martes, 31 de enero de 2017

Reinaldo Alderete




La temporada 2013/2014 significó una guerra, con un esquivo y tardío final feliz para Independiente. Con soldados de mayor o menor rango, algunos con más determinación y valentía que otros, comenzaron conflictos bélicos por las provincias de Argentina, con el fin de conquistar y volver a ser.

Avenida Mitre 470 pasó a convertirse en la base militar del estratega de turno en el cuadro rojo de Avellaneda. Omar De Felipe, a quien situamos en este contexto por su heroica y reconocida tarea durante la guerra de Malvinas, comenzó a diagramar su batallón para dar rienda suelta a los 38 enfrentamientos que, sabía, debía atravesar sí o sí. Es por eso que, el técnico sucesor ante la salida de Miguel Brindisi, empezó a reclutar a sus guerreros para construir su plan en pos de la victoria. Sebastián Penco, Facundo Parra, Matías Pisano, entre otros, conformaron un equipo que, en los papeles, daría qué hablar y pasaría a convertirse en el apuntado por el resto de los ejércitos para ser vencido. Por aquellos días de julio, en el 2013, un belicoso de rango medio, conocido por su cualidad de batallador, y que participó en sus luchas pertinentes con anteriores escuadrones como San Martín de San Juan o Gimnasia y Esgrima de La Plata, hasta con una experiencia internacional en el Maccabi Petah-Tikvah de Israel, decidió armar su bolso y, con el armamento correspondiente, comenzar a formar parte de la delegación de Avellaneda.

Fue por ese entonces que el anterior general (?) Julio Comparada y el teniente Brindisi, decidieron contar con los servicios de Reinaldo Alderete, luchador del medio campo, con virtudes para el quite y raspe en la zona medular, y que llegaría con el fin de cumplir un préstamo y dos años de contrato. Al arribar, sus palabras, conmovieron a propios y extraños con su felicidad: “Tengo una alegría enorme, una satisfacción plena. Estoy agradecido con el club por haberme ido a buscar y por hoy pertenecer a esta institución”. El hombre de 30 abriles, en ese tiempo, oriundo de la provincia de Santa Fe, tenía claro que su escuadrón sería a quien todos iban a querer derrocar. En sus palabras: “Todos van a querer voltear a Independiente”, y, como era de esperarse, no sería de otra manera.

La historia no comenzó de la mejor manera para los muchachos pertenecientes al “Rey de Copas”. Una derrota ante Brown de Adrogué, en territorio propio, y una serie de malos resultados, llevaron a la salida Brindisi, y la designación –ahora sí- oficial de De Felipe, como el teniente.

Sin embargo, la travesía del ex “tripero” por las calles Bochini y Alsina, no fue del todo feliz y como se esperaba. En los primeros seis partidos, el equipo sufrió tres bajas por expulsiones, entre las cuales dos, les correspondían al santafecino. Es por ello que, el deté de aquel entonces, mostró su mal estar para con el jugador. “Tendremos que hablar con él y que empiece a entender cómo es esto”, luego de un alto el fuego y empate ante Banfield. Los flojos rendimientos en el campo de batalla, hicieron que pase a ser considerado como una figura de cambio, ubicado en el banco de los suplentes. La aparición de Franco Bellocq primero, el asentamiento de Marcelo Vidal posteriormente, y los malas actuaciones en el césped, llevaron a que pase a ser desapercibido y uno de los más resistidos por la falange roja.

El hito y desenlace de la historia, se produjo en el duelo de La Plata, lugar que convocó a los ejércitos de Independiente y Huracán para ver quién quedaba en la gloria y quién debía penar un año más en las tumultuosas aguas del ascenso. El objetivo cumplido, quedó en manos de los del sur del gran Buenos Aires, sin Alderete en la retaguardia. Once disputas después, de las 38 que había en total, en los cuales comenzaría como titular en nueve de ellas, un cotejo por Copa Argentina y dos expulsiones, arrojarían suficiente balance para que el mediocentro decida emigrar, doce meses antes de la finalización de su contrato, para luchar junto a los hombres de Ferrocarril Oeste. Un soldado más, como varios en el último tiempo, que pasó sin pena ni gloria. 

