jueves, 30 de marzo de 2017

Localías Extrañas: Independiente en Lanús


“Es extraña esta ciudad, pues yo estoy fuera de escala”, reza Gustavo Cerati en “Paseando por Roma”, otra de las célebres y reconocidas piezas musicales que compuso junto al trinomio de Soda Stereo. Un forastero, un extraño cuyo lugar de origen quedó lejos parece ocultar entre líneas ese mensaje. Una ciudad, un estado o ¿una estación? de distancia que disgrega, si lo encuadramos en la materia del fútbol, aún más puntillosamente en Independiente.

Que una institución, por determinada circunstancia, deba tomarse el atrevimiento de volverse toro en rodeo ajeno, no es algo que sorprenderá al mundo de la redonda. En menor escala, al hincha del Rojo, que por diversos motivos debió mudar su condición de anfitrión a otras tribunas y buscar resultados en tierras impropias.

La ciudad de Lanús, específicamente en el estadio Néstor Díaz Pérez, nos convoca a una serie de cotejos disputados en terrenos pertenecientes a uno de los últimos campeones a nivel doméstico. La cercanía, las posibilidades de traslados y la negativa de otras entidades a prestar su recinto, fueron desencadenantes que motivaron a la elección del habitáculo de la entidad Grante para hacer las veces de local, con diversos saltos temporales en las pasada década.

El primer recuerdo que viene a la memoria colectiva de los seguidores resultará no grato para enfatizar en aquellas reuniones futboleras, en donde esbozamos un cierto “¿Te acordás?”, sobre determinado partido. Es que en el clausura 2004, el Diablo, conducido por José Pastoriza debió enfrentar al rival de toda la vida, unos kilómetros más al sur del conurbano bonaerense.

Corría la fecha 15 de aquel certamen cuando –aún con parcialidades de ambos bandos- el balón comenzaría a rodar desde el punto central del field lanusense. Los del Pato, con un andar a los tumbos, recibían a Racing Club con el fin de asentar la paternidad y obtener el triunfo en terreno foráneo. Pese al buen arranque y la puesta en ventaja con un gol de tiro libre de Juan Eluchans, la lluvia que caía sobre la ciudad lindera culminaría desencadenando una tormenta inherente para los propios al ver como Gastón Fernández, en dos oportunidades, y Lisandro López ahogaban la temprana endorfina producida por la superioridad obtenida y robaban los tres puntos para los conducidos por Guillermo Rivarola.

Meses más tardes, ya con cambio en la dirección técnica y con Julio Cesar Falcioni sentado en el banco, los avellanedenses volverían a disponer de las instalaciones ubicadas en Arias y Esquiú. El rival de turno sería Tiro Federal y el motivo de la mudanza se debió a los desmadres ocurridos en la pasada edición del “Clásico de Avellaneda” que tuvo condimentos de todo tipo: caramelos Flynn Paff, incendios en la tribuna académica y un escatológico baile por 4-0, con el recordado gol de Sergio Agüero y la pérdida de cadera de Crosa.

Volviendo a lo ocurrido con el equipo rosarino, en un caso contrario a lo ocurrido en el anterior cotejo disputado en ese campo, los falangistas independentistas volvieron a su tierra natal con una sonrisa. Fue 1 a 0, con un tanto de Nicolás Frutos y una expulsión del Kun, para un equipo encaminado y que conseguía, de manera provisoria, la punta del campeonato. Aquel día, el Emperador, dispuso de una oncena entre los cuales hoy algunos homenajeamos y honraremos en nuestro blog: Leyenda; Pautasso, Méndez, Cáceres, E. Domínguez; Pusineri, Herrón, E. Buján, Biglia; Agüero, y Frutos.

Casi cuatro años debieron pasar para que el Rey de Copas, volviera a habitar los “tablones” de La Fortaleza. La construcción del “Libertadores de América” en marcha, en pos de remodelar la “Doble Visera”, cuyas tribunas quedarán impregnadas para siempre en las retinas de cada uno de los hinchas, motivaba a la elección de un nuevo escenario para la disputa de un Apertura, corriente al 2009, que tenía como adversario a Newell´s.

El comienzo del campeonato, la implementación del “Fútbol para Todos” y el regreso de Américo Gallego a la conducción técnica de un Rojo vestido de blanco para la ocasión, colmaban de sazón un cotejo que culminaría con otra pálida. Un cabezazo a los 30 minutos del complemento, producto de la testa de Juan Insaurralde, generaba un traspié para los del Tolo, que encontrarían un buen andar en el torneo, llegando a disputarlo hasta las últimas consecuencias. En ese entonces, los que saltaron al field, dispuestos por el último deté campeón a nivel local fueron: Navarro; Vella, Tuzzio, Galeano, Mareque; Acevedo, Godoy, Busse; Núñez, P. Rodríguez y Gandín, dejando en el banco a luego habituales titulares como Piatti, Silvera o Gabbarini.

Más acá en el tiempo, encontraremos los dos eslabones finales pertenecientes a esta cadena resultadística que nos sujeta a lares no habitués a la hora de actuar como convidantes. Deportivo Español –en primera instancia- resultaría el “enemigo” a vencer esta vez, por Copa Argentina, de suerte esquiva, pero con carácter nómade, debido al federalismo que la caracteriza. Fue uno a cero para los de Mauricio Pellegrino, con un tanto de Diego Vera, que concatenaba su quinto partido consecutivo, pero que encontraría a su verdugo en la próxima instancia de esa competición. Lanús, compinche propietario del espacio alquilado, dejó sin chances de poder avanzar en la competición, en el Ciudad de La Plata.

Una zaguera historia más en estos pagos, nos hará transportarnos al año 2016. El estreno de Gabriel Milito con el sweater negro de entrenador, hacía ilusionar a todos los fanáticos por el regreso del Mariscal, con toda la especulación puesta sobre su metodología de trabajo y lo que vivenció en su estadía en Barcelona junto a Pep Guardiola. Un baño de realidad, producto de los comandados por Ariel Holan –hoy en Alsina y Bochini- dejó tempraneramente a un equipo exaltado sin un frente de competición.


“Ahora es hora de volver”, enfatiza  la pieza armónica mencionada anteriormente con autoría de Gus, que captó el mensaje de manera perfecta. En estos relatos, tres negativas y dos buenas dejó el saldo de los propios en espacios pertenecientes a Lanó (?), con diferentes actores, disímiles motivos y un interrogante que colma el pensamiento: ¿Volverá para igualar la serie? 

martes, 28 de marzo de 2017

Alexis Blanco



Cuando Independiente Inédito sale a recorrer los callejones oscuros, lúgubres e inexplorados de la historia de nuestro equipo, a veces lo hace acompañado de algunas melodías para endulzar su búsqueda de casos. Y no nos referimos al ♪ Mirá mirá como corre, Racing y la policia ♪ que dora la popular roja en los fines de semana. Nuestra referencia es, netamente, en base a la música. La que vos, yo o cualquiera en su celular utiliza para colar en sus oídos y afrontar la realidad, caminando de forma anónima en algún rincón de la existencia.

