domingo, 8 de enero de 2017

Ciencia Ficción: Eduardo Tuzzio malogra un penal frente Independiente

Video de Fabián Strier


Existen rumores que circulan por los escalones de la popular, y porque no también por las butacas de las plateas, del querídisimo Libertadores de América. Leyendas urbanas que protagonizan actores centrales o de reparto de las diferentes realidades que afronto dentro y fuera de la cancha nuestro equipo. Es difícil saber puntualmente como nacen. Pueden surgir de la trastornada mente creativa de algún hincha, de una conversación, abundante cerveza mediante, de alguna sobremesa de ‘El Tano’ ó  de algún dato revelador que se filtró hacia las bases populares desde la intimidad del vestuario.  Relatos cuya veracidad quizá jamás podrá ser verificada, siendo justamente eso lo que condimenta alrededor del mismo cierto sabor misterioso, con un pie reposando en la realidad y el otro en la ficción.

Casos hay miles, a lo largo de El Rojo y también en el cuerpo del fútbol nacional. Pero hoy nos vamos a centrar en uno sucedido una oscura noche de Mayo del 2014, faceta perteneciente a aquella dolora travesía en la B Nacional. Independiente debía reinventarse jornada tras jornada: Un plantel de nivel medio, irregular y con la presión del ascenso presente en cada rincón de la rutina, concurría a Caballito para intentar trepar hacia los tres puntos y no perderle pisada a Instituto de Córdoba, quien ocupaba el tercer lugar de la tabla y, por ende, se encontraba en puestos de ascenso, a diferencia de El Diablo, sometido a un cuarto lugar. Defensa y Justicia y Banfield habían tomado una distancia casi consagratoria y la puerta de escape comenzaba a cerrarse poco a poco.

Cuatro jornadas separaban a Independiente de la conclusión del torneo, y la diferencia entre decisiones tácticas y manotazos de ahogado hubiera sido nula de no ser por un fríamente calculador e inteligente estratega Omar De Felippe, quien comenzaba a darse cuenta el aroma a hazaña que iba a tener que tener un hipotético ascenso rojo: Iba a ser el orquestador de una obra agónica resuelta en la última instancia, cuando todo parecía perdido.

Pero no nos adelantemos. Fecha 38. Anochecer lejano de cualquier tranquilidad en el estadio Arquitecto Ricardo Etcheverri, hogar de Ferro Carril Oeste. ODF alineó a Diego Rodríguez; Gabriel Vallés, Cristian Tula, Sergio Ojeda, Claudio Morel Rodríguez; Marcelo Vidal, Federico Mancuello: Matías Pisano, Daniel Montenegro, Federico Insua; Facundo Parra. Un once para nada despreciable. El local, que acarreaba cuatro partidos sin victorias, deambulaba sin rumbo en el campeonato esbozando ideas de juego que nunca llegaban a concretarse. Lo interesante aquella velada, puntualmente, se encontraba en su defensa. Y no lo decimos porque un componente de la misma sea ‘Satanás’ Páez, sino porque en ella se hallaba el nombre de Eduardo Nicolás Tuzzio, parte vital en el título de la Copa Sudamericana 2010 y uno de los jugadores que más ovaciones recibió por parte de la hinchada roja. ¿Acaso podía llamárselo ídolo? Viendo la cantidad de anónimos que se pusieron la sagrada casaca de Independiente, un caso como Tuzzio, de sacrificio, resurrección y entrega permanente, es válido de remarcar.