Ciencia Ficción: Rashid Mahazi, un australiano en Independiente


El éxito a nivel internacional de un equipo de fútbol hace que, en menor o mayor medida, su influencia en el mundo de la redonda crezca, y de repente, se torne un sitio fértil para oportunidades y ofrecimientos. En efecto, el comienzo del año 2011 para el Club Atlético Independiente era una puerta hacia un cúmulo importante de compromisos de renombre: La Copa Libertadores, la Suruga Bank, la Recopa y, desde ya, la Sudamericana, en donde defendería el título obtenido poco tiempo atrás.

Esto también trajo consecuencias en las raíces de la plantilla roja. El nombre de Independiente apareció en semanarios y noticieros a lo largo del globo y, cual emprendimiento cuyas acciones comienzan a pisar fuerte en la bolsa, un puñado de juveniles, bolsito en mano, dijeron presente en Villa Domínico para probar su suerte en Avellaneda. Entre ellos estaba Rashid Mahazi, volante defensivo de 18 años. ¿Nacionalidad? Australiana, con raíces familiares pertenecientes al país africano de Kenia. ¿Pero cómo llegó a estos lares? 

La historia comienza, como en muchos de estos casos, con un agente cazatalentos cuyo oficio transcurre en países con escasa proyección futbolística. En este caso nos situamos en la escuela secundaria Rowville , una academia ubicada en los suburbios de Melbourne, en donde un adolescente Mahazi cursaba sus estudios y, desde ya, despuntaba el vicio de la pelota dentro de la academia de fútbol que poseía la institución. El coordinador de aquel lugar era el escocés Stuart Munro, ex defensa del Rangers en los 80', quien poseía enlaces con un football agent especializado en el área argentina. Una vez concluido sus estudios y en búsqueda de que hacer con su futuro, Mahazi caminaba por el predio de aquel sitio cuando Munro, decidido, le ofreció a sus 17 años una oferta que podría cambiar su vida: Hacer las valijas y probar suerte en el fútbol argentino. Corrían fines del año 2009. Nuestro homenajeado aceptó sin pensarlo y, tramite va, tramite viene, dejó la tierra de los canguros dispuesto a vivir en nuestro país la primer aventura de su joven vida.

En enlace entre Melbourne y Buenos Aires corrió en gran parte por cuenta de Daniel Santomil, encargado de la academia de fútbol de River Plate en territorio australiano. Justamente, sería en El Millonario en donde Mahazi entrenaría gran parte del 2010, sin lograr conformar a sus coordinadores. No se desanimaría y volvería a la carga en su afán de encontrar tierra firme en el fútbol argento. Allí es cuando el Club Atlético Independiente aparecería en sus camino, ya que en el génesis del año 2011 se presentó a una prueba de jugadores, conformando a sus evaluadores y siendo fichado como parte de la cuarta división. 

En sus andanzas por Avellaneda, Mahazi no se encontraba solo. De su estadía en Núñez lo acompañaban su compatriota Kris Kioussis y Ernesto López, originario de El Salvador y quien oficiaba de traductor improvisado del protagonista de este post. Ante la curiosa procedencia de los nuevos miembros de las inferiores, el Diario Olé inmortalizaría uno de los pocos registros que existen de Mahazi vistiendo el uniforme de Independiente. Enrique Borrelli, coordinador del fútbol amateur, definió su juego como "un volante central de buen físico y manejo, también puede jugar por derecha". 

Mahazi (derecha) junto a su compatriota Kioussis 

Mahazi fue participé en cotejos de la cuarta división, y luego mantuvo una estadía de poco más de un año en reserva. Sin pena ni gloria, compartió camada con Rafael Barrios, Franco Bellocq y Leonel Buter, entre otros. Como dato adicional, llegó a llevar la número 10 a sus espaldas en algunas oportunidades en las que jugó desde el arranque. Lo cierto es que a mediados del 2012 la experiencia no bastaba para saciar sus ansias de jugar y sus oportunidades de arribar al primer equipo eran escasas. Tomó sus pertenencias, observó por última vez el predio, escuchó por última vez las puteadas a Julio Comparada (?) y regresó a su Australia natal. 