Bajo esta premisa, podemos deslizar un juego para redactar este post. Porque la música tiene en su eterno cuerpo un sector en donde nuestro blog, y sus características, pueden amoldarse de forma interesante. Aquí nos encargamos de, entre tantas otras cosas, buscar jugadores que pasaron sin pena ni gloria: Que fueron noticia y luego cayeron desvanecidos en el olvido. Bien dicen por ahí, el Señor los cría, el viento los amontona. En el rock pasa algo similar. Y hablamos puntualmente de los One Hit Wonders, aquellas canciones que sonaron hasta el hartazgo en las radios, sin que su creador, banda o solista, pudiera repetir tamaño éxito en otro hit. Queda el tema, y el artista encadenado de aquí a la eternidad a él ¿O me vas a decir que no te sabías el pasito de Aserejé

Pero no es la idea hoy hablar de esa canción de mierda pegadiza.  Nada de eso. Nuestra atención hoy lo convoca una opera prima, un tema de esos que es imposible escuchar sin sentir un verdadero nudo en la garganta y puntadas frías en la piel de los brazos. Hasta a alguno podría llegar a metérsele alguna basurita en el ojo. Es un track que quizá por estos lares es prácticamente desconocido, pero que en Norteamérica durante la década del 90' supo conmover de costa a costa. Luego, claro, se refugio en el culto de las radioemisoras locales. Nos referimos a 74'-75', suprema creación de la banda The Connells.

El universo que recrea la canción está esencialmente en su videoclip. Los muchachos toman a una promoción de una high school cualquiera de los Estados Unidos. Van exhibiendo en el film fotos de los integrantes de la camada en el año de su graduación. Retrados en blanco y negro, rostros jóvenes, miradas de esperanza. Luego de cada imagen, se muestra en fragmento de la filmación al sujeto a la actualidad de 1993, año en donde se realizó la filmación. Algunos han perdido sus cabelleras. Otros, muestran sus prominentes arrugas. Una mujer está embarazada, otra ríe plácidamente. Un par han perdido peso y otros tanto lo han ganado. Uno no sonríe, parece muy triste. Uno de los muchachos ha quedado inválido. Es una secuencia que impacta: Fotografía en el secundario y foto en aquella nueva realidad. El tiempo pasó monstruosamente, en todos los sentidos. Y a medida que transcurre el video, las melodías de guitarra, bajo, batería y piano aterrizan de manera suave en el plató. Golpea. E impacta. ¿Por qué? Porque es tan real que quema. Eso es música.

Y ahora nos adentramos ya en el fútbol. Porque hay mucho de 74'-75' en el modus operandi de quienes buscamos el más allá en la historia que nos relata día tras día el Club Atlético Independiente. Una gran materia en este asunto es bucear por fotos de formaciones de los equipos de inferiores que daten de un considerable puñados de años detrás. La cancha de pasto pelado, los rostros jóvenes expectantes de un próspero futuro en la máxima división y los uniformes relucientes, listos para envolver a la futura estrella. Tienen un valor agregado, porque son más difíciles de hallar y contienen sujetos no solo cuyo nombre hemos perdido en la memoria, sino de los cuales jamás hemos oído hablar. Aquellas fotografías de tres, cinco o diez años detrás si son un buen anzuelo para historias.

Miren la foto que trajimos hacia este post. Un puñado de Sub-20 calzados en la roja listos para despuntar el vicio del fútbol y hacerse un lugar en la Primera. Allí está El Ruso Rodríguez sin entradas (ni salidas), Sergio Vittor aún vistiendo nuestra casaca y, en una esquina, yace atento el delantero Alexis Blanco. Nacido en los pagos de La Pampa y arribado a las inferiores de El Diablo en 2005, él es nuestro protagonista de esta ocasión. Posiblemente al momento de tomarse ese documento gráfico él esté pensando en que en un par de Abriles estará combatiendo cuerpo a cuerpo con los integrantes del primer plantel, rompiendo redes para delirio de la hinchada. De momento, solía mojar seguido tanto en cuarta como reserva, enfilando una interesante dupla con Diego Churín. Es su sueño, y esta foto es testigo. "Mi sueño es llegar a Primera y hacer un gol" rezaba en una nota a un medio partidario. Pero bien dice mi abuela que es muy creyente, si querés hacer reir a Dios, andá y contale tus planes. 


Blanco apenas disputó un partido con la escuadra de Avellaneda, en la temporada 2008-2009. En un equipo con políticas caníbales para con sus juveniles, donde el no-resultado inmediato es sinónimo de despedida, nuestro homenajeado engrosó la lista de pibes que aparecen escasos minutos para luego no ser tenidos en cuenta o deambular de cesión en cesión, cual Juan Caracoche, Matías Di Gregorio o Leonel Buter. El caso de Blanco se transformó en un forastero de los préstamos, pasando por Deportivo Italiano, Atlético Rafaela, Platense, Acasusso y otros teams del under nacional, en donde alternó interesantes rachas de gol con pasos silenciosos y fugaces. Su juego engrosó nivel y efectividad, pero eso no alcanzó para llamar la atención de los popes de Independiente.

En fin, solo nos quedará navegar en internet y continuar buscando esta clase de relatos, nacientes en las viejas fotografías de las inferiores, donde todos prometen y solo algunos alcanzan la consagración, sistema cruel que los tiempos que corren alimentan y potencia. Se parece bastante a la vida real, cabe decir. Salud entonces, Alexis, hoy fiel atacante de Juventud Unida de Gualeguaychú, quien probablemente pasee sus ojos por la imagen de este escrito y comience a dibujar en su mente la melodía de 74'-75'. El tiempo pasa y los humanos avanzamos. Allá a lo lejos, en la soledad de nuestra habitación, invertiremos los largos minutos previos a quedar dormidos en pensar que sueños hemos alcanzado y cuales hemos dejado de lado en nuestra caminata. 


domingo, 26 de marzo de 2017

Mercado de Pases: Leonardo Pisculichi (2005, 2006 y 2017)



La seducción es un arma de todos. Por alguna razón u otra recurrimos a este elemento que aparece de manera implícita para atraer a esa persona que nos llama la atención, para hacer cambiar de parecer a otros o, elevado al terreno del fútbol, para contar en nuestras filas con determinado futbolista. Una práctica milenaria con Ovidio como uno de sus primeros teorizadores al publicar el Ars Amandi –Arte de Amar- que podemos llevar a cualquier escena de la cotidianeidad.