Corrían los minutos a la par de que Independiente se desdibujaba paso tras paso en el campo de juego. Ferro, con presión y control de la pelota, amenazaba con vulnerar el arco defendido por Rodríguez. A los 14 minutos de comenzado el match, un débil mediocampo no pudo intervenir el paso a trote del volante Israel Coll. De afuera del área este aprovechó el espacio regalado para disparar contra el arco. ‘El Ruso’ tapó el sorpresivo remate sin poder evitar un rebote en diagonal que el atacante Pablo Caballero transformó en gol. Durísimo golpe para un desanimado equipo que con el partido apenas comenzado se encontraba con la obligación de encomendar una remontada.
Es difícil poder deducir lo que pasó por la cabeza de jugadores y director técnico cuando, un puñado de minutos después, Tula atropelló dentro del área al mismo Caballero, generando un penal para Ferro que ponía la condena a la vuelta de la esquina: No iban siquiera 30 minutos de cotejo y le resultado se podía ir a un 2 a 0 adverso. Era el fin del mundo: El deseo del ascenso podía recibir un golpe de knock-out en esa misma cancha. Y si esas sensaciones no eran suficientes, decenas de sentimientos encontrados aparecieron cuando quien tomó la pelota para hacerse cargo de la pena máxima fue Eduardo Tuzzio.

Los flashbacks de aquella calurosa noche gloriosa en la cual un penal ejecutado por Tuzzio había brindado a Independiente la Sudamericana reaparecieron en un guion en el cual nuestro héroe se debía poner el traje de villano. Por esas cosas de la vida, el Tuzzio que nos había dado un título cuatro años atrás hoy se veía obligado a dejarnos al borde de la inmovilidad en la segunda división. Era un escenario espantoso y la tentación latente de apagar el televisor y proteger a nuestros ojos de aquella oscura función era algo propicio.


 A pocos minutos del final, y a pesar de un desastroso desempeño del equipo (quizá uno de sus peores partidos en la categoría), el entrañable Sebastián Penco fue con alma y vida a intentar cabecear un ultimátum-centro del ingresado Francisco Pizzini. El reloj marcaba 47’ ST en Caballito. Todo llegaba a su fin, salvo el papel heroico de este delantero, que se lanzó con su último aliento hacia aquella bocha, siendo recompensado con un gol gritado hasta la afonía absoluta. ‘Motoneta’ hacía estallar de esperanza a Independiente, que balbuceaba un empate en la visita a Ferro, logrando seguir con vida en la lucha por ascender. Un mes más tarde, una victoria 2 a 0 en el desempate por el tercer puesto ante Huracán le daba a El Rojo el tan ansiado ascenso a primera. Fue casi un milagro lo vivido aquellas jornadas: El equipo cayó mucho en juego, pero lograba mediante leve destellos fortalecer sus chances. La igualdad en puntos con El Globo fue el factor vital para forzar un partido definitorio entre ambos bandos. Con la precisión de la igualdad, ni un punto más ni un punto menos, se arribó a aquella ‘finalísima’. Uno no quiere ni pensar que hubiera sucedido si tantas pelotas cercanas pero fallidas que intentaron vulnerar nuestro arco habrían estado unos centímetros más acertadas. Y dentro de ese análisis del ‘qué hubiera pasado si’ no podemos ignorar el penal errado por Eduardo Tuzzio con el partido a 1 a 0 en contra frente a Ferro. Un remate cruzado que pasó cercano al palo izquierdo de Diego Rodríguez. Si nuestro antiguo héroe hubiera acertado la pena, quizá jamás hubiéramos festejado aquella tarde en La Plata: Esa jornada no hubiese existido.


Uno jamás dudaría del compromiso de un jugador como Tuzzio con su equipo, sea Independiente o Ferro. Fue un capricho del destino: Un emblema que años antes nos había devuelto al plano continental, aquella noche de Mayo, por accidente, nos devolvió la vida y la ilusión de ascenso. En el encuentro de la primera rueda de la B Nacional, disputado en 2013, Tuzzio había visto conmovido como todo un estadio lo aplaudía de pie. Agradeció con un gesto y retomó su rol en su nuevo equipo. 

Es imposible creer que Tuzzio malogró ese penal intencionalmente. Pero también es imposible interpretar que Tuzzio, nuestro Tuzzio, haría algo que encadenará a Independiente a un infierno. 




(Anteriormente on-line en Siempre Independiente)

1 comentario:

  1. No sé si leerás esto a dos años de la publicación, pero realmente me conmovió tan bien detallado recuerdo. Gracias.

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