independiente)
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