Todo este marco, reflexión y encadenamiento histórico nos centra en determinado personaje, la institución que buscó –en varias oportunidades- su llegada y fechas no tan específicas en el último tiempo. Leonardo Pisculichi, enganche nato surgido de la inagotable cantera de Argentinos Juniors, fue objeto de deseo durante varios períodos de transferencias, pero sin llegar al estadío de la tenencia y el amor en ninguno de ellos.

Corría el 2005 cuando Julio Comparada, presidente del Rojo, buscó contar con los servicios de un joven de pelo largo y que dejó chiquitita la redonda cuando pisaba el estadio Diego Armando Maradona. El mes de julio de aquel año centenario para los de Avellaneda, llevaba al primer contacto entre unos y otros, con el mismísimo JC como mediador, semejante a cualquier amigo que te hace la gamba para dejarte el terreno liso con la chica que te gusta.

"Por ahora, el tema sigue verde. Vamos a ver...", confesó el directivo a los periodistas durante aquel período invernal, pero sin pulgar hacia arriba desde el bando contrario. Walter Tamer, vice del elenco de La Paternal, propietarios del 70 por ciento de la ficha, sentenció todo tipo de chances en aquel entonces al afirmar que "el interés es a través de los medios porque hasta ahora Comparada no habló con nosotros". Todo tipo de ilusión moriría en ese momento, al no poder contar con el sucesor del puesto de enganche que dejó vacante Federico Insúa.

Pese a eso, el Diablo, no desistiría tan fácilmente. Pasados seis meses del primer sondeo, diciembre volvería a abrir alguna nueva puerta para que el romance resurja o sea, meramente, una aventura veraniega. "Me interesa ir a Independiente", soltó en jugador con alto grado de coqueteo, ante el interés de Julio Cesar Falcioni. "Entre los clubes ya está todo arreglado. Sólo falta lo mío", ante la decisión de sumarse a los entrenamientos en Villa Domínico, cualquier hincha supondría que vería al oriundo de Rafael Castillo lucir la divisa punzó con el dorsal diez, pero como advertimos, esta será una historia de desamor. El Mallorca de España sería el tercero en discordia en este triángulo afectivo y se llevaría a quien marcó diez goles en el pasado apertura a fuerza de un sueldo difícil de igualar para el mercado local.

A medio año de la nueva aventura del homenajeado en la institución mallorquín, el interés volvió a flote a mediados del 2006. Los portales de internet anunciaban el arribo de Piscu junto con Leandro Gioda, dos apellidos de peso y, con ellos, el retiro del mercado de pases. Con augurios positivos, porque AAAJ no recibía un centavo de la venta de tres millones de dólares a la entidad de la liga española, ingresaría como moneda de cambio Gastón Machin, quien viajaría al viejo continente para la realización de un trueque fallido en donde el volante ofensivo continuaría en el país ibérico y dejando las puertas abiertas únicamente para ex zaguero de Lanús.

El periplo profesional del habilidoso enlace de pegada prodigiosa, lo llevó a una experiencia en el fútbol de Qatar, convirtiéndose en uno de los pioneros del sueldo en petrodólares y en la llegada a ligas de menor envergadura, pero con grandes ingresos monetarios.

Desde el seno del Al-Arabi S. C. mandaba mensajes mimosos para los falangistas independentistas y, sin siquiera haberse puesto una pechera de entrenamiento, marcó un cierto afecto para los de Avellaneda. "A Independiente le tomé un cariño especial", los idas y vueltas, el coqueteo continuo tornaron todo a una situación de desencuentros entre dos enamorados que no pudieron encontrarse.
“Yo siempre digo que le estoy muy agradecido a Julio Comparada, porque muchas veces quiso contratarme”, memorioso en sus 25 abriles, recordó la insistencia que mantuvo Compi en toda su gestión, elemento clave en cada período de transacciones, de promesas que nunca se cumplieron.

Un fugaz paso por el Shandong Luneng chino, en donde vistió su camiseta entre el 2012-2013 fue suficiente para regresar a la Argentina en busca de gloria, títulos y un reencuentro con su primer amor y debut: Argentinos. Doce meses en el Bicho le bastó para catapultar su carrera, demostrar que la categoría estaba intacta y que un grande local sería un desafío más que tangible. River Plate ganó la pulseada y pasó a ponerse la banda para hacer sufrir a extraños.

De los partidos en donde le tocó enfrentar a Independiente hay ciertas situaciones que vienen fácilmente a la memoria, sin necesidad de buscar en los archivos. Un gol de tiro libre en un catastrófico 4-1 en el Monumental, una roja en el Libertadores de América, en una zandunga 3-0 con Pellegrino en el banco y una calentura de la C.D encabezada por Hugo Moyano por una habilitación provisoria que la A.F.A le otorgó al ex campeón con el Sub-20, luego de no presentarse a declarar en el tribunal tras ser suspendido ante Godoy Cruz, serían tres aristas a tener en cuenta a la hora de pensar en este apellido.

Los últimos destellos de este amor quedarán para el corriente año. El 2017 generó cierta empatía en los hinchas de contar con el que nunca llegó. “¿A quién no le gustaría jugar en Independiente?”, declaró el volante que encendió una chispa que se apagó pronto. Como alternativa ante una posible caída del traspaso de Walter Erviti, proveniente de Banfield, resultó ser únicamente un eslabón perdido más en una cadena de amor que nunca resultó ser tal, buscando en otros pies el fútbol prometido. 

jueves, 23 de marzo de 2017

¿Indulto o Condena?: Oscar Ustari (2012)




Allá, por el 2005, era difícil no ilusionarse cuando uno posaba sus ojos en el arco de Independiente. Oscar Ustari, de tempranos 19 años, exhibía reflejos, frialdad y una seguridad galopante desde la valla roja. Asomó durante la etapa con Julio César Falcioni al mando, desplazando al flojo Bernardo Leyenda, alcanzado convocatorias en la Selección Juvenil, primero, y posicionándose, luego, como tercer arquero en la lista de buena fe del Mundial de Alemania. En simultáneo, abrió la puerta a la mítica escuela de arqueros que encabezó Miguel Ángel Santoro. Sus zapatos se los han probado Fabián Assmann, Adrián Gabbarini y Diego El Ruso Rodríguez. De los mencionados, el máximo nivel lo mostró Osky

Cierta lentitud en agarrar ritmo cuando arribó al fútbol europeo, sumado a fatídicas lesiones que aún persiguen su trayectoria, hicieron que la carrera de este meta tornara colores diversos, a veces aceptando el banco de relevos como su lugar, y alejándose del predio de Ezeiza con el pasar de los años. Su nivel se volvió algo intermitente y por momentos caía en vacíos futbolísticos. Esto no significa, desde ya, que se alejara del ojo público: Su historia se nutrió de equipos de respeto considerable y aún está en la labor de volver a ser.

