viernes, 30 de junio de 2017

Matías Oyola

Hablemos un poco del internet. Un viaje a un submundo del cual conocemos una pequeña porción del mismo, sin que suframos del famoso Jet lag por aparecer en un lugar ajeno a nuestras vivencias, cuando nos subimos a un cable o a una nada misma que nos redirecciona a posibles lugares ignotos. Buscadores que con milésimas de segundos resuelven nuestras dudas, televisión gratis, información, porno, hasta las consultas más inverisímiles que están sumergidas en la plataformas de YahooRespuestas son bienvenidas aquí.

Sin embargo, y pese a todo lo magnífico mencionado en el párrafo anterior, debemos admitir que la red posee ciertas lagunas que nos dejan parados en una nebulosa constante de búsqueda, más cuando nos ponemos en el rol de redactor y debemos sellar una nota. Indagar hasta en los lugares más recónditos por esos lares, podrá resultar escabroso, más cuando el tema en cuestión no es de tanta relevancia para el común denominador de la población.

El paso de Matías Oyola por Independiente se sumerge dentro de ese ostracismo que la intranet le propició. Encontrar, al detalle, cómo fue la vivencia del Pony en el sur del conurbano resulta ser una búsqueda de poco interés para nuestro motor de respuestas inmediatas, pero, con lo que tenemos, abordaremos todo lo que pasó con el talentoso enganche.

Criado y nacido en la provincia de Córdoba, más específicamente en la ciudad de Río Cuarto, punto de partida de otros cracks de este deporte como Pablo Aimar, Oyola mantuvo desde purrete la necesidad de saciar sus ganas de convertirse en un profesional en esta materia y comenzó su carrera en el Club Deportivo Boedo. A los 14 años debió abandonar la tierra del fernet, para pasar a las filas del Club Atlético River Plate, entidad con la que debutó en el 2003 e integró el plantel que se coronó en el Clausura de aquel año. El camino al éxito del mediocampista no fue sencillo. Defensores de Belgrano, Gimnasia y Esgrima de Jujuy, Belgrano de Córdoba y un fugaz retorno a la entidad de la banda, lo mantuvieron a prueba antes de que el Rojo, se cruzase su camino.

El invierno del 2007 azotaba a todos los bonaerenses. Jorge Burruchaga dejaba la dirección técnica y Pedro Troglio asumía como estratega de cara a un Apertura que quería tener a los propios como candidatos al título. Ante una sequía de futbolistas en ciertos sectores del campo, Peter, solicitó a Julio Comparada la incorporación de dos laterales, un mediocampista, un delantero y algún que otro tapado que no llegó a ser de mayor relevancia. Y J.C sació las voluntades y deseos del deté. Por la banda derecha llegó Ricardo Moreira, para aumentar la cuota goleadora arribó Cristian Ledesma y el volante no podía ser otro que nuestro homenajeado de hoy, por quien desembolsaron 360 mil dólares.

El ex Pirata tuvo su bautismo con la divisa punzó por la primera fecha del Apertura venidero. Rojos y Granates se veían las caras en el estado Juan Domingo Perón y el estreno fue más que auspicioso. Cinco a tres, con Daniel Montenegro, Ismael Sosa y Germán Denis como figuras estelares, para volver a la victoria en el comienzo de algún campeonato.

Así todo, las jornadas primogénitas fueron vanagloriadas y causaron mucho revuelo en el hincha. Cuatro partidos ganados de manera consecutiva en el arranque, hacían ilusionar con un equipo que luego se fue cayendo a pedazos y culminó en un nada decoroso noveno puesto, a diez puntos del campeón Lanús.

El paso volante no tuvo mucho más para relatar. Seguida su actuación, viajó a Santa Fe para sumarse a Colón, donde mantuvo una temporada regular, que le valió el boleto de ida hacia Ecuador, para así sumarse a las filas del Barcelona. Con Los Canarios zafó del descenso en el 2009, se convirtió en referente, ídolo y dio la vuelta olímpica en 2012 y 2016.

Sus actuaciones fueron una catapulta que lo llevaron a la nacionalización y presentación con la selección ecuatoriana, donde vivenció sus primeros minutos en las eliminatorias para Russia 2018, en un empate 2-2 ante Bolivia.


Su paso por Alsina y Bochini deja como saldo 20 cotejos, un tanto, la inexistencia de su trayecto en estos lares para Google y la consagración en la Copa Ciudad de Mar del Plata en 2007 y Copa Provincia de Salta 2008.

martes, 27 de junio de 2017

Ciencia Ficción: Ajax- 5 Reserva de Independiente- 1 (2011)



Recrear situaciones del pasado puede ser algo sumamente interesante, así también como una actividad incierta y confusa. Fiestas de reencuentro donde los fracasos matrimoniales se comparan con calvicies y estómagos prominentes, relaciones mal recalentadas cuyas segundas oportunidades no son más que capítulos desechables de una novela ó ceremonias familiares donde los celulares y las espaldas débiles han minado cualquier diversión más allá de algún chiste trasnochado. En el fútbol, claro, no es este tópico una excepción. Sería poco racionales de nuestra parte el decir que no hay una diferencia abismal entre el Independiente copero de los 70' y El Rojo campeón de la Copa Sudamericana del 2010, poniendo los problemas de un promedio cada vez más flaco y un plantel insuficiente bajo la alfombra del éxito.

La situación, bien lo sabemos, estallaría más tarde. Pero en ese auge de victoria de aquel 8 de Diciembre, las raíces de la proyección internacional alcanzaron prominencias que hoy son difíciles de entender. Y no nos referimos a la gira falopa de los players por Estados Unidos en el invierno del 2011, sino a una situación que se daba en simultaneo a dicha pretemporada: La reserva de Independiente viajando a Holanda para realizar un revival de la Copa Intercontinental de 1972 ante... el Ajax.


