domingo, 8 de enero de 2017

Mercado de Pases: Marcelo Bielsa (1995)




Se trata de un entrenador que tatuó un estilo en el vasto cuerpo del fútbol contemporáneo. Entremezclo con una frialdad calculadora exigentes métodos de entrenamientos y exhaustivos amoldamientos tácticos con principios morales y características personales que le dieron entidad propia en el mundo que rodea a la pelota. Su forma de percibir a este deporte fue heredada, tomada o adoptada por diversos técnicos que le encontraron un nuevo sentido a las formaciones, el pizarrón y los apellidos en las espaldas tras pasar por un plantel dirigido por él, recibir una charla técnica del mismo o simplemente observar detenidamente sus modos. Existe, en simultáneo, una considerable crítica hacia su trabajo, alegando que posee más métodos y salieris que trofeos en la vitrina. Su labia compleja de por sí puede tornarse incomprensible y por ende tramposamente inmune a la crítica. Aún pesa sobre sus hombros el fracaso que vivió como entrenador de la Selección hace casi quince años. 

Su predominio de formador y asentador de bases que quizá contribuyó a su también válida faceta de comandar hechos que ‘siempre quedaron al borde de la gloria’ lo hacen merecedor de aplausos pero también receptor de discordia. Lo que no se puede negar es que el trabajo realizado por Marcelo Bielsa es digno de apreciar y respetar. Ha comandado reinvenciones, renovaciones e incluso revoluciones de diversos grados. Hoy es un nombre de peso en el banco de suplentes para todos los amantes del fútbol. Creo un estilo, y diagramó de esa forma, casi sin quererlo, una escuela.

Un capítulo casi desconocido de la trayectoria de ‘El Loco’ es que estuvo a escasos pasos de convertirse en director técnico de Independiente. Esa chance se dio previo a su desembarco en el fútbol europeo y su paso por la Selección Argentina. Bielsa tenía 40 años cuando, en el invierno de 1995, se lo comenzó a nombrar en ‘El Rojo’ como un posible sucesor de Miguel Ángel Brindisi, ya sin crédito entre los seguidores del equipo a pesar de haber obtenido el Clausura un año antes, causa de los magros resultados en la campaña posterior. Su posible desembarco en la institución desencadenó posiciones encontradas entre dos dirigentes de influencia clave en aquellos años: Por un lado, el presidente Jorge Bottaro, por el otro, Héctor Grondona, miembro de la comisión directiva. El primero prefería otras opciones por sobre Bielsa (se hablaba de Enzo Trossero), mientras que el hermano de Don Julio asimilaba una devoción por el ex DT de Newells. La situación del primer equipo, cabe decir, era preocupante: Luís Islas, en conflicto con el club, buscaba emigrar. No era el único caso: Desde la dirigencia se buscaba pasar una escoba que también barriese a Néstor Craviotto, Gerardo Mejide, Carlos Desio, Walter Parodi, Orlando Maturana, Alfredo Cascini, entre otros tantos jugadores del conjunto. Se acoplaba a estas medidas la ya mencionada partida de Brindisi, sin poder encontrarle rumbo a un plantel desencontrado con la victoria que hasta hace tan poco tiempo había logrado conseguir.

¿Qué decía Bielsa a todo esto? Desde México, en donde había dirigido al Atlas entre 1992 y 1994, deslizó para la prensa que: “Independiente es una de las mejores instituciones del mundo, con una tradición futbolística y un lugar donde se puede presentar un proyecto serio, a largo plazo. Hasta ahora esto me provoca ansiedad y curiosidad”. Con su faceta personal aún no marcada por su permanente distancia para con la prensa, el hombre del jogging estiró un comentario más que prometedor: “Si aceptaran un proyecto de trabajo, de mi parte no habría ningún problema”.

La resistencia por parte de Bottaro, quien postulaba a Enzo Trossero como un mejor candidato, comenzó a adormecerse a partir de la docilidad con la que Bielsa recibió la posibilidad de dirigir a Independiente. Los días pasaban y ‘El Loco’ se transformó en un lugar en común entre bottaristas y grondonistas. Mientras este par de pájaros establecían negociaciones con el técnico, se hablaba de posibles refuerzos como Leonel Gancedo, Gabriel Schurrer y Fernando Galetto. Ya lo vaticinaba el sensacionalista (?) El Gráfico de los años 90’: “Para los dirigentes rojos, ese manosanta que espantará todos los males tiene nombre y apellido: Marcelo Alberto Bielsa”.


Pero como nos tiene acostumbrado el fútbol argentino, nada es lo que parece. El consenso bottarista-grondonista se encolumnó sorpresivamente detrás de un tercer candidato: Miguel Ángel ‘Zurdo’ López, electo como entrenador para comandar la campaña en el Apertura 95’ y en la Supercopa Sudamericana de aquel mismo año. Si bien en el torneo Independiente realizaría una campaña poco eficiente (14vo, con 21 puntos), se alzaría con la Supercopa venciendo en la final al Flamengo en un global de 2 a 1 a favor. Bielsa, por su parte, jamás volvería a ser mencionado en Independiente. Continuó su trayectoria en México, cosechó un título local en Vélez Sarsfield y, cuando apenas se acomodaba en el banquillo del Espanyol, le fue ofrecida la dirección de la Selección Argentina, cuando aún corría el año 1998.  

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