Una parada en su vida se dio cuando en 2012 pausó su estadía en el Viejo Continente, más específicamente en el Getafe español, para arribar a Boca Juniors. ¿El desafío? Pelear por un puesto con Agustín Orión. El entrenador en aquel entonces era Falcioni, aquel con quien hizo sus primeras armas en la máxima división. Sería caer en un extremismo sencillo el decir que dolió su traspaso al Xeneize: Bien sabemos que negocios son negocios y lo que necesitaba este sujeto era minutos de juego. Una nueva razón. Una posbilidad.

Lo que sí dejó enemistado a Ustari y a la falange roja fue lo que sucedió el domingo 16 de Septiembre de 2012. El Torneo Inicial arribaba a su parte media y eso implicaba que por la fecha 7, Independiente viste a Boca en La Bombonera. El partido fue, para nosotros, de mayor a menor. Un gol en contra de Matías Caruzzo nos puso accidentalmente en ventaja, para que luego Santiago Silva y el conocido Juan Sánchez Miño dieran vuelta la historia. Caía el amanecer de uno de los últimos días del invierno, y el conjunto comandado por Américo Gallego afrontaba una derrota difícil de masticar. En aquel once inicial aún sobrevivían personajes como Hernán Fredes, Paulo Rosales y Luciano Leguizamón. 

Quienes seguían la transmisión vía Fútbol Para Todos (#blessed) observaron de forma sorpresiva como la culminación del repeat del gol de Sanchez Miño mostraba un Ustari desencajado, gritando con furia el gol de cara a la parcialidad local. Con la mirada seria y algún palabrerío en el medio, el arquero mostraba sin censura alguna la alegría que el tanto recién anotado le generaba. Poco importó, en aquel momento, sus tiempos felices en Independiente.

El vox populi del hincha estalló en contra suyo. Acusaciones de traición y deslealtad minaron cualquier altar en pie que rindiera culto al guardavalla. Rápidamente se hicieron presentes las explicaciones propias de Ustari, intentando calmar las aguas: “El grito fue un desahogo personal porque no me estaban saliendo las cosas bien”. Luego apeló al corazón: “Me sentí muy mal porque quiero mucho a Independiente”. Palabras más, palabras menos, él también agregó que se encontraba en una situación familiar muy sensible, y un hincha visitante algo excedido en rabia había pasado gran parte del cotejo insultando a OU, por lo que la acción no fue más que un desahogo. 



El tiempo pasó y la situación quedó en el olvido. Independiente, en aquel entonces, vivía horas alarmantes y había poco tiempo para rasgarse las vestiduras por el polémico grito del arquero. La historia roja abarcaría sus horas más tristes en Junio de 2013, y a pesar de aún deambular sin mucha cabida por el corazón del hincha, Ustari se encargó de desatar (nuevamente) a ambas partes, cuando el descenso estaba consumado y él, sin demasiado tacto, disparó: "Soy hincha de Independiente, pero no iría a jugar al Nacional B".

En esta nueva sección, repasaremos actos cercanos a la deslealtad, errores increíbles y decisiones impensables dentro del campo de juego que marcaron a ex jugadores del Rojo. La pregunta final engloba, en esta oportunidad, a Oscar Ustari: ¿indulto o condena? 





martes, 21 de marzo de 2017

Víctor Zapata


Deambular en los últimos años de historia de Independiente resulta, verdaderamente, una “Caja de Pandora”. La reiterada leyenda de la antigua Grecia, que tiene a Pandora, bella y radiante –contenedora de los males que habitan en la tierra-, junto a Epimeteo, culpable por caer en la tentación ante la diosa, cabe perfectamente en el umbral de las pasadas temporadas.

Javier Cantero, Presidente del Rojo en aquel entonces, fue uno más de los que cayó, indefectiblemente, en tal caja. Los males eran muchos y desplazados por doquier: Un equipo colmado por jugadores longevos; un técnico con poca experiencia dirigiendo en la primera división; una lucha contra los barras que lo tenía contra las cuerdas; una hinchada que creía cada vez menos en su lema “escobillero”; un promedio que acechaba con la pérdida de categoría, se sumaron a un mercado de pases que quedará en la retina de todos los hinchas.

Con la inmediata necesidad de formar un elenco capaz de hacer resurgir a la institución avellanedense, pareciéndose a la imagen de un Ave Fénix, el candidato vencedor en los comicios, por parte de la agrupación “Independiente Místico”, cometió dos errores que culminaron siendo claves para que se consuma la caída del gigante: sostener –en un primer término- a Cristian Díaz como entrenador y conformar un plantel con jugadores de experiencia, con recorrido en el profesionalismo, pero sin contemplar una posible caída de un grupo cuyo promedio de edad culminó siendo contraproducente y eslabón de una cadena que tenía su fin en una divisional menor.

En todo este encuadre podremos sumar a un nombre propio, integrante de esa lista de nuevas incorporaciones, que propinó un dolor de cabeza y el asentamiento de que, aquellos que provienen de Vélez –al menos en el último lapso temporal- no rindieron como supieron hacerlo en el Fortín. Víctor Zapata, de 33 abriles en ese entonces, arribaba a calles rojas con pergaminos de sabiduría, una zurda exacta y seis títulos en el lomo, repartidos con River Plate y los de Villa Luro.

"Estoy contento por esta nueva etapa; uno busca siempre nuevos horizontes y nuevas metas", sostuvo el oriundo del partido de San Martín, en Buenos Aires, que firmó contrato por dos años –con posibilidad de sumar uno más- y viajó de inmediato a Tandil, en donde sus nuevos compañeros realizaban la pretemporada.

Su debut con la casaca del Diablo fue en un 0-0 en la cancha de Newell´s, en lo que fue el inicio de la última temporada, con esperanzas para salvarse de la agonía. Aquella noche en el Parque de la Independiente, Díaz dispuso el siguiente once titular: Hilario Navarro; Gabriel Vallés, Eduardo Tuzzio, Cristian Tula, Claudio Morel Rodríguez; Hernán Fredes, Roberto Battión, Víctor Zapata; Paulo Rosales; Luciano Leguizamón y Ernesto Farías.

Luego de su esperado bautismo con la divisa punzó, se vio un tanto relegado por las lesiones que lo mantuvieron al margen de poder estar, si quiera, en la nómina de concentrados. Una contractura lo apartó y, recién, pudo volver a las canchas en la octava fecha en un nuevo empate ante All Boys en uno, ya con otro técnico sentado en el banco de suplentes.

C.D dejó el buzo de entrenador para dejárselo al aclamado por la falange. Américo Rubén Gallego, volvía a encontrarse en el “Libertadores de América”, esta vez para una misión más difícil que obtener un título: mantener la categoría. La derrota en el Clásico de Avellaneda, por dos a cero en el Cilindro, llevaron a la salida del ex lateral izquierdo y la asunción del último deté campeón doméstico.

