martes, 23 de mayo de 2017

Sergio Merlini



La sombra, queridos amigos, solo es bendición cuando nos encontramos en una apretujada y pegajosa caminata veraniega por algún sitio donde el sol acapara todo nuestro escenario. Allí, sumergir nuestra existencia en el cuerpo oscurecido y refrescante de la dicha es un alivio exacto. Fuera de ese contexto, las sombras no suelen ser un lugar grato. Operar desde ellas, por ejemplo implica cierto residuo moral. Y si utilizamos la palabra para referirnos a el ser opacado por algo o alguien, aplicándola en el cruel latiguillo de "está a la sombra de...", la sensación es de vacío, de marginalidad. Una porción de la historia que no pudo ser captada por el colectivo humano al ser desplazada por hechos de mayor clamor, urgencia ó distinción.

El tiempo es un factor que también juega en este plató, porque lo que sucede en torno al protagonista de este post circula en lo que es la mala suerte, si podemos llamarla de algún modo, de nacer en la época equivocada, o simplemente elegir una forma de vida que se asimilaría a la aceptación de un rol secundario frente a un ser que cuadriplica el arte que él buscaba ejecutar, al ser dignos sus atributos de una verdadera leyenda.


La historia de Sergio Merlini comienza en Córdoba, a fines de 1962. En aquellos pagos comenzó desde pequeño a demostrar buenos dotes para esto del fútbol. La pelota al piso, los regates y las asistencias eran su fuerte cuando se disponía a jugar un picado con sus amigos. Tal era su destreza que fue incentivado por familia y allegados a probar su suerte en algún club de renombre. Pisaba los 18 años cuando, tras atravesar la etapa formativa, comenzó a ser parte del plantel del Club Atlético Independiente en lo que sería la fructífera década de los 80'. ¿Qué de qué jugaba Merlini? De 10. Al igual que un tal Ricardo Enrique Bochini, pequeño detalle.

Y aquí entra en juego la sombra, estimado lectores. Porque nuestro protagonista vislumbró con tristeza la Guerra de Malvinas, observó el regreso de la democracia a nuestro país, se impactó al ver el estallido del Challenger, vitoreó el triunfo en el Mundial de México, disfrutó las míticas transmisiones de Radio Bangkok, despidió a las leyendas de Luca Prodan y Federico Moura y escuchó el último discurso como presidente de Ronald Reagan, todo en un cúmulo de años que le implicaron ser el relevo desde el banco de suplentes de El Bocha, en tiempos donde su juego magistral era asimilable con la gracia divina. Los 80', para Merlini, fueron eso. Ni más. Ni menos. Porque sería estúpido de parte de un servidor etiquetar la estadía de este sujeto en nuestro equipo como un mero trasero apilado en el banco de suplentes. Amén de su rol de actor de reparto, Merlini vió de cerca una de las épocas más gloriosas de nuestra escuadras. Mojó tanto en campeonato local como en Copa Libertadores. E incluso alternó en posiciones que variaron desde el ataque a la defensa para buscar acumular algo de juego.

Las lesiones de Bochini, al mismo tiempo, le permitían aparecer en escena como titular de vez en cuando, como sucedió una tarde a comienzos de 1984: Por el Campeonato Nacional, José Pastoriza lo mandó con la 10 en la espalda -y en el short- en un match contra Chacarita. El Rojo, gracias al 1 a 0 que logró en dicho cotejo, mantuvo la punta del Grupo F, estadía que compartía con Atlético Tucumán, Kimberley de Mar del Plata y el mencionado Funebrero. Gustavo Crnko marcó el gol tras una asistencia del homenajeado de esta ocasión. La Jornada Está Aquí, mítica sección de El Gráfico en aquel entonces, lo eligió como figura de un partido que catalogó como mediocre. Un seis fue la calificación que le bastó a Merlini para, delgado y con sus rulos castaños al viento, salir fotografiado en una de las páginas de la revista. Más tarde, en ese mismo año, observaría desde la banqueta como José Percudani burlaba con su botín al guardameta Bruce Grobbelaar para que El Diablo venciera al Liverpool y se consagrara campeón de la Copa Intercontinental en Tokio.

Solo una intermitente cesión a Gimnasia La Plata pausó sus días en Independiente. Desde 1982 a 1989, El Mago Merlini disputó 126 partidos e hizo 15 goles. La década de los 90' advenía no solo a las privatizaciones, el uno a uno y a Marcelo Tinelli (?) sino también a la conclusión de su trayectoria, motivada por cierta racha de lesiones y desgaste físico. Eso no implico, sin embargo, el fin de su vínculo con el team de Avellaneda.



En 1999 apareció en una nota del Diario Olé, en donde detallaba su particular situación respecto al ser relevo de Bochini: "Estar a la sombra del Bocha fue lindo y feo a la vez. Lindo porque uno sabía lo que era él como jugador y lo importante que era estar a su lado. Disfrutaba muchísimo. Y feo porque quería ser titular siempre. Cuando fui a Gimnasia y tuve continuidad me preguntaba por qué me quedé tanto tiempo en Independiente sabiendo que podía jugar más en otro club. Yo no me quedaba en el club por comodidad. Yo me moría por jugar siempre. Si cuando estaba en el banco lo miraba 250 veces a técnico para ver si me ponía.". En aquel entonces, Merlini aparecía en algunos partidos a beneficio y homenajes que organizaba la institución. Dicha actividad continuó en la vida del mencionado, complementado con su arribo a las divisiones inferiores de El Rojo, en donde los tiempos que corren lo encuentran como formador de juveniles.

Bucear sobre más información sobre él en Internet es algo un tanto limitado. Alguna que otra intervención en un medio partidario, las noticias del secuestro fugaz pero intenso que padeció en 2014 y un curioso blog que se asimila a la obra de una estudiante de periodismo, ya que la única entrada que se encuentra en él es una extensa entrevista que la autora le realizó a Merlini, en donde repasa su trayectoria antes, durante y después de su paso por Independiente, con fotos, data y demás chiches. El título que encabeza aquel único postéo reza: "Sergio Merlini, Un ejemplo de perseverancia". Que mejor que así cerrar este escrito, ¿por qué que hace latir a un corazón más que la posibilidad de encontrar la chance de prosperidad siquiera a la vuelta de la esquina?





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