Comandados por Cristian Díaz, los pibes arribaron a los Países Bajos en vísperas del partido del 24 de Julio. Tantearon el imponente Amsterdam Arena, sede del cotejo amistoso ante el equipo local. Ya se diagramaba el once titular: Diego Rodríguez; Alexis Zárate, Sergio Ojeda, Federico Gay, Brian González; Francisco Pizzini, Jonathan Suárez, Marcelo Vidal, Fabián Monserrat; Marco Pérez y Patricio Vidal. Como bien leen, un equipo compuesto por jóvenes -en aquel entonces- sujetos que buscaban su lugar en el primer plantel. Reforzados, claro, por el atacante colombiano Pérez, refuerzo de Independiente que buscaba ganar minutos de juego para llegar a tono a la Suruga Bank pocos días más tarde. "Es un sueño y una motivación para lo que viene" esbozaba el técnico Díaz,

El asunto era la predisposición del Ajax para el partido. Uno diría que los holandeses, a ritmo de sus pares argentinos, formarían con un equipo opcional, o guardarían sus mejores hombres ante el concepto vacío de contenido más allá del histórico que presentaba la jornada. Nada de eso sucedió: Frank De Boer, célebre entrenador en aquellos lares, mandó a la cancha a un equipo lleno de figuras de peso, como el arquero Maarten Stekelenburg, el defensa belga Jan Vertonghen, Siem De Jong y el volante ofensivo danés Christian Eriksen. Ambos ya tenían al hombro partidos internacionales con sus respectivos seleccionados y una experiencia que duplicaba a lo ofrecido en aquel cotejo por parte de Independiente.



No hubo milagro alguno. Cinco tantos fue los que marcó la escuadra local. A saber, uno del mencionado Eriksen, otro del delantero holandés Lorenzo Ebecillo y un triplete que tuvo como autor al armenio-holandés Aras Özbiliz. La respuesta roja fue un tanto del ingresante Martín Benítez y un penal atajado por El Ruso Rodríguez, verdugo en la pena máxima del volante Theo Janssen. Cabe decir que, sin embargo, el guardavalla cargó con una enorme responsabilidad en el gol de Erkissen -primero de los holandeses-, hijo de un error suyo al intentar sacar la pelota de su área y regalársela en un mal relevo al rival. Corrían solo cinco minutos de partido.



Delirio de la era comparadista entremezclado con una pésima logística en cuanto a organización de compromisos, el primer equipo rojo apenas se enteró como se mandó a los pibes a un partido imposible en pos de una fantochada que difícilmente tenga sentido a nuestros ojos hoy en día. Del partido solo se encuentran compilados en holandés y alguna crónica realizada a las apuradas. Casi como si dicho encuentro jamás hubiese existido.





domingo, 25 de junio de 2017

Nicolás Cabrera


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Generalmente, en el mundo de la redonda, sea amateur o profesional, un futbolista puede participar y haber nacido con un talento para este deporte, o también están los casos donde sin ser un crack hay muy buenos jugadores que han sido parte de muchas instituciones a nivel mundial. No obstante, siempre hay un momento en la vida que todo deportista (en este caso, el fútbol) tiene un gran día, de esos que marcarían un enlace de amor con la hinchada, o simplemente fue un delirio futbolístico casual. Para representar este último ejemplo, es necesario que leamos este post sobre Nicolás Cabrera.

Nacido el 5 de junio de 1984 en la ciudad de La Plata, este mediocampista por el sector derecho realizó sus primeros pasos en Gimnasia y Esgrima, donde debutó profesionalmente en el año 2003. Se caracterizó por meter y correr más que por ser habilidoso. Allí se mantuvo hasta el año 2007 donde tuvo un corto paso por Racing, sin pena ni gloria, en el mismo caso cuando fichó para Newell’s donde jugó poco y nada. Luego de no encontrar una regularidad deseada, fue Vélez quien lo acobijó en el año 2008. Allí tuvo una participación más activa y destacada, tal es así que en el 2009 y de la mano de Ricardo Gareca, logró el polémico campeonato Clausura del año 2009. Permaneció allí hasta mediados del 2010, donde fue adquirido por Independiente.

Daniel Garnero asumió en reemplazo de Américo Gallego post Clausura 2010 y con la premisa de renovar el plantel sugirió varios nombres que podían jerarquizar (!) el plantel como Germán Pacheco, Cristian Pellerano, Roberto Battión y el mismo protagonista de este post.
Cabrera debutó en el Apertura 2010 precisamente contra su ex club, Vélez, en un partido que mereció ganar por muchos más goles la institución de Liniers. Tan solo fue 1-0 con gol del uruguayo Santiago Silva. Ese día Independiente alineó a: Gabbarini; Vallés, Tuzzio, Velázquez, Mareque; Cabrera, Battión, Pellerano, Mancuello; Pacheco y Silvera.
Los malos resultados durante ese torneo coincidieron con el nivel mostrado por el plantel en general (incluído el del ex Gimnasia) a tal punto que Garnero renunció tras caer contra Banfield con una goleada contundente por 4-0.

Con la llegada de Antonio Mohamed, e Independiente en la disputa por la Copa Sudamericana del año 2010, Nicolás llegó a ser una pieza fundamental en los esquemas diagramados por el Turco. Prácticamente, jugó casi todo el torneo internacional, donde además anotó un gol fundamental en los octavos de final contra Defensor Sporting, en un partido que Independiente venció por 4-2 y le permitió clasificar a los cuartos de final. Para destacar, Mohamed le daba mucha importancia a la pelota parada, de la cual en muchas ocasiones Cabrera era el ejecutante principal. La historia, como bien se sabe, fue a favor del Rojo en su participación continental con la obtención del título. La formación ideal del campeón fue: Navarro; Velázquez, Tuzzio, Galeano, Mareque; Battión, Godoy; Fredes, Cabrera; Parra y Silvera.

Al año siguiente, en 2011, y con los Diablos en la Copa Libertadores de América, arrancaba una nueva ilusión en todo sentido, copas por doquier, lo que todo hincha deseaba. Aunque el torneo Clausura no fue el arranque deseado: dos empates (frente a Vélez y Argentinos Juniors) y dos derrotas (frente a River y Arsenal), mostraron un flojo comienzo en el certamen doméstico. Mohamed pateó el tablero en la quinta fecha frente a Newell’s en el Libertadores de América donde Eduardo Tuzzio integró el doble 5 con Cristian Pellerano (!), entre tantas cosas. Pero lo más destacado de aquella noche del 14 de marzo fue la actuación de 10 puntos, ni más ni menos, de Cabrera. En un arranque fulminante a los 3 minutos del primer tiempo marcó el gol que abrió la cuenta, y tan solo 8 minutos después amplió el marcador. 2-0 y todavía no había pasado un cuarto de hora. Independiente fue un monólogo, superior en todas las líneas y no le causaron peligro alguno. A los 25, Cabrera pisó el acelerador y tras un pase atrás hacia Silvera, el Cuqui resolvió de la mejor manera para estampar el 3-0. Goleada, y todavía quedaba el segundo tiempo por comenzar. Claro está que con el resultado abultado el Rojo controló las acciones del partido prácticamente hasta el final. En el complemento, y para cerrar su actuación, Cabrera asistió a Jairo Castillo para decorar aún más el resultado por 4-0. Independiente, recuperaba la sonrisa y mantuvo un nivel muy alto en esa noche.