En todo este asunto, nuestro homenajeado del día, vería poca acción en todo lo que significó el Torneo Incial 2012. A los ya mencionados encuentros ante La Lepra y el Albo, sumaremos apenas un puñado más. Una victoria en ante Rafaela en casa y otra conquista por Copa Sudamericana, ante Liverpool de Uruguay, serían el puñado de minutos que le dio el Tolo que lo tenía un tanto relegado en su consideración.

Llegó diciembre y, como pasó con varios refuerzos en la era canterista, la bomba explotó. El ex Real Valladolid buscaría rescindir contrato con apenas seis meses de llegado al club. “Zapata tiene que presentarse a entrenar el 3 de enero, después de las vacaciones, pero se va de Independiente”, sepultó Castellanos, representante del player, antes del regreso a los trabajos.

Sin embargo luego de una extensa charla entre el entrenador y el jugador, acordaron limar asperezas para que el zurdo volante continúe en el club y esté con los propios, de cara al torneo Finalización 2013. El resto, es cuento ya conocido.

La pobre campaña de A.G. llevó a una indeclinable renuncia a su cargo. Luego de una charla con su esposa, tras contemplar la situación de un equipo en zona de descenso directo y sin encontrar el rumbo futbolístico, dio un paso al costado, tras 24 partidos, para darle lugar a su sucesor: Miguel Ángel Brindisi.

Con el nuevo técnico los ánimos parecían reavivarse por Alsina y Bochini. El pase a los octavos de final de la Copa Argentina dieron luz de esperanza a un equipo con poco tiempo y fechas para lograr el milagro. “Hay que sacarse el sombrero con Brindisi. Sabe explicar y entender lo que hay que hacer dentro de una cancha. Se está dando un poco de todo, cambió la actitud, los conceptos y sabemos a qué jugamos”, engolosinadas palabras del Chapa que admitió un cambio dentro del grupo.

Pese a esto lo inevitable pasaría. Tras las declaraciones de Brindisi, “deben hacerse cargo los grandes”, por la situación que atravesaba el club, una derrota 0-2 ante La Crema, sepultaba todo tipo de expectativas. La última fecha ante Colón, en Santa Fe llegó, con la pérdida de categoría consumada ante San Lorenzo una fecha atrás.

El receso invernal de aquel 2013 será recordado por todos, en especial por Zapata, que comenzó siendo apartado y con licencia, El entrenador le comunicó en persona a Ernesto Farías, Víctor Zapata, Luciano Leguizamón, Roberto Battión, Eduardo Tuzzio, Osmar Ferreyra, Lucas Villafáñez, Hilario Navarro, Adrián Gabbarini, Jonathan Santana, Federico Gay, Gonzalo Contrera y Nicolás Villagra, que desde mañana quedan licenciados y su ciclo está cumplido.

“Estoy enojado con Cantero”, dramatizó Víctor, que tenía ilusiones de “cumplir el año que me quedaba”. Con intenciones claras de que debía buscar nuevo club recaló en Unión de Santa Fe, sin pena ni gloria y protagonizó un paso por el ascenso, firmando con Chacarita Juniors -entidad que lo formó-, con quien logró arribar a la B Nacional.

“Yo a Cantero lo veo como a un buen tipo, que siempre trató de manejar las cosas de la mejor manera. Al menos conmigo, dio la cara siempre”, aclaró en una de las últimas entrevistas, dejando el enojo atrás y realzando la figura del ex directivo. Ya lejos de su estadía por el sur del Conurbano, sus números reflejan 14 partidos, ningún gol y el alimento de que los últimos refuerzos provenientes de la institución de la V azulada, no resultaron gratos. 

domingo, 19 de marzo de 2017

Juan Ramón Jara



Fugaz postal de los años 90', en aquellos tiempos de Bill Clinton en la Casa Blanca, el teleférico de La Serenísima en el cielo y la "Doble Visera" aún en pie en el infierno. Juan Ramón Jara hizo lo que todos quisiéramos: Llegar, ganar e irse con la moral alta. Su escasa participación en lo que fue su estadía en Independiente hace que, sin embargo, hoy el recuerdo suyo vistiendo la roja sea algo difícil de encontrar en el inconsciente colectivo del hincha.

Sin la proyección europea de Franco ni la vocación artística de Víctor (?), nuestro homenajeado concentró su trayectoria futbolística en nuestro continente. Nacido en el Paraguay, este defensor hizo sus fuerzas básicas en Olimpia para arribar a la plantilla profesional en 1992. Sus buenas actuaciones en dicho sitio le valieron el arribo a la selección paraguaya, disputando los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Copa América del 93'. En simultáneo, sellaba su pase a Rosario Central, asentándose por vez primera en nuestro país.

Tras un par de años en el mencionado team, el invierno de 1995 sería el tiempo de su llegada a Independiente de Avellaneda, en aval de su técnica desde la banda izquierda del sector defensivo, incluso pudiendo, si la ocasión lo precisaba, ocupar un lugar en el mediocampo defensivo. 

Sus más felices horas en Avellaneda las vivió durante la Supercopa Sudamericana de aquel año, en donde Miguel Ángel Zurdo López lo convocó al primer equipo en gran parte de los cotejos que El Rojo afrontó en aquella competición, en donde el debut fue ante el Santos brasileño de local. Aquella noche, Jara formó cuarteto en defensa con Juan Carlos Ramírez, Pablo Rotchen y Claudio Arzeno. Reaparecía en la ida y en la vuelta de las semifinales ante River Plate, parada previa a la finalísima con el Flamengo, partido que, amén de la histórica victoria global en el Maracaná, no lo tuvo entre los titulares.

De aquí a la eternidad, el nombre de JRJ lucirá fresco y reluciente en los involucrados en aquel titulo continental. Punto y aparte de esto, aún las gargantas rojas coreaban el triunfo mientras él, con cautela, preparaba su valija para partir a nuevos horizontes. 

jueves, 16 de marzo de 2017

Pésimas campañas: Clausura 2002

“Después de la tormenta, siempre llega la calma”, afirman aquellos que, por cordiales, por dar ánimos a alguien o porque realmente creen en dicha frase, susurran cuando las dificultades atraviesan. Real o no, Independiente atravesó su propio diluvio para poder llegar a la tranquilidad o, en términos de la tribuna, al éxito deportivo. Una realidad tangible, y no tan distante a la actual, en la cual tocaron fondo y resurgieron en un mismo año.

