sábado, 7 de enero de 2017

Vladimir Marín



Nombre eslavo, apellido conocible en las calles de Avellaneda, origen colombiano y un antecedente en el fútbol brasileño: Vladimir Marín Ríos era un misterio para los hinchas de Independiente en aquel invierno del 2006. Jorge Burruchaga, sumergido en los primeros días de su etapa como nuestro entrenador, encabezaba una renovación en las filas del equipo tras la partida de Sergio Agüero al fútbol español. Parte de ese arribo de nuevas caras incluía a este lateral izquierdo de 163 centimetros de altura, que llegaba desde el Atlético Paranense para reforzar un cuarteto defensivo que contaba con Lorgio Álvarez, Guillermo Rodríguez y Leandro Gioda.

Con una complejidad física casi calcada de Roberto Carlos, Marín cumplía con los requisitos que los seguidores del fútbol sugerimos a un lateral izquierdo: Baja estatura, la cual debe potenciar una rapidez para asistir en la ofensiva, y buena pegada. Por supuesto que la comparación con el astro brasileño es pura ejemplificación, aunque lo hecho por este jugador colombiano con la casaca roja no fue para desmerecer. Sin embargo, claro está, fue escaso y olvidable con el paso del tiempo.
Solo disputó con la camiseta del Diablo el Clausura 2006. En el mismo, jugó 12 partidos y anotó un gol: Corrida memorable ante Lanús en la Doble Visera, recibiendo una asistencia de Montenegro y realizando un disparo cruzado, preciso y suave desde afuera del área que besó la red ante la mirada resignada de Carlos Bossio. Aquel día, Independiente ganó 4 a 2.


Concluida su fugaz travesía por suelo argentino, emigró al fútbol paraguayo. Llegó a jugar con su selección y lograr amplio reconocimiento jugando en Libertad y Olimpia.

 (Anteriormente on-line en Siempre Independiente)

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