Pero si retomamos el comienzo, esto tan solo fue una casualidad y no se prolongó durante su estadía hacia fines de ese año para el homenajeado. Para Mohamed, y posteriormente Ramón Díaz, dejó de ser una prioridad y el jugador junto con el club decidieron poner punto final al vínculo contractual. Su saldo en Independiente fue de un título, 39 partidos y tan solo tres goles, de los cuales un par fueron en su ataque futbolístico de magia.

Gimnasia nuevamente, All Boys, Quilmes y en la actualidad Villa San Carlos fueron sus posteriores clubes en los cuales contaron con los servicios de Cabrera, un jugador que no deslumbró, bueno, tan solo esa noche frente a Newell’s y… nada más.

sábado, 24 de junio de 2017

Esteban Fuertes

Vamos a ir directo y al grano. Nos cuesta en Independiente Inédito discernir, en ciertas ocasiones, en donde debemos encasillar algunas de nuestras notas. Y esto pasa porque, a veces, ciertos elementos de algunas columnas se mezclan con algunos otros  de una sección aparte en este mundo de escritura cibernética y, en este limbo, nos situamos en este momento, porque en estas líneas enlazaremos el asombro que acarrea uno de los apellidos en la memoria del olvido para los hinchas, pero que vuelve de nuestro inconsciente cuando se torna una verdadera Piedra en el Zapato.

Esteban Fuertes, hombre nacido en Coronel Dorrego –tierra en donde los desfiles de carrozas y tropillas o jineteadas se mantienen vigentes- es la personificación de un expediente abierto y difícil de cerrar para la vida independentista. Representó una de las últimas generaciones de la década de los noventa que se formó en nuestro semillero, luego de pasar por el fútbol bahiense y por nuestro homónimo de su ciudad de origen. Darío Bonjour, su entrenador en la Liga del Sur, le vio el talento necesario que debe tener un nueve de estirpe y decidió llevarlo al lado Rojo de Avellaneda, para que haga las formativas y tenga su chance de presentarse en un grande.

Su debut en la primera división fue en 1991, perdido ya entre recortes de diarios que no aparecen, pero con páginas web que responden a nuestras consultas, y lo encuadran en un 19 de abril, en el empate 1 a 1 ante Ferro. La particularidad, es que apenas  un cuarto de hora duró con la roja puesta y debió naufragar en las divisionales menores y hacerse fuerte a base pelea. Al menos, el mote del Bichi nació en Alsina y Bochini: “Un compañero, Walter Boldorini, me empezó a decir ‘parecés el hermano de Borghi’, y me empezó a decir así”.

“Fue raro, porque sólo jugué 13 ó 15 minutos en Primera. Me fueron prestando hasta que llegó el momento de firmar contrato. Jugué en El Porvenir y en Los Andes”. El Aurinegro y el elenco de Lomas –elenco con el que logró el ascenso- supieron cómo resguardarlo en el seno de sus casacas. Demostró todo su potencial goleador, marcó 48 goles en 93 cotejos con ambas instituciones y regresó óptimo para colgarse la de Platense, punto de inflexión en el cual nos detendremos antes de continuar abordando este relato. En 1997, luego de su estadía en Vicente López, decidió jugársela a fondo, volver al sur del conurbano, pero a Racing, en épocas en donde uno podía ver a su hijo en el patio del colegio PIO XII (?).

Con la Academia, una temporada alcanzó, se dio el lujo de convertir en una edición del clásico local y tuvo su primera etapa en Colón de Santa Fe, lugar de sus amores y en donde rompió cuanta red quiso. Aquel 1997, sería año de polémicas. Sabaleros y Rojos se batían a duelo para vaticinar qué equipo clasificaría a la Copa Libertadores del próximo año. Pese a la protesta de todo el Diablo por una supuesta mala inclusión del Fuertes –por un atraso de pago en el rival de toda la vida- este fue testigo y autor material de la victoria de los santafecinos que dejaría a los nuestros con las manos vacías. Aún, resuenan en algunos revisionistas, historiadores y periodistas que presenciaron ese encuentro, que el inspector de A.F.A escribió su errónea incorporación, pero que Julio Grondona benefició al rojinegro. Cuestiones, aún, difíciles de corroborar.

El nuevo milenio llegaría y, lejos reanimar los ánimos amistosos entre hinchas y profesional, se haría presente un nuevo capítulo que haría mucho más tensa la relación. El Calusura modelo ’00 veía a los nuestros como animadores y perseguidores del líder River. El Rey quería llegar a la punta y debía verse las caras con Colón, conseguir los tres puntos y aguardar a ver qué pasaba con la banda. El resultado fue un adverso 3-2, con Fuertes decretando el tercer y último tanto, ahogando las posibilidades de campeonar al equipo craneado por Enzo Trossero.

Una breve estadía en Europa, deambulando las plantillas del Lens de Francia, el Derby Country inglés y el Tenerife español, bastaron para regresar a la argentina y volver a aparecer en los álbumes de figuritas, esta vez con la banda puesta. La bomba estalló cuando mantuvo charlas con los medios de comunicación y le puso picante al clásico venidero en 2002.

"Me da lo mismo la forma en que me reciban. ¿Si me motivan los insultos? No sé, lo que me motiva es ponerme esta camiseta. Siempre que jugué en frente me insultaron, pero es un problema de ellos, no mío. Lo que pasa es que están dolidos porque cada vez que jugué les hice goles, debe ser por eso la mala onda”, sostuvo en la previa, como augurio de una frase aún más polémica que haría irreconciliables las cosas: “"A Independiente lo tengo de hijo".

La provincia con forma de bota pasó a ser su lugar de vida. Pese a no ser natalicio de allí, encontró su lugar en el mundo, defendiendo esa casaca por ocho años, coronándose como máximo goleador y hombre con más presencias allí. Sería, verdugo y propulsor de la tan temerosa “Ley del Ex”, convirtiéndose en uno de los jugadores que más le marcaron a los arqueros que defendían el arco de la Doble Visera y sosteniéndonos como una de sus víctimas favoritas.