El verano del 2002 llegaba más que caliente, y no sólo por las temperaturas, sino porque el elemento base de esta institución, el fútbol, era un déficit permanente en aquellos primeros años del nuevo milenio. Enzo Trossero dejó la dirección técnica y su lugar lo ocupó Néstor Clausen, junto Ricardo Bochini, símbolos de la rica historia roja y personificaciones de la gloria.
Sin embargo, la comitiva directiva, encabezada en aquel entonces por Andrés Ducatenzeiler, decidió pegar un volantazo en los primeros días del mes de enero. A pesar de la designación oficial de diciembre, en la cual afirmaban que ambos conformarían la dupla técnica, tomaron la determinación de dejar sólo a Clausen como deté, delegando la responsabilidad de manager al Bocha, cosa que no agradó en lo más mínimo.

Ante el enojo del dueño de la diez histórica en el Rojo y una economía que apremiaba al club, con un pasivo que ascendía a 33.000.000 de dólares, acataron blindar la salida de dinero de las arcas y mantener a los dos en el cargo. Sin embargo, y pese a una pretemporada de grandes resultados con seis cotejos sin caídas, el máximo ídolo decidió dar un paso al costado. Una fusión que unió lo personal con lo deportivo culminó la relación en el olvido y el fuego cruzado.

“Con Clausen tenemos problemas en poner a determinados jugadores y en definir algunos puestos. Yo quería juntar más a (Livio) Prieto con (Pablo) Guiñazú para garantizar el armado del juego, pero él prefirió poner a (Juan) Eluchans como carrilero izquierdo para tener más marca”, excusó Bochini, mientras del otro lado, Clausen no se quedó atrás: “En estos 14 días que duró la pretemporada, jamás me dijo algo así. Por eso, me sorprende su postura”.

El 10 de febrero de aquel año comenzó a girar la pelota para Independiente y en Avellaneda, con auspicios para todos los hinchas, por el hecho de debutar en condición de local. Vélez Sarsfield representaba al rival de turno y un invitado de poco agrado. Un 0-3 en la primera fecha, con goles de Eduardo Domínguez y Leandro Gracián –futuros rojos- llenó la “Doble Visera” con un baño de realidad. El equipo de ese estreno: Rocha; Zelaye, Páez (Pekarnik), Villavicencio, Pernía; Bustos, Galván, Eluchans (Prieto), Guiñazu; Vuoso, Silvera (Rivas).

La segunda jornada representó una nueva edición del Clásico de Avellaneda. Académicos  y diabólicos volverían a verse las caras, con el Juan Domingo Perón como escenario que los cobijó. Pese al arranque fallido ante el Fortín, la paternidad salió a relucir. 2-1 a domicilio con tantos de Vuoso y Silvera para calmar las aguas y acrecentar la diferencia entre unos y otros.
Sin embargo, el triunfo en el derby barrial no fue más que un oasis en un desierto inexplorado y que tendría bancos de arena difíciles de superar. Una nueva derrota en casa, ante Newell`s y una victoria ante Belgrano, correspondientes a la tercer y cuarta fecha, fueron los últimos eslabones de puntos que posicionarían al team cerca los puestos de vanguardia.

A partir de allí, y con jugadores de talla, merecedores de futuros posts en nuestro blog como Sala, Zelaye, Villavicencio, Pekarnik, Prieto o Cuba, comenzó una debacle. Un tobogán hacia el abismo que depositaba a los nuestros en la retaguardia de la tabla de posiciones, cada vez más prominente.
Una victoria ante San Lorenzo, en el Bajo Flores, con un tanto de Federico Insúa, sería el último trago dulce que degustaría este equipo. Ese fue el punto de partida hacia un sendero de puras pálidas, comenzando con una derrota ante Colón de Santa Fe, en manos de un viejo conocido: Claudio Graf.

Derrotas con Gimnasia de La Plata, Chacarita Juniors y River, más un empate ante Lanús conformaron una bomba de tiempo, a la que no le faltaba mucho tiempo para explotar. Si en los tiempos modernos la duración de los técnicos depende, indefectiblemente, de sus resultados, esta no iba a ser la excepción y más aún con los resultados magros que dejaron aquellas glorias que supieron ocupar el banco de suplentes como Daniel Bertoni, Enzo Trosseri, Ricardo Bochini, exceptuando a Miguen Ángel Santoro, bombero voluntario en cada ocasión que la cosas comienzan a caldear.

La onceava fecha de aquel torneo convoca al Rojo y a Argentinos Juniors, en el estadio de Ferrocarril Oeste. Con Clausen en la cuerda floja, una derrota significaría el adiós. Diego Cogliandro fue el encargado de marcar el único tanto del partido, a favor del Bichito y, a partir de ahí, el caos reinó.
La quinta derrota en los últimos seis cotejos, la distancia de diez puntos entre los de Avellaneda con el momentáneo líder Boca y la poca banca que sentía por parte de la cedé llevaron a tomar esta decisión. El Vicepresidente primero de aquel entonces, Fernando Siaccaluga confirmó el hecho y notificó que fue de “común acuerdo”.

Sin la intención de apurar la elección del nuevo cráneo que construya los destinos futbolísticos del equipo, la comisión decidió bancar, de manera preventiva a otro conocido de la casa: Guillermo “Luli” Ríos. Un solo encuentro duró su estadía con el buzo puesto. La estrepitosa caída ante Rosario Central por cuatro a uno, en el sur del Gran Buenos Aires, aceleró la cocción del venidero entrenador y la firma del mismo. Américo Rubén Gallego, de pasado glorioso en River Plate, asumía para enderezar el rumbo de un elenco que parecía tener un destino previsible.
Un empate en cero ante Tallares en Córdoba, aguantó las posibles las críticas o alabanzas pertinentes, a depender del desempeño de sus dirigidos ante Huracán, ante su gente. Una nueva goleada en contra, esta vez por cuatro goles contra nada, ante el equipo de Parque Patricios, aumentaba la desesperación y la histeria de la gente, frente a un equipo que no ganaba desde la quinta fecha ante el Cuervo, acorralando a la hinchada ante la situación, que reaccionó con una avalancha de proyectiles hacia el verde césped, provocando la suspensión del cotejo. 

Las últimas cinco fechas, deseando por la finalización del certamen, encadenaron cuatro empates consecutivos, el más importante ante Boca Juniors, y una caída ante Banfield, en el Florencio Solá.
El torneo estaba terminado. River Plate fue campeón. Pero el fanático del Rey de Copas debía descender con su mirada cuando repasaba el escalafón posicional en el diario del domingo. El asombro, la piel de gallina y un algo que susurraba “te lo dije” ante una crónica de un final anunciado, depositaba la visión en el último vagón del tren: Independiente quedó en último por primera vez en su historia.

