En Clausura 2007 caminaba rumbo a su culminación. Tras el
final de la etapa de Jorge Burruchaga al mando, Independiente se reorganizaba
fecha a fecha sustentado por el interinato del inoxidable Miguel Ángel Santoro.
Con una seguidilla adicta a los empates (de los últimos cinco cotejos, El Rojo
había empatado cuatro y ganado uno) se arribó a la anteúltima jornada en lo que
sería un encuentro ante el ya descendido Quilmes de Alberto Fanesi. En una
escuadra compuesta por algunas promesas, jugadores de paso y otros de suerte
intermitente pero nunca efectiva, se posicionaba bajo la valla de El Diablo uno
de los jugadores más valorados por la falange roja: El arquero Oscar Ustari.
Visto que aquel partido ante los cerveceros era el último en condición de
localía (en aquellos tiempos oficiada en la cancha de Racing Club) su presencia
en el mismo tenía cierto aroma a despedida: Ofertas suculentas provenientes del
Viejo Continente, sumado al constante surgimiento de últimos hombres desde el
semillero santorista (Tenía por detrás a Fabián Assmann y Adrián Gabbarini)
daban a entender que el adiós estaba cerca.
Junto al mencionado Osky, dijeron presente en el once
titular Carlos Baez, Guillermo Rodríguez, Leandro Gioda, Sergio Escudero;
Gastón Machín, Adrián Calello, Enzo Bruno; Daniel Montenegro; Ismael Sosa y
Germán Denis. El rival, despidiéndose de la máxima división de manera
anticipada, se apoyaba en algún milagro futbolístico que dibujaran sus
bastiones Alvaro Pereira, Diego Torres, Pablo Batalla y Carlos Luna. Pero su
defensa tenía tendencias endebles y su arquero, Luciano Palos, antecedentes de
actuaciones en muy bajo nivel.
Sería el mismo Palos quien, en el afán de impedir un avance
en su área de Sosa cuando transcurrían cincuenta segundos de partido,
manotearía de manera abrupta el balón, trastabillando al joven atacante y
llevándolo a la caída. Claro penal que Montenegro cambiaría por un gol
tempranero. A escasos minutos del cierre de la primera etapa, una media vuelta
habilidosa de Sosa desembocaría en un derechazo cruzado que, con ayuda de
Palos, besaría la red quilmeña. Dos a cero cómodo ante la pasividad oponente.
La tarde regalaría otra jugada de peligro roja, cortada de
manera torpe y desesperada por la defensa rival. Un exquisito centro de
Montenegro fue interceptado por el pecho de Germán Denis, dispuesto a patear al
arco e ir a por el gol. Con más intención que casualidad, el defensa Manzanares
lo cuerpeó motivando su caída. El referí Saúl Laverni no vaciló en cobrar un
nuevo penal para Independiente. Pero este tendría un sabor distinto, ya que su
pateador tenía carácter inédito hasta entonces. Conmovido por el cada vez más
cercano fin de sus años en El Rojo, y un tanto motivado debido a la
tranquilidad en la cual se había sumergido el partido, casi poniendo su rol en piloto
automático, Oscar Ustari recorrió la totalidad el campo de juego para hacerse cargo
de la pena máxima. En instante, todos los independentistas se pusieron de pie
para alentar la sorpresiva travesía del arquero.
Frente a frente con su colega Palos, tomó un leve trote en
diagonal al balón y destinó al gol a la redonda gracias a un preciso toque de
derecha. Gritos de gol y melodías de aplausos aturdieron el estadio,
traduciendo aquel tanto como un “hasta pronto” dicho desde el botín del
arquero. Mientras sus compañeros lo abrazaban, en España comenzaban a coser el
apellido Ustari al buzo del Getafe, equipo adquisidor del jugador.
El resultado final sería de 4 a 1. Aquel 10 de Junio de
2007, la hinchada coreó sin césar el nombre del joven último hombre. Días más
tarde, en la visita a Gimnasia de Jujuy que acarreó un triunfo por 3 a 1, Oscar
Ustari se despidió definitivamente del arco de Independiente.
(Anteriormente on-line en Siempre Independiente)
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