Sport Boys en 2013 y Escuela Deportiva Junin, en donde oficia como delantero y director técnico, son sus últimos eslabones de esta carrera de largos 26 años, en donde pasó absolutamente de todo. Fue nuestro por 900 segundos, se consolidó como rival, jugó para nuestro clásico y demostró toda su artillería en la meta que nos pertenece.

martes, 20 de junio de 2017

Ciencia Ficción: El caso Ariel Rocha



Hay una palabra en el universo futbolístico que hace temblar al sinfín de jugadores que circulan en él, cotejo tras cotejo y entrenamiento tras entrenamiento, y esa es colgado. No hay más concentraciones ni partidos hasta nuevo aviso. Purgatorio donde se pierde el ritmo, se disminuye la cotización propia y se bordéa el vagabundeo en conjuntos o ligas que están lejos de cuadrar en nuestras expectativas. Nadie está exento: La estrella de élite alemana Mario Götze, aquel quien fuera verdugo de Argentina en la final del Mundial del 2014, a sus tempranos 25 años intenta sortear un malestar en su metabolismo, lo cual lo tiene alejado de los estadios desde hace meses. Contractualmente es un fantasma, ya que si bien figura en el papeleo del Borussia Dortmund como miembro de su primer equipo, sus pies no pisan el césped desde hace ya un largo tiempo. 


El año 2000 fue testigo del arribo de Ariel Rocha al arco del Club Atlético Independiente. A sus 26 años, había dado sus primeros pasos como profesional en Ferro, en donde se mantuvo casi una década y en donde estuvo próximo a arribar al centenar del partidos. En un Rojo que en el génesis del Siglo XXI no se caracterizó por hilvanar grandes campañas hasta la llegada de Américo Gallego, nuestro homenajeado logró hacerse con un nombre en el once titular a medida que peleaba el puesto con Oscar Passet, Damián Albil y Darío Sala. Era conocido su fanatismo por El Diablo, algo que articuló una buena relación con los seguidores del club. Se ganó la banca de la exigente popular independentista y dotó sus actuaciones algo sobrias con una personalidad carismática. Durante el 2001 usó en su buzo el dibujo de una pantera, algo que se remontaba a sus años en Victoriano Arenas, club donde hizo sus primeras armas en la valla. Dicho diseño en su indumentaria acompañó al apodo que se le asignó en el colectivo futbolero. 

Pero también convivían en la personalidad de Rocha una faceta solidaria que el arquero emergía en tiempos donde el país se encontraba sumergiéndose en una crisis económica letal, sustentando una oleada de miseria y austeridad a la que nuestro sujeto decidió no serle indiferente: "Soy un tipo de barrio, normal, nunca nos faltó nada. Me gusta ayudar a aquellos que no pueden acceder a cosas normales; tienen el mismo derecho el presidente argentino como el más pobre" y esbozaba una reflexión sobre la situación nacional que bien pudiera encajar en los cánones actuales: "El argentino perdió la dignidad, le da todo lo mismo, negocia todo y en la vida hay cosas innegociables, como los sentimientos y la dignidad. Hay gente que a la tarde no sabe si a la noche va a comer, es terrible. Yo me voy a morir en la mía, pobre o rico, pero defendiendo mis ideas. La gente está tan mareada que no entiende nada. Una persona que mata o que viola sale enseguida, y uno que roba un peso está diez años preso. Cuando se pierde la lógica, no se sabe lo que se quiere".

Quedaba claro que Rocha era algo más que un tipo parado bajo los tres palos y vestido en forma distinta a sus diez compañeros restantes. En sus palabras hilvanó también una fuerte crítica al sistema del fútbol, así como a la matriz política. Rocha aún no destapaba la olla, pero si asimilaba que lo que había adentro estaba putrefacto: "En el país y en el fútbol hay una hipocresía enorme. Siempre se dice lo que conviene y no lo que se piensa; hay mucha sanata para que la gente escuche lo que quiere oír. Si al Presidente no le alcanza la plata, como dijo, el chico de la vuelta de mi casa se tiene que matar. Muchos no serían presidentes, concejales o senadores si dijeran lo que piensan, porque este sistema corrupto no se los permite.".

Sin embargo, en este arte los resultados devoran a las palabras. Independiente realizó flojas campañas en los tiempos de AR en el arco: Finalizó 17mo en el Clausura 2001 y 10mo en el Apertura del mismo año, con el agregado de tener que ver desde dicha posición el título de Racing Club. En el clásico frente a dicho cuadro, Rocha cometería un error garrafal que le costaría a nuestro equipo los tres puntos. Con el match a favor por la mínima gracias a un tanto de Diego Forlan, un centro del rival hizo perder los estribos al arquero, que salió de forma imprudente a descolgar la pelota casi al borde del área, chocando con defensores propios y facilitando la tarea del futbolista Gabriel Loeschbor, que solo debió direccionar la bocha hacia el arco para que esta besara la red sin resistencia alguna. Fue la última jugada del partido. Sin poder justificar tamaña salida en falso, Rocha solo atinó a ver resignado el festejo racinguista. 

Pero no fue en vano lo dicho anteriormente respecto al vínculo de Rocha con la hinchada: En el encuentro posterior al derby, los fanáticos corearon su nombre en señal de apoyo, recibiendo otras muestras de cariño que rehabilitaron la confianza del guardavalla. El técnico Enzo Trossero también deslizó su visto bueno al jugador: "Va a seguir como titular". El protagonista de este post se responsabilizó por el blooper y no escatimó sensación alguna en su declaración a la prensa:  “Sé que le arruiné la fiesta a mucha gente, por lo que pido disculpas. Pero cometí el error de haber actuado como un hincha. Viví el partido con demasiada pasión, y eso me llevó a cometer el error del final”.


En el arribo del año 2002 es cuando esta historia se torna extraña. En la noche del 20 de Febrero, Rocha ataja por última vez con el Club Atlético Independiente: Derrota 2-3 en la visita a Newell's Old Boys. El Rojo había comenzado el partido ganado por 2 a 0 gracias a los tantos de José Luís Zelaye y Pablo Cuba, pero La Lepra consumó la remontada definitiva a diez del final, con algo de complicidad del arquero. Una lesión lo marginó del partido posterior, la victoria 2-0 ante Belgrano de Córdoba, donde Sala tomó el relevo. Y nunca más se volvería a saber de Rocha en el primer equipo. Recién a comienzos del 2003 -un año después al match frente a los rosarinos- se supo mediante la prensa que sería cedido a Nueva Chicago, en donde se mantuvo seis meses. No disputó partidos.

