El 2011 comenzaba a mover sus ruedas e Independiente
intentaba construir una actuación digna tanto en el Torneo Clausura como en
Copa Libertadores. Un plantel hijo de la obtención de la Sudamericana en el año
anterior había adquirido como refuerzos
a Iván Vélez y Matías Defederico.
Sin embargo, el transcurso de los partidos
desnudó una carencia de futbolistas en el seno de la doble competición: El propio
MDF, Facundo Parra, Andrés Silvera, Leonel Núñez y Brian Nieva caminaban no
lograron salvaguardar ciertas fugas en el nivel ofensivo y eso encendió la
alarma en el técnico Antonio Mohamed. Por eso es probable que el entrenador
haya respirado con algo de alivio cuando una lesión del joven Nicolas Mazzola,
alejado del equipo titular pero ingresado en los planes marginales del primer
equipo, haya quedado impedido de continuar su participación por una lesión y
ello habilitara al club para incorporar a un nuevo futbolista para el torneo
local y para la disputa continental.
Jairo Castillo se encontraba en México buscando resolver su
situación contractual con el Querétaro. A tan solo dos meses de su arribo, Febrero
de 2011 lo encontraba separado del plantel profesional debido a bajo
rendimiento. En un óptimo resurgimiento que había desempeñado en Godoy Cruz en
la temporada anterior él se escudaba para, descartando continuar en aquella
institución, buscar un nuevo horizonte. Claro que el contrato del colombiano
era una piedra en el zapato para una salida en libertad de acción y la propia
FIFA debió intervenir entre el atacante y el conjunto mexicano para destrabar
el conflicto. Mientras esto se desenvolvía, varios medios partidarios
comenzaron a hacer correr el rumor de que Jairo Castillo sería quien ocuparía
el cupo disponible de Mazzola, regresando a Independiente tras su paso en el
año 2004.
Aun cuando su situación se encontraba buscando ser resuelta
en el escritorio de algún dirigente de alto rango, efectivamente el delantero
firmó con ‘El Rojo’ a préstamo por un año y se puso a disposición del
entrenador. Su debut se dio frente a su ex equipo, Godoy Cruz, en la derrota
1-3 por Copa Libertadores que dejó a Independiente al borde del abismo. Pocos
días más tarde convirtió un gol precioso de emboquillada en la goleada por 4 a
0 ante Newell’s. Pero aquel mágico (?) tanto ante los rosarinos fue apenas un
destello: En el match posterior al citado anteriormente, frente a Quilmes,
Castillo se retiró en el complemento con molestias, dejando su lugar en la
cancha a Roberto Battión. Recién reaparecería un mes más tarde en la conclusión
de la fase de grupos de la copa, cuando un eliminado Independiente venció por 1
a 0 a Peñarol, en el cual compartiría delantera con Facundo Parra, posterior
arquero improvisado en aquella noche de victoria y despedida.
Sin la Libertadores dentro de los planes, la presencia de
Castillo se disipó por completo. Y no es una metáfora: Realmente desapareció de
la escuadra tras aquel partido en Uruguay. Lesión ó dificultades contractuales
aparte, lo llamativo es que su reaparición se dió… ¡al notificarse que la
policía de su país lo estaba buscando por causar un accidente de tráfico! A
comienzos de Agosto, Castillo escapó de un operativo policial ante la mirada
atónita de los agentes de tránsito de Cali. En aquella misma ciudad, una vez
superado su altercado con la ley, hallaría su nuevo conjunto, ya que firmaría
con el América de cara a la temporada 2011-2012. Así es, tres equipos en tan
solo nueve meses y la incógnita en todos los hinchas de Independiente respecto
a la extraña estadía de Castillo en nuestro equipo. El resultado son 4 partidos
y un gol, en un período entre el 10 de Marzo (primer partido contra ‘El Tomba’)
y el 12 de Abril (despedida frente a Peñarol). Así es, su paso duró tan solo un
mes y dos días.
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