Los desencadenantes de esta situación, me permito analizar, debieron ser varios: La puja interna de la dupla directiva que comenzó aquel año sembró de dudas las capacidades que tenía Clausen para poder manejar al grupo, ante la salida de tamaña figura como la de Bochini; un equipo mutante, sin una clara idea de juego que llegó al fracaso; la pólvora mojada que convirtió a este equipo en el menos goleador, junto a la T con 14 tantos y la escasez de la figurita del líder, en un grupo que venía masticando rabia desde la campaña anterior con Trossero.

Llama la atención, repasando nombres propios, los apellidos que integraban aquel equipo. A saber: de los futbolistas que en el apertura siguiente fueron campeones –último galardón a nivel local- podemos rescatar varios artífices de aquella gesta: Federico Insúa, Andrés Silvera, Pablo Guiñazú, Hernán Franco, Juan Eluchans y Gabriel Milito, supieron compartir cancha durante unos cotejos en el campeonato previo a la consagración.

Junio llegó. Los ánimos y la esperanza deberán resurgir para poder cambiar la suerte del recién llegado Tolo, que buscará en su base de datos para cuadrar la mejor estrategia, con el fin de conseguir un nuevo título. Lo mejor ya pasó y, como dice el dicho, “después de la tormenta, viene la calma” o, en este caso, el título de campeón. 

martes, 14 de marzo de 2017

Mercado de Pases: Gastón Casas (1999)


A casi veinte años de su construcción, vislumbrar que el Independiente que transitó el último año del siglo XX puede asimilarse al pecado. Aquel plantel, comandado por César Luís Menotti de cara al Apertura, tenía en sus filas a players de la talla de Gabriel Milito, Alfredo Cascini, Esteban Cambiasso, Daniel Garnero y José Luís Calderón. Material para nutrir las vitrinas había, pero el desempeño fue irregular y las mieles del éxito quedaron lejos de las tierras rojas.


Deberíamos retroceder hasta el invierno del 99' para posarnos en el moldeamiento de aquella escuadra, que con el ex DT de la Selección a la cabeza, buscaba reforzar la matriz ofensiva. Hombres de gol había en la recamara, a saber: el mencionado Caldera, Claudio Graf, Bruno Marioni, Francisco Guerrero, el uruguayo Víctor López y los pibes Ezequiel Amaya y Diego Forlán. Amén de esto, todo parecía indicar que el arribo de un nuevo apellido fortalecería la proyección goleadora roja de cara al torneo. Y la dirigencia, en aquel entonces con Héctor Grondona al mando, salió a buscar satisfacer al entrenador.

Sería justamente el miembro del clan del Todo Pasa quien deslizaría el nombre de la incorporación: "Casas está prácticamente cerrado" comentó, refiriéndose a Gastón Casas, figura goleadora en Huracán de Parque Patricios, y atacante sondeando por un puñado de equipos del Viejo Continente. Lo cierto es que el muchacho había sido inscripto cablegráficamente por parte de nuestro equipo, y las negociaciones habían tenido un eco escaso en territorio Globo: "Independiente lo inscribió cablegráficamente pero con nosotros no habló nadie. Ni ellos ni ningún grupo empresario. La situación en este momento es que Huracán no le puso tasación al jugador porque lo quiere retener, salvo que la oferta fuera muy conveniente para todos". ¿Y a todo esto, que opinaba el futbolista? Él apeló a lo seguro, arrojar flores a la posible llegada a Avellaneda sin irse por las ramas: "Para mí sería un paso importante y no lo quiero desaprovechar"

En fin, las cosas transitaban el ritmo de lo protocolar en cuanto a las partes involucradas, hasta que quien apareció en escena fue el propio Menotti: "Para mí es muy difícil que se sumen al plantel, pero en este fútbol todo cambia en un minuto". Corría mediados de Agosto, y con el torneo a la vuelta de la esquina, a CLM no le hacía gracia incorporar con tan escaso plazo de preparación a un nuevo miembro del plantel. La proximidad de Casas era la más latente, sin quitar que se tanteaban otras posibilidades (para diferentes puestos) como Sergio Zárate, en aquel entonces en México, y el ex Deportivo Español, Eduardo Fuentes. La realidad hizo que la exigencia del DT, y la realidad de tener el tiempo en contra, motivaron que la transferencia se disipara. Años más tarde, tras una experiencia en el Viejo Continente, Casas firmaría para Racing Club.

domingo, 12 de marzo de 2017

Pablo Cuba



Cuba, esa exótica isla caribeña, llena de cultura, historia, política, playas, Buena Vista Social Club, Guantánamo Bay (?), es sin dudas un bellísimo lugar para visitar alguna vez en la vida. Con más de 11 millones de habitantes, es un país que se dedica a exportar azúcar, tabaco, café, remedios farmacéuticos, siempre y cuando Estados Unidos se los permita claro (?), además de poseer una gran mano de obra especializada. No hay dudas amigos que el Che y Fidel Castro han marcado realmente una Revolución allí, puesto que hoy en día son próceres fundamentales en su historia y, ¿por qué no? de la del mundo.


Nuestro homenaje de la fecha, además de promover el turismo, tiene que ver con comprar un boleto a Cuba, pero al que queda en Argentina, con origen en donde puntualmente es Córdoba hoy en día. Hablamos de Pablo… Cuba. Nacido el 8 de octubre de 1979 en la provincia de Córdoba, pertenece al grupo de los rojos que formaron parte del equipo campeón en el 2002. Apoyando psicológicamente claro, porque no disputaron ni un solo minuto.


Futbolísticamente criado en Talleres, debutó de la mano de Ricardo Gareca en el Torneo Apertura 1998, ante la falta de recambio para los titulares. El delantero disputó un puñado de encuentros para después ser colgado. Su destino siguiente sería un semestre en el Nacional B jugando para Tigre donde marcó un gol en seis partidos. Regresó a la T donde alcanzó su pico de rendimiento futbolístico en el año 2001, donde terminó con 12 goles en su cuenta personal, lo que le valió ser la “joyita” buscada del mercado de invierno de aquel año, principalmente por dos equipos grandes: Independiente y San Lorenzo. Tras una larga puja, finalmente el jugador decidió ponerse la casaca roja.


Su bautismo fue con Néstor Clausen de DT, en el triunfo de Independiente 2 a 1 frente a Racing. Sin embargo, la pólvora goleadora (?) del cordobés llegaría al siguiente partido contra Newell’s, en una derrota en la Doble Visera por 3 a 2. Jugaría un puñado de partidos más, aunque sin pena ni gloria… ni estado físico.


Con la llegada de Américo Rubén Gallego, Cuba no volvería a disputar minutos con el primer equipo. Aún así, perteneció al plantel que conquistó el último título a nivel nacional. Luego de haber obtenido el galardón, el homenajeado tuvo un papel actoral (?) en “Los Simuladores”, aquella gran serie emitida por Telefé: Su gol a Racing en el torneo de verano en el año 2003 apareció en la tapa de un diario en un episodio de dicha serie.  Finalmente, en Independiente totalizó 17 partidos y un solo gol.