En Febrero del 2004, con dos años al hombro de carencia de minutos de juego, explotó la bomba: "Dirigentes de Independiente pedían plata para jugar". La voz de Rocha retumbaba en los auriculares de los conductores de Independiente de América, medio que se encontraba entrevistando al guardameta:  "No me lo podía callar más, sino sería un hipócrita". Cuando entró en colación la responsabilidad del presidente por aquel entonces, Andrés Ducantenzeiler, Rocha hilvanó: "Estos dirigentes dijeron que venían a trabajar por el club y lo único que hicieron es llevarlo a al desastre en el que se encuentra. Nadie sabe de que viven algunos dirigentes del club". Y concluyó: "Conmigo eso no pasó porque yo no vendí mi dignidad. Por eso no jugué en el club".

Desde la comisión directiva, se disfrazó a las declaraciones del arquero de cierto resentimiento por su ausencia en el primer equipo. Se balbuceó la posibilidad de una investigación que finalmente quedó en la nada y simplemente se esperó a que los tiempos de Rocha en Independiente llegaran de una vez a su fin, en la conclusión de su vínculo con la institución en el invierno del 2004. A sus espaldas, llevaba dos años y medio sin actividad, estando excluido de las pretemporadas y marginado del resto de sus pares por decisión de la CD. Su siguiente hogar, Arsenal de Sarandí, lo vió apagarse desde la oscuridad del banco de suplentes, relegado por Alejandro Limia.


No podemos ignorar, sin embargo, el peso que tuvieron las palabras de Rocha a nivel judicial. En este carácter, se reflejó que el arquero estaba en lo cierto: Una investigación del periodista Gustavo Veiga mostró como se había comprobado ante la justicia que el defensa Cristian Tavio había sido despojado de casi 60 mil pesos correspondientes a su prima, dinero que fue a parar a las arcas de la secretaría deportiva del club, comandada por Héctor Diz en aquel entonces, quien había sido expulsado de la institución alegando irregularidades en el manejo de pases de jugadores durante su gestión. La situación estaba tan podrida que los dirigentes se vieron obligados a mudarse a una nueva plataforma los limpiara e indultara tras los desastres de la era Ducantenzeiler: Así fue como comenzó a tomar peso el nombre de Julio Comparada, quien inició la transición hacia su propia administración hermanado y asesorado por los mismos hombres que Rocha asimilaba en su denuncia pública.




"No me costará retirarme, porque no dependo de las tentaciones que rodean a la pelota" decía Rocha en sus viejos buenos tiempos, en los que era el arquero titular de Independiente. Años más tarde, se alejaba de la actividad asqueado por el circo siniestro del cual no quiso ser parte. Su historia fue victima de haber decidido no callar ante el manejo impune y la corrupción interna. Y bien se sabe que el peor castigo que los poderosos pueden aplicar a quienes no obedecen su orquesta de impunidad y delitos, es transformar a uno en un parea, un fantasma, un inexistente. Un colgado, en términos futbolísticos. 


domingo, 18 de junio de 2017

Matías Villavicencio



Para todos aquellos deportistas es muy importante que en su actividad física también se acompañe por una dieta balanceada que incorpore pescados, verduras, carnes, agua, y nada de bebidas o alimentos que suponen excesivas calorías y posterior aumento de peso. Puntualizando en el agua, y sin hacer publicidad (?), nada mejor que tomar Villavicencio, una bien pura de la provincia de Mendoza. Pero este post no está referido ni tiene canjes con aquella empresa si no que hablaremos de Matías Villavicencio, un defensor purista como su apellido que refrescó (?) con sus participaciones desde aquel sector.

Nacido el 18 de septiembre de 1981 en Berazategui, el defensa hizo sus primeros pasos en el fútbol con la camiseta de nuestro Independiente. Central devenido en lateral por derecha, de características aguerridas, debutó en Primera División en el año 2001, precisamente en el Apertura de dicho año, donde jugó dos encuentros. Sin ninguna duda, su punto más importante en su carrera futbolística se dio en el año 2002, donde fue parte del plantel campeón del Torneo Apertura de ese año.

En aquella competición, nuestro protagonista tuvo escasas participaciones. A saber: ingresó en el complemento frente a Racing, en un partido el cual el Rojo venció a su eterno rival por 4-1, visitando al otro conjunto de Avellaneda que hizo de local en River Plate. Posterior a ese cotejo, fue titular frente a Newell’s donde Independiente igualó en un tanto con gol de Federico Domínguez. Por demás, fue partícipe de la tremenda goleada frente a Colón también en la Doble Visera, por un contundente 7 a 1.

Sin embargo, para el técnico Américo Gallego, él no era un titular habitual, más bien un suplente sometido a escaso rodaje. Su última participación fue entonces como titular ante Banfield por la fecha 17, donde fue caída por 2 a 1. Luego llegaría el final más deseado con la coronación de los Diablos tras ocho años de sequía en el plano nacional: Frente a San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro, por una goleada 3-0 para terminar la malaria. Fiesta.

En cuanto a Villavicencio, tras el éxito independientista, y con la fuga de muchos titulares que habían dado la vuelta olímpica, pareció ser el éxito garantizado de una continuidad regular. No sucedió y tan solo jugó cinco partidos en todo el año 2003, sin pena ni gloria.

Siguió su carrera en Huracán, luego en Olimpo de Bahía Blanca, ambos equipos de Tucumán (San Martín y Atlético), Ferro, Central Norte, Deportivo Morón, un exótico paso por el actual club de Carlos Tévez, el Shanghai Shenhua -donde ni siquiera jugó un partido-, Gimnasia de Mendoza, y finalmente donde nuestros registros actuales marcan que fichó en el año 2016 para jugar el Federal A con Gimnasia y Tiro de Salta. Todo un trotamundos del fútbol argento.

Su saldo en Independiente fue de 29 partidos y ningún gol a favor, muchas suplencias y una continuidad poco deseada para el futbolista, siendo su estadía en El Rojo insulsa y sin hitos. Más claro, echale agua.



viernes, 16 de junio de 2017

Matías Vuoso

Los milenials son un verdadero dolor de cabeza. Hurgar en los archivos nos lleva a la inevitable conclusión de que los canteranos que surgieron de nuestros predios padecieron el ostracismo total en clubes de menor envergadura, o provocaron un desapego total por la institución. ¿Cabe aquí preguntarse por el famoso sentido de pertenencia? Es muy subjetivo. De lo que sí estamos seguros, es que es difícil conseguir casos en donde juveniles propios la rompen, poseen una carrera exitosa y regresan con todos los honores. Apenas una pequeña porción de este gran tanque devorador de sueños e ilusiones, rozan ese pedestal, con Sergio Agüero como máximo exponente de la excepción a la regla.

