sábado, 7 de enero de 2017

Bernardo Leyenda



¿Cómo se lo define a este particular guardameta? ¿Oportunista? ¿Malagradecido? ¿Afortunado? ¿Vanguardista? Quizá si nos centramos en lo que fue su fugaz paso por Independiente, deberíamos orientarnos en base a adjetivos negativos. Bernardo Leyenda fue protagonista de una de las vallas más inseguras de los últimos veinte años de Independiente. Este arquero no transmitía solidez y su rápida perdida del puesto es prueba de ello.

Bajo el ala de Julio César Falcioni, arribó a El Rojo tras una buena temporada 2004-2005 en Banfield. El joven Leyenda tenía la responsabilidad de ocupar la valla titular del equipo, tras la salida de Carlos Navarro Montoya. Con el respaldo del entrenador, los inicios parecían levemente promisorios: Sobre las primeras cuatro fechas, dos victorias (4-2 ante Lanús y 3-0 ante Instituto) y dos empates (ambos 1-1 frente a San Lorenzo y Argentinos). Cuatro goles sobre igual cantidad de encuentros disputados no parecía una cifra condenatoria, y daba lugar a extender el flagelo de la oportunidad ante el nuevo arquero del equipo.

Sin embargo, las leyendas de hadas (?) no duran para siempre: Dura derrota por 0-3 ante Gimnasia de La Plata, con responsabilidad del meta en la cifra de la caída. El mal trago quedó superado, sin embargo, en la jornada consecuente, cuando Leyenda desde su arco pudo ver el espectáculo en cancha de Sergio Agüero en la inolvidable goleada por 4 a 0 ante Racing. Pero mientras Independiente celebraba una nueva victoria en el clásico, el ciclo de Bernardo comenzaba a concluir. Un error insólito en un match ante Quilmes, finalizado en empate en uno, le costó su relación con la hinchada: Salió a descolgar un centro con sus palmas abiertas, inconsciente del cabezazo del ofensivo rival que finalizaría en gol para los cerveceros. Apareció posteriormente una bandera que quedaría por siempre en el inconsciente colectivo de la hinchada roja: “Leyenda autolesionate”. El fin estaba cerca.

La caída 1-3 ante un River Plate con un Radamel Falcao iluminado fue el punto final de su etapa en Independiente. ¿Quíen fue su sustituto? Nada menos que Oscar Ustari. Leyenda, sin quererlo, inició la dinastía de arqueros de la escuela de Miguel Ángel Santoro, que posteriormente brindaría a la vaya titular, además de Ustari, a Fabián Assmann, Adrián Gabbarini y Diego Rodríguez.

Pero, como diría Eduardo Sacheri, lo raro empezó después: A pesar del bajo nivel que el protagonista de este equipo demostró en El Rojo, su carrera incorporaría pasos por River Plate y Racing Club. Si bien no disputo siquiera un minuto en estos dos equipos, Bernardo Leyenda pasó por tres de los cinco grandes. Su estar en los vecinos fue una chimenea de humo con aroma más a resentimiento que otra cosa, alegando cierta debilidad ante la hinchada celeste y blanca y diciendo que su llegada a Racing era una “especie de revancha”.

Tras su estadía en El Cilindro y en El Monumental, fue suplente de Marcos Gutiérrez en San Martín de Tucumán, vistió la casaca de Defensa y Justicia, tuvo un breve período en el Nacional Potosí de Bolivia y se retiró como primer sustituto de Nicolás Cambiasso en el equipo de All Boys. A los 34 años dejó toda actividad relacionada con el fútbol para dedicarse a la música. En una entrevista que abordaba su giró en cuanto a vida profesional, él deslizó “Para los de Independiente debo haber sido el peor jugador de la historia”.




Y… digamos que más que leyenda, lo suyo en El Rojo fue un panfleto. 

(Anteriormente on-line en Siempre Independiente)

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