Tras alcanzar la fama, televisiva claro, volvería a su primer amor: Talleres, en un torneo injusto para el mundo del fútbol, ya que el conjunto de Barrio Jardín finalizó tercero en el Clausura 2003, pero descendió al Nacional B por la promoción perdida frente a Argentinos Juniors.


Cuba  siguió su rumbo por la segunda categoría del fútbol argentino: Unión de Santa Fe, un fugaz paso por The Strongest en Bolivia, Ben Hur de Rafaela, y para finalizar su carrera, San Martín de San Juan, donde se retiró en el año 2007, con 27 años, muy joven para el fútbol profesional hoy en día. Parece que se cansó.


Peeero… la historia continuó con Cuba, retirado, ahora… ¡vendiendo sandwiches en Villa Carlos Paz!. En una entrevista realizada a un medio cordobés, Pablo señala: No estaba salvado con lo que gané en el fútbol y como no sé si voy a cobrar lo que me deben, le dí para adelante. Por día, voy a 65 quioscos en la ciudad. Lo hago en una camioneta para llevar los pedidos. ¡Lo que transpiro! Pero me encanta, soy feliz, necesitaba hacer otra vida. Vender sandwiches fue la mejor decisión que tomé”.

Esta es la historia de Pablo Cuba, una promesa que se desvaneció en el tiempo con lesiones, poco estado, cansancio del fútbol, vestigios actorales (?) e incluso, de yapa, terminó como sandwichero. Al final el tipo no era ningún salame.

jueves, 9 de marzo de 2017

Franco Razzotti

La última década en Independiente representa un karma en varios sentidos. Los hinchas sabemos lo que es sufrir en tiempos cercanos y la desazón ante determinadas situaciones pareció volverse recurrente, debido al esquivo de ciertas situaciones que, ni con golpe de suerte, pudieron sortear los protagonistas. Ganar en Mendoza, que falten cinco para el peso en algunos torneos, el maleficio en la Copa Argentina, los partidos decisivos parecen volverse obstáculos en donde los falangistas ya no saben cómo idear una solución.

Piedra en el zapato cabería perfectamente en la historia que hoy nos compete. Y es que, durante los últimos mercados de pases, los futbolistas provenientes de Vélez Sarsfield dejaron varios sinsabores en el paladar rojo. Víctor Zapata, titular en un momento, olvidado en el ayer luego, Emiliano Papa, de tarea intrascendente en el club, se suman al homenajeado de hoy: Franco Razzoti.

Nacido en Buenos Aires en 1985, durante sus primeras temporadas como profesional en el Fortín logró mostrar varias cualidades que hacían pensar en un volante central con mucho potencial, dúctil con el balón y con un traslado que hacía que cualquiera quisiera tener en sus plantillas. Claro, el contexto era mucho más armonioso, que penar en las aguas del ascenso como le tocó vivir con la casaca roja.

Durante su estadía en el Amalfitani –con un breve paso por el Sporting Cristal de Perú- cosechó cinco títulos y un sinfín de elogios de parte de propios y extraños. Todos supondrían, en un principio, que su contratación sería acertada a la hora de necesitar a alguien que maneje los hilos del juego en la mitad de la cancha. Pero, como mencionamos anteriormente, los últimos soldados Velezanos que recalaron en tropas rojas, no pudieron mostrar el nivel que supieron tener anteriormente.

Miguel Ángel Brindisi, técnico en aquel entonces, ante la palpable sensación del descenso consumado, dio el visto bueno para que el mediocampista se sume a sus dirigidos, con el fin de concretar el ansiado regreso a primera. En una operación a préstamo por una temporada, recogió sus pertenencias de la Villa Olímpica y se mudó a Alsina y Bochini en el 2013.

“Soy simpatizante de Independiente. Mi papá era fanático y me llevaba a la cancha. Toda mi familia es hincha”, soltó en su primera conferencia de prensa, con el fin de demostrar el cariño (?) que tiene por la institución, o con el fin de una vendida de humo para cautivar el afecto de los simpatizantes.

Debutó en la primera fecha del “Nacional B” ante Brown de Adrogúe, en el “Libertadores de América”, con una derrota que generó un baño de realidad en todos los concurrentes a dicho encuentro. Con una actuación no tan destacada, compartió la mitad del campo con Martín Zapata, otro de los recién llegados.

Con el correr de los partidos, fue perdiendo la titularidad y la idea madre de juntar al criado en Liniers con Reinaldo Alderete en el medio perdió peso. La llegada de Omar De Felippe sepultó las esperanzas de volver a la oncena titular, ya que el entrenador optó por la aparición de Franco Bellocq o Marcelo Vidal en el medio.

“Hago autocrítica, no fueron buenas mis actuaciones”, la reflexión del volante a mitad de temporada, cuando aún quedaba mucho por recorrer. Si bien tiró flores para el nuevo deté, apoyando sus conocimientos en la divisional, nunca encontró el resquicio para pelear el puesto en los once de movida.

El conflicto estalló poco tiempo después. La comisión directiva se acercó al predio de entrenamiento para hacer entrega del pago a los futbolistas, pero alguien faltaba: Razzotti. El volante, en malestar con el club, caminaba los pasillos de Futbolistas Argentinos Agremiados pidiendo su salario, cosa que no cayó bien el seno del cuerpo técnico, jugadores y directivos.

“Hablé con ellos, quedó todo bien, muy claro y en buenos términos. Me manifestaron que si quería me podía quedar entrenando en Domínico”, sostuvo el ex C.A.I, poniendo un poco de paños fríos a la situación y alegando que su no presencia, se debía a que el técnico le comentó que no iba a ser tenido en cuenta.

Pese a la intención de calmar las cosas la decisión era indeclinable. Aquellos encargados de manejar los destinos políticos, económicos y deportivos de la entidad decidieron dar por finalizado el contrato, conciliar una rescisión y el cobro hasta el último día trabajado.

“No rendí, aposté a Independiente y no se dio”, sus frases finales antes de dejar Avellaneda para comenzar su periplo futbolero en tierras ajenas. F.C Vaslui, de Rumania; Independiente Santa Fe de Colombia; Deportivo Municipal de Perú; Defensores de Belgrano en tierra propia nuevamente y Clube de Regatas Brasil, del ascenso carioca, son los últimos pasos que dio en su carrera, con paso victorioso por lares cafeteros en donde logró proclamarse campeón.

El saldo en el rojo deja 10 encuentros, repartidos en un total de 810 minutos, una tarjeta amarilla y ningún gol, con el único acierto de confirmar que, aquellos que en algún momento partieron de Liniers, no colmaron las expectativas en el sur del Gran Buenos Aires.