Pero no es este debate de regreso al lugar nativo el que nos convoca. Nos caracterizamos, en Independiente Inédito, por acercarles a ustedes aquellos casos pocos conocidos o reconocidos, que tuvieron una serte dispar a la hora de beneficiar la suerte de Independiente. Nos adentramos en una historia más de estos profesionales a los que llamaremos también como Generación Y, en donde el camino deseado, distó del ideal.

Vicente José Matías Vuoso –o Matías como abrevio más amistoso- es uno de los jóvenes talentos que encandiló a los hinchas, recogió el pronto cariño e hizo arder de rojas las palmas de los rojos que se alistaban para la reunión ceremonial de cada domingo. Delantero de cualidades explosivas, eje de área y romperedes son las características más sobresalientes de aquel muchachito que, precoz todavía en el mundo de la redonda, tuvo la suerte de tener su bautismo de carrera el 6 de agosto del 2000, en un poco anecdótico empate ante Almagro, pero que servirá para contextualizar el relato que nos reúne.

Dos temporadas, entre el C.A.I modelo ’00 y el ’02, le valieron de experiencia para tener una transferencia al viejo continente, por una jugosa suma de 3.500.000 de libras esterlinas. El Manchester City –distante de la realidad actual- empezaba a diagramar su plan estratégico para consolidarse como potencia y codearse en los primeros planos a nivel internacional y vio en el argentino el delantero de área que estaba buscando. Sin cotejos en su haber –mucho menos con anotaciones- recaló en el Santos Laguna de México, en donde comenzó su verdadero idilio de amor con el balompié.

En la tierra de los tacos y burritos es donde se consolidó como el verdadero galán en una telenovela que tenía como escenario principal un estadio de fútbol. Una Interliga en el 2004 y una conquista en el torneo de primera división en el 2008, sumados a dos títulos personales como máximo artillero, generó un verdadero “Amor a la mexicana…”.

Trece años compitiendo en el máximo nivel del país centroamericano, le valieron la nacionalización y convocatoria a la Selección Tricolor, en donde repartió doce escollos entre amistosos, eliminatorias y una Copa América, para registrar un total de seis anotaciones. Mientras tanto, a nivel clubes, deambulaba entre el Santos, América, Atlas, Chiapas y Cruz Azul, mientras desde Avellaneda lo tanteaban de reojo para conocer su situación en cada mercado de pases.

El primer punto de quiebre llega en la temporada 2013/2014. En un momento de nuestra historia que ni siquiera queremos nombrar, el primer apuntado al regreso para solidarizarse era el Toro, aunque sin los mismos ánimos desde el otro lado.

“Me llamaron una vez con Comparada y no se dio por cuestiones familiares. No crean todo lo que dicen. Molesta que se hablen cosas que no son y no sé por qué lo hacen. En algún momento pensé volver, pero estoy muy arraigado a mi familia acá. Pero si volviera al país, sólo sería a Independiente y no sería por plata”, soltó Vuoso, intentando aclarar un panorama más que difuminado para el hincha.

Mediados del 2016 llegaría y el propio jugador, con ánimos de reencontrarse con la pasión argenta, empezó su campaña para ser bien recibido por el club que lo formó. “En la Argentina mi prioridad es Independiente. Me interesa mucho que pueda dirigirme Gabriel Milito”, exclamó, ante un llamado que no fue respondido. El puesto de centrodelantero estaba cubierto y recaló en Talleres de Córdoba, donde poco pudo hacer.


Hoy, con el combustible a cuentagotas, despunta sus últimas apariciones en el Correcaminos mexicano, como no podía ser de otra manera. Sus números en Alsina y Bochini dejan 73 apariciones, 15 goles, tres millones y medio de libras bien invertidas (?), el alimento de este tabú de lo difícil que es encuadrar para los talentos benjamines de este milenio. 

martes, 13 de junio de 2017

Ciencia Ficción: El partido contra Peñarol (2011)



"Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar". Dicha premisa reposa en uno de los momentos cúlmine que posee la mítica Fight Club, película del año 1999 protagonizada por Edward Norton, Helena Bonham Carter y Roberto Battión Brad Pitt. Bien nos sirve aquella frase para recrear lo que sucedía en el Estadio Centenario el 12 de Abril del 2011. Era noche de Copa Libertadores. De un lado, Peñarol de Montevideo, con plaza ya asegurada en la siguiente ronda, y con el mantenerse en el primer puesto del Grupo 8 como máxima motivación en la velada que nos regalaba la Banda Oriental. La visita, Independiente de Avellaneda, necesitaba un verdadero milagro para continuar su trayecto en la competencia: Por un lado, esperar que Liga de Quito y Godoy Cruz -los otros dos integrantes del cupo- empataran en Ecuador. Y, por el otro, debía anotar ¡ocho goles! en su paso por suelo uruguayo. En ese momento, la preocupación no pasaba por anotar tamaña goleada, sino siquiera mantener la dignidad en lo que sería la despedida tempranera de la copa.

Había sido muy flojo el transitar independentista hasta la última fecha de disputa. Debutó con un 3-0 promisorio frente a los uruguayos, ante un Libertadores colmado. Pero lo posterior estaría lejos de tamaña performance: 0-3 y 1-1 ante la LDU y 1-3 y 1-1 ante los mendocinos, conocida piedra en el zapato para nuestro historial. La escuadra que había ingresado a la competición tras vencer en repechaje al Deportivo Quito, se apagó fecha tras fecha y con ello arribo la disconformidad del público. El técnico Antonio Mohamed perdía crédito, la irregularidad en el once titular era algo desordenado más que rotativo y el refuerzo de peso contratado en el mercado veraniego, Matías Defederico, caminaba un nivel bajo en comparación a sus tiempos jóvenes en Huracán. Cabizbajo y con sus objetivos lejos de su horizonte, Independiente arribó a la tierra de Rubén Rada venerando un empate como sinónimo de conformidad.