Con unos jóvenes 20 años corriendo por sus venas, Rashid Mahazi recaló en el Melbourne Victory, en donde se mantiene hasta estos días. Meses atrás, un semanario australiano lo entrevistó para saber más sobre su caso: Mahazi forma parte de una tradición que es cada vez más habitual en el fútbol australiano, la cual implica partir joven a una tierra de mayor desarrollo en torno a la redonda, hacer las armas primerizas allí, y retomar formado al país para fortalecer la dinámica de la liga. En aquel reportaje, el homenajeado no esquivó referirse a Independiente: "Después de mucho entrenar, encontré un buen club y me quedé ahí un tiempo largo. Es una experiencia que te cambia la vida, lejos de casa y de tu familia. Tenía 17 años cuando me fui. Siento que crecí muchísimo, sobre todo en la parte mental del juego, y en lo psicológico. El fútbol allá es agresivo, más de uno cree. Es una liga sumamente rápida, donde los jugadores están técnicamente bendecidos, y quien no se adapta al ritmo de juego queda atrás. A veces jugábamos contra el primer equipo. Eran jugadores excepcionales.".

El fútbol también es esto.  



domingo, 29 de enero de 2017

Ricardo Moreira

“Pedí un cuatro, y me trajeron un pomelo…”. La famosa frase que soltó Héctor Veira quedó marcada en todos aquellos que pertenecen al mundo futbolero. Y no es que el Bambino fuese técnico de Independiente –materia que nos compete- o esté ligado a la de manera específica a la historia en cuestión. Sin embargo, sus palabras, irónicas y con un gran contenido de humor, fiel a su estilo, nos introducen en el relato del momento. 

Corría el año 2007. Luego de un (nuevo) interinato de Miguel Ángel Santoro, bombero especializado en apagar incendios en el club, asumía a la dirección técnica Pedro Troglio y con el un grupo de refuerzos que dieron que hablar.

Con la asunción del técnico, reconocido por su afición a Gimnasia de La Plata –imposible ser campeón (?)- el mercado de pases volvió a moverse, en pos de devolver a la institución de Avellaneda a los primeros planos, después de coquetear con los puestos del descenso, el rescate de Julio Falcioni y el conflicto entre Ortemán y Burruchaga.  


Ante la imperiosa necesidad de buscar un nombre de peso y trayectoria para el puesto de lateral por derecha, el coach Peter posó sus ojos en un defensor que venía cumpliendo su labor en Rosario Central, confiando en que sus dotes y cualidades serían las necesarias para ocupar el puesto que tuvieron, entre otros, Roberto Ferreiro o Néstor Clausen. Fue en ese inverno del 2007, en donde a cambio de 750.000 dólares, Ricardo Pomelo Moreira, pasó de defender los colores de la entidad rosarina, para mudarse a Avellaneda y así cuidar la roja.

El hombre, protagonista y artífice de la conjunción entre el puesto de lateral por derecha, con la bebida gaseosa a la que hacía referencia Veira –y que luego parafraseó Omar De Felipe- gozó de una estadía de casi tres años en los predios de Villa Domínico.

Con el número representativo a su puesto en la espalda, enhebró un eslabón más en la defensa que supo compartir con compañeros como Carlos Matheu, Guillermo Rodríguez y Lucas Mareque, entre otros.

Pese a que el comienzo no fue tan malo, o estuvo maquillado por los buenos resultados que cosechó al principio el deté, luego de quedar relegados en el torneo, que posteriormente ganaría Boca Juniors, sus limitaciones en su posición pasaron a evidenciarse un poco más. Además de por lo chistoso de su apodo, su apellido comenzó a ser vox pópuli en las tribunas, por sus desempeños domingo tras domingo.