Hay algunos rincones de la vida en que caemos a un lugar con tan poca fe en que suceda algo bueno, tan seguros de que la mediocridad será nuestra única compañía en aquel sitio, que pareciera que por capricho del guión ciertas cosas insulsas comienzan a tornar un sabor placentero, y lo que iba a salir mal, sale... bien. Muy bien. Y uno puede irse con la cabeza alta, prometiendo aprender de los errores y resguardando la actitud que presentó en una noche donde nadie esperaba algo de nosotros. Es cierto que Independiente fue eliminado en primera ronda. Pero ganó por 1 a 0 en un partido que disputó de igual a igual, con intensidad y concentrando su potencial en el ataque que Patricio Rodríguez, Leandro Gracián, Jairo Castillo y Facundo Parra compusieron en aquella lejana noche transcurrida hace más de media década. Hasta aquel cotejo, Peñarol llevaba un invicto en su estadio en la competición. El único tanto, arribado a finales del primer tiempo gracias al ex Chacarita, torció su destino y lo relegó al segundo puesto: Liga venció a Godoy Cruz y arribo al máximo lugar del grupo.



¿Dato de color? De arquero terminó ¡Parra! ¿Cómo fue esto? Se acercaba el final del partido y el atacante Juan Manuel Olivera inició un pleito con el lateral Iván Vélez, llegando el primero a agredir al colombiano con un cabezazo. El arquero Fabián Assmann quiso separar, pero su enojo pudo más y terminó empujando al agresor, incluso cayéndose al piso y reteniendo con sus manos envueltas en goma espuma al uruguayo. A Mohamed ya no le quedaban más cambios, teniendo que tomar el sitio bajo los tres palos el autor del único gol del match. Parra fue el último hombre de El Rojo durante los últimos diez minutos de encuentro.

Titulares aquella noche fueron Assmann; Vélez, Carlos Matheu, Julián Velázquez, Maximiliano Velázquez; Fernando Godoy,  Battión, Federico Mancuello;  Gracián, Castillo y Parra. Patricio Rodríguez, Hernán Fredes e Iván Pérez ingresaron a posterior. El guardameta, el goleador y El Patito fueron las figuras del cotejo, junto con el arquero de Peñarol, Sebastián Sosa, de futuro en el fútbol de nuestro país.

La escuela de Pepé: Ustari, Assmann, Gabbarini, Parra (?)


¿Qué hacer cuando no queda más nada que perder? Quizá solo queda ganar. Y si es con Parra atajando, mejor, más anécdotas.


domingo, 11 de junio de 2017

Nicolás Martínez



El post del día de hoy es para aquellos memoriosos hinchas de Independiente que en la era contemporánea hemos visto campeón al club en dos ocasiones (Apertura 2002 y la Copa Sudamericana 2010), donde se hablará de un partícipe que en el hincha dejó más sensaciones positivas que negativas, y donde jugó poco menos de lo que pudo haberlo hecho dadas sus condiciones. Les presentamos a Nicolás Martínez, el hermano de Juan Manuel, alias Burrito.

El futbolista nacido en Viedma el 25 de septiembre de 1987 realizó las divisiones inferiores en Vélez Sarsfield como su brother, pero en el año 2008 el conjunto de Liniers decidió dejarlo en libertad de acción. Poseedor de características como gambeta en velocidad y ocupar puestos de segunda punta y volante por izquierda - y con el pase libre- hizo su debut máximo en Almirante Brown ese mismo año y permaneció allí hasta finalizar la temporada, a mediados de junio del 2009.

Transcurría el año 2009, donde Américo Gallego realizaba una exhaustiva depuración del plantel profesional y al por entonces presidente Julio Comparada le pidió refuerzos que le den un salto de calidad al equipo. Así llegaron Andrés Silvera, Luciano Vella, Walter Acevedo, Walter Busse, y dos apuestas más que jerarquía: Martín Gómez y Nicolás Martínez. La pregunta que todo hincha se hacía, ¿quién es y por qué él? Lo cierto es que poseía muy buenas referencias claro, por parte de su hermano. Aunque el hincha recién lo vería con la Roja al entrante año 2010, ya que en principio logró foguearse en la división de Reserva.

Con la llegada de Daniel Garnero a Independiente, Martínez pasó a ser tenido más en cuenta. En una entrevista realizada en plena pretemporada a mitad del 2010 declaró: “Pasé de quedar afuera a estar entre los 22, aparte él me aconseja mucho, me habla mucho, cuando estoy entre los titulares quiere que la agarre más seguido, que las pelotas pasen por mí, que la distribuya, que la pida bastante”. Su debut absoluto en Primera División fue contra Argentinos Juniors en el Libertadores de América, reemplazando a Gabriel Vallés. Bastaron 15 minutos para que al hincha le quede en la retina sus prometedoras intervenciones en un partido que igualó en uno. Martínez siempre alternaba suplencia y reserva, aunque ya con mayor presencia en el primer equipo en lo que era su proyección hasta entonces.

Su momento de gloria fue en un partido de Copa Sudamericana, frente a Defensor Sporting en Avellaneda. Garnero ya no continuaba como técnico de la institución, y en su reemplazo asumió Antonio Mohamed. El Turco venció a Racing en su debut como DT con gol del defensa Báez y llegó a este partido copero tras perder contra All Boys por 3 a 1 en condición de visitante.

Para el partido contra los uruguayos, tras haber perdido 1-0 en la ida en el Estadio Centenario con gol en contra de Leandro Gracián, Mohamed alineó a: Hilario Navarro; Julián Velázquez, Eduardo Tuzzio y Leonel Galeano; Nicolás Cabrera, Fernando Godoy, Hernán Fredes y Lucas Mareque; Patricio Rodríguez; Facundo Parra y Andrés Silvera.

Tras un arranque desolador con el gol tempranero de Rodrigo Mora, Independiente a puro empuje (y fútbol también) tuvo diez minutos demoledores donde marcó tres tantos (Silvera, Fredes y Cabrera). En el complemento un tal Diego Torito Rodríguez puso con un zapatazo de afuera del área las cosas 3-2, y con ese parcial resultado clasificaba La Viola. En ese entonces, Mohamed mandó a la cancha a Martínez en lugar de Patricio Rodríguez (de gran partido) para tratar de patear el resultado. Y vaya si lo logró: Tras una jugada magistral de Tincho Gómez, y posterior centro preciso a la cabeza de nuestro protagonista, logró el cuarto y necesario gol para clasificar a los cuartos de final de esa edición de la Sudamericana. En ese torneo, ingresó también en el primer partido de semifinal frente a Liga en Ecuador, donde el Rojo perdió por 3-2.