En el año 2009 decidió cambiar de aire y la comisión directiva, presidida por aquel entonces por Julio Comparada, no vio con malos ojos cederlo a préstamo a Atlético Tucumán, durante una temporada. Tras pegar la vuelta, Gimnasia de La Plata –favor que les hizo Troglio (?)- pasó a ser dueño de los destinos futbolísticos del hombre nacido en la provincia de Santa Fe, lugar en donde también tendría una estadía de doce meses.

En el Rey de Copas no volvió a tener oportunidades de mostrarse. Tras un entredicho que mantuvo con la dirigencia, en donde por parte de la CD decían que tenía contrato vigente, mientras que el jugador pasó a considerarse como agente libre, agarró sus cosas y recaló en Tiro Federal, en donde disputó una temporada. El último club, de donde tenemos registros, fue Central Córdoba, en el año 2015, dejando sus últimas pinceladas como profesional.

Luego de 36 meses con la roja puesta, 116 partidos –uno por Copa Sudamericana- y con entrenadores como Troglio, Miguel Santoro, quien lo tuvo en dos oportunidades y Claudio Borghi, último maestro en su travesía por el acceso sudeste para llegar a los entrenamientos, se cerró una historia de desamor entre un futbolista que no logró asentarse y el hincha que, a día de hoy, lo mira de reojo. 

miércoles, 25 de enero de 2017

Marcelo Méndez



Embajador de la zaga defensiva durante el falcionismo, era que nos regaló a la mejor versión de Sergio “Kun” Agüero con la casaca roja pero que mantuvo la vitrina vacía de éxitos. Nacido en Montevideo a comienzos de 1981, Marcelo Fabián Méndez arribó a Independiente en el año 2005 proveniente del Junior de Colombia.

Con pertenencias físicas para oficiar de defensa central o lateral por la derecha, vio acción por primera vez en la victoria de visitante 4 a 2 sobre Lanús en la primer jornada del Apertura de aquel año. Aquella tarde sus compañeros en el fondo fueron Martín Pautasso, Fernando Cáceres y Matías Manrique. Un puñado de fechas más tarde, sería testigo privilegiado de la obra maestra del propio Agüero en la aplastante goleada por 4 a 0 sobre Racing Club. Curiosamente el propio Méndez había sido quien cabeceó la bocha de cara al arco defendido por Gustavo Campagnuolo que iba derecha a consagrarse en gol pero fue desviada por la mano izquierda de Juan Manuel Torres. El charrúa se quedaría con ganas de marcar en un clásico, pero se conformaría con ver como Nicolás Frutos intercambiaba la pena máxima por gol y le daba la apertura al baile que significaría aquel 11 de Septiembre.

Sin embargo, un equipo que parecía dispuesto a pelear el torneo hasta las últimas consecuencias terminaría decayendo en su nivel de manera regresiva amoldando las intervenciones de Méndez como cada vez más intermitentes. Aquel Apertura 05’ no dejaría una mala imagen respecto al equipo en sí (finalizó cuarto con 32 unidades e invicto de local) y él se sostuvo como una de las piezas a permanecer para afrontar la competición local consecuente, con el claro objetivo de pelear el tan ansiado torneo y clasificar a la Copa Libertadores. Pero aquella escuadra estuvo a años luz del objetivo: El Clausura 06’ dejaría la cifra de 23 puntos (a veinte del campeón Boca Juniors) resultado de seis victorias, cinco empates y ocho derrotas, que arrimaron al equipo al doceavo lugar. El 14 de Mayo de 2006, en la culminación de un torneo iniciado de forma temprana causa del Mundial de Alemania, Independiente cayó por 2 a 0 ante Rosario Central en el Gigante de Arroyito. Aquel cotejo significó la despedida de Sergio Agüero. En simultáneo, representaba el fin de la Era Julio César Falcioni en la institución. Lo que pocos sabían era que, mientras el disgusto y la emoción se encontraban de manera agridulce en la tribuna visitante, Marcelo Méndez, con 26 partidos al hombro durante la temporada que permaneció en el club, abandonaba, para siempre, del equipo. 


domingo, 8 de enero de 2017

Ciencia Ficción: El parche de Juan Manuel Trejo



Aquel que alguna vez en su vida haya vivido una situación traumática (o sea todos) suele tener un ancla en base a esa vivencia fatídica. Una canción, una foto, una frase o meramente una fecha en el calendario que nos arroja hacia una experiencia que buscamos dejar atrás, superar o, de alguna forma, reprimir. En el archivero de nuestros recuerdos, el expediente de las vivencias nefastas suele tener anexados varios factores que buscamos esquivar.

Como una especie de contracara de este malestar en el ejercicio de la memoria, muchas veces estas situaciones pueden despertar, a la distancia, cierto humor ácido, deslizándose por este túnel frases como “Mirá lo mal que estábamos” o la mucho más clásica “Éramos tan pobres”.

Y es que… éramos tan pobres en el año 2013 que cuesta mucho observar aquel año y no revolver el momento más difícil que nos tocó atravesar como hinchas de Independiente: La caída a la B Nacional, puntapié inicial para un sinfín de situaciones, agonías y emociones que, afortunadamente, ya quedaron atrás. Pero no por eso renunciamos a, en una lluviosa noche de entresemana, revolver el baúl y encontrar realidades que parecen ficticias, pero que contra todo pronóstico sucedieron en nuestro propio equipo.

El 18 de septiembre de aquel año la travesía roja por la segunda división aún intentaba domar el ritmo de la competición. Se asentaba Omar De Felippe al mando de la escuadra, ordenando las tácticas para una visita nocturna en la disputa de un cotejo con Villa San Carlos, ante la difícil tarea de volverse a ver frente a frente al optimista del gol Gino Clara.


Lo que nos lleva a aquella jornada es una curiosidad que ocurrió durante la preparación del match. ODF alineó titulares y suplentes contando entre estos últimos a Francisco Pizzini. Sin embargo, el atacante quedaría afuera de los convocados para el partido, cediendo así su plaza al joven Juan Manuel Trejo. A las apuradas, se quitó el nombre del delantero de la planilla y se colocó… una especie de parche en referencia a Trejo. ¿Por qué en referencia? Es que en el papel que ocultaba el nombre de Pizzini y exhibía a JMT en su lugar, se encontraba un dibujo que simulaba ser el propio Trejo, aunque más bien parecía el resultado de una actividad de jardín de infantes.

El Trejo dibujado tenía poco cabello, no poseía cuello, manos ni torso (?) y sus delgados bracitos apuntaban al cielo, además de aparentar una mirada enchinada un tanto perdida. Se podría decir que hasta es un tanto perturbador, aunque claro, en aquel contexto no era más que una mancha sobre el lomo del tigre.

Independiente, en concreto, ganó uno a cero en aquella visita a La Plata, en donde San Carlos ofició de local en el Juan Carmelo Zerillo. Incluso, a poco tiempo del final, Trejo ingresó al campo de juego, con su extraño retrato rezando por él en la planilla que colgaba en el vestuario visitante.


La foto fue subida a internet hace tres años por María Eugenia Stamm. 

Gabriel Vallés



La cultura de internet nos regala esta prolija definición del delicioso término “anti-héroe”: “Personaje que, en una historia, exhibe conductas y características que no coinciden con las presentadas por los héroes convencionales.”. Si lo aplicáramos al fútbol, podemos construir la idea de “anti-héroe” como un sujeto sin demasiado dotes a la hora de tratar a la redonda, pero que, a fuerza de alguna característica, situación o simple azar, perduró en el inconsciente colectivo de una hinchada, aun cuando sea el ingenio colectivo lo que lo mantiene vivo en el recuerdo más allá de sus insípidas apariciones en el campo de juego.

A los que conocemos la guerra no es necesario explicarnos como agarrar un fusil: Para bien o para mal, los seguidores del Club Atlético Independiente sabemos la historia de Gabriel Valles. Sería subestimar nuestra propia memoria ponerse a detallar quien es dicho lateral, de donde vino, que hizo y porque lo recordamos.


… esperen un minuto, ¿y por qué lo recordamos? ¿Qué es lo que hizo Valles por nosotros? Ojo, querido lector, no es mi intención despotricar contra GV. Amén de ciertas fugas en su juego, era un defensa que supo ganar cierto respeto, y aun independientemente de esto, no se trata de lanzar una columna con el mero objetivo de lanzar ofensivas gratuitas contra él. La pregunta al inicio de este párrafo es genuina, ¿cuál es el papel de este jugador en la última década de nuestro equipo? Transitó las inmediaciones del Libertadores de América entre el 2010 y el 2015. En efecto, fue parte de la tripulación de un barco que chocó, se hundió y resurgió, logrando apariciones de mayor o menor intermitencia mientras Independiente conocía el peor de los infiernos en el antes, durante y después de la fatídica temporada 2013/2014.

Durante un desliz en su nivel, los murmullos comenzaron a sentirse en la popular y en la platea testigo del despliegue de Valles. Pero por algún motivo, amén de un silbido o un insulto anónimo, el lateral se mantenía inmune al paso del tiempo de media década. Por alguna lesión ajena, recambio o mera disposición táctica del considerable número de técnicos que lo dirigieron en Independiente, Valles allí estaba, apareciendo y reapareciendo. De alguna manera se transformó en un personaje de culto en la formación de nuestro equipo, condimentado de manera exquisita con un apodo magistral: “El Cono”. Y el ingenio colectivo dió rienda suelta a la creación del último anti-héroe rojo.


Accidentado, entrañable y equilibrista entre el fútbol, la tragedia y la comedia, es probable que los últimos dos recuerdos que mantengamos de Valles sean dos obras que él realizó durante el paso por la segunda división. La primera, una perla negra, un error, un blooper. Por la fecha 7, “El Rojo” recibía a Banfield. El primer tiempo terminaba y en una rápida contraofensiva del rival, una pelota quedó boyando en las cercanías de nuestra área. Punteando de manera peligrosamente suave la bocha, Valles intentó brincar el balón hacia las manos de Diego Rodríguez, pero la trayectoria de la pelota feneció a medio camino y Andrés Chávez aprovechó tamaño descuido, para colocar la ventaja transitoria. El match finalizaría en empate en uno.

Pero luego llegaría el día V, la opera prima que Valles dibujó con su juego, cuando por la fecha 17 Independiente se midió ante Ferro. Corrían los últimos diez minutos de partido y se ganaba cómodamente por 2 a 0. Pero faltaba algo más. Por mano derecha, y en diagonal al arco contrario, Valles interceptó un rebote y con la pelota en el aire estampó con furia su botín contra ella. La pelota rompió el arco verde. Golazo que latió en cada garganta presente en el Libertadores de América, que se cansó de corear el nombre del héroe de la noche, aunque claro, mediante su apodo: “¡Ole, ole, ole, ole, Cono, Cono…!”.



La mejor forma de cerrar este post es, creo yo, citando a uno de los comentarios que tiene el video de su gol a Ferro, el cual acumula casi 50.000 visitas: “Ni Messi, ni Ronaldo: Vallés papá”.

Ciencia Ficción: El misterio de Daniel Mielnichuck



Es algo sumamente común que en una camada de personas trascendentes, siempre quede marginado del reconocimiento algún tapado cuya vida tomó un camino distinto en comparación con la de sus compañeros de categoría. Un ser que se diferenció de quienes lo rodeaban eligiendo el perfil bajo, casi el ostracismo, para continuar delineando su existencia. Cabe decir que, por supuesto, esto no en todos los casos es causa de una decisión pura del involucrado. Bajo nivel, diferencias de perspectivas o decisiones erróneas pueden alejarlo del círculo del reconocimiento y perderlo en algún recuerdo del pasado. En efecto, nuestros sentidos pueden reconocer con firmeza a Paul McCartney, John Lennon, Ringo Starr y George Harrison, pero deberíamos bucear por internet para tener idea