Aunque sin dudas el mejor momento de un futbolista es cuando se corona campeón, y más si está presente en el partido decisivo. Mohamed decidió incluir a Nico en el XI inicial campeón, luego de más de 15 años: Hilario Navarro; Eduardo Tuzzio, Carlos Matheu, Julián Velázquez y Lucas Mareque; Nicolás Cabrera, Roberto Battión, Hernán Fredes, Nicolás Martínez y Patricio Rodríguez; Facundo Parra. La historia es conocida: Independiente venció 3-1 a Goiás -tras el 0-2 en Brasil- y todo se decidió en la tanda de penales con el resultado más feliz para todos los hinchas diablos. Martínez presenció 65 minutos en cancha y fue reemplazado por el hijo del viento (?) Gómez habiendo cumplido una correcta labor en la gran final.

Pero el protagonista de esta historia en el año entrante quedó sorpresivamente relegado ya que no estuvo en demasiada consideración por Mohamed, llegado al punto de que a mitad del 2011 emigró por un año a préstamo a Santiago Wanderers de Chile. Tras haber vuelto de la cesión, rescindió su contrato con el Rojo y se dirigió a jugar a Europa, precisamente al Murcia español, una vuelta sin pena ni gloria por San Martín de San Juan, Panetolikos y Olympiacos en Grecia, Anothorsis Famagusta en Chipre y ahora en la exótica liga de Australia donde actualmente viste los colores del Western Sydney Wanderers.

Su saldo en Independiente fue de 16 partidos (entre torneo local y Sudamericana) y dos goles, con un título en su palmares. Su paso fue bastante corto y tal vez sin las oportunidades necesarias, ya que cuando jugó, la mayoría de las veces logró hacerlo de forma correcta. Le deseamos lo mejor a este Burrito suelto en Australia.

viernes, 9 de junio de 2017

Pablo Trecco

El nuevo milenio representa, hasta ahora, una época gris para la historia de Independiente. El campeonato obtenido en el 2002 y la Copa Sudamericana conquistada en el 2010, parecen oasis en el desierto, espejismos que difuminan casi dos décadas en donde las pálidas imperaron ante las buenas. En todo este contexto de imploro por volver a los momentos de gloria y a resurgir bajo el mote de Rey de Copas, la suerte para los juveniles que debutaron con la divisa punzó no fue ventajera, salvo en contadas excepciones.

Los Millenials, mote adoptado para los adolescentes de hoy en día, lo trasladaremos a las figuras de los canteranos que dijeron presente con la Roja. Larga es la danza de nombres que pasaron por estas páginas y el homenajeado del día no escapa a sucumbir en las sombrías páginas que nos atañen.

Corría el año 1995 cuando se daba inicio a uno de los habituales torneos que convocan jóvenes de todo el país, en la localidad de General Roca, provincia de Río Negro. Como no podía ser de otra manera, embajadores propios partieron desde Avellaneda en busca de talentos precoces que logren sostener el desafío de abandonar su tradicional vida para radicarse en Villa Domínico en busca de un futuro coronado dentro del ambiente del fútbol.

Entre tantas piernas destacó una y llamó la atención a los ojeadores rojos. Mediapunta él, rápido y con habilidad dominada con el balón, destacó a base de gambetas y asombró a los allí presentes. Pablo Trecco, oriundo de Carhué -Provincia de Buenos Aires- sentía la felicidad de cualquier benjamín en contacto con el balón, cuando una lesión se interpuso en su camino, lo obligó a salir del campo y pareció, al menos en esos instantes, una premonición de su infortunio como jugador.

Lejos de eso, médicos avellanedenses se acercaron a asistir al muchacho con el fin de sanar sus heridas y persuadirlo buscando saber qué pensaba sobre jugar en Independiente. El obsequio de una camiseta y las suficientes palabras fueron necesarias para convencerlo y subirlo a un auto para traerlo al conurbano. "Primero, me decidí yo, después se lo comuniqué a mis padres", explicó ante los micrófonos de Olé, el ahora integrante de la quinta división y selectivo que debía rendir exámenes todos los fines de semana ante la atenta mirada de Ricardo Bochini, Luli Ríos y Néstor Clausen. 

En octubre de 1999, Enzo Trossero -cráneo estratega del equipo de primera división- necesitaba competitividad y reforzar el plantel, en vísperas del Clausura venidero, con lo que decidió promover a varios jóvenes a la reserva para que estén listos ante la más mínima oportunidad en primera. "Me sorprendió la convocatoria. Nos piden que nos mostremos para no quedarnos en tercera, que sea sólo un paso para estar disponibles. El 'Toro' nos corrige permanentemente. Antes no había lugar y ahora nos lo tuvieron que hacer porque el club nos necesita lo antes posible".

"Es goleador y aguerrido, las pelea todas. Tiene mucha movilidad por lo que es difícil de marcar. Su velocidad, a veces lo traiciona porque se pasa de vueltas y le llega la pelota atrás. Sus compañeros deberán tener en cuenta ese tema. Pero con su pique corto y sus diagonales se pone en posición de gol incluso, con defensa bien cerradas", describió Bochini sobre la humanidad de Trecco, con el porvenir a la vuelta de la esquina. 

Pocos meses debió esperar el protagonista de esta historia para ver acción profesional por primera vez. El 18 de febrero del 2000 saltó al campo de juego, reemplazó a Claudio Graff y dijo presente en la victoria por 2-1 ante Lanús, sellando su presentación con una victoria y comentarios de todo tipo. 

Sin embargo, el guiño fortuito de la vida no llegaría para el joven y debió esperar, alternando entre suplencias y reserva, una nueva oportunidad para mostrar sus armas. Osvaldo Piazza, Néstor Clausen  y el mismo Bocha se alistaron en la lista de técnicos que no lo tuvieron en cuenta, hasta la llegada de Américo Gallego, quien lo convocó para que esté en el recordado Apertura '02.

Con el Tolo, debió hacerse un lugar ante la presencia de Chirstian Gómez y Emanuel Rivas, con quienes competía por un lugar. Dos encuentros en aquel triunfador torneo lo alejaron para siempre del túnel de la Doble Visera, por lo que debió emigrar hacia otros lares. La Plata FC, en la temporada 2004/2005, una experiencia extranjera en Cerro de Uruguay, y Defensa y Justicia en el 2006 fue suficiente camino que lo empujaron a decir basta a su carrera como jugador, que duró poco más de seis años. 

Su estadía en Avellaneda, se prolonga durante cuatro años, con tres apariciones con el primer equipo por el torneo local y una en la Copa Mercosur, le integro de un plantel campeón y el alimento de un sendero magro que debieron transitar aquellos purretes que no encontraron su lugar en el mundo de la redonda, al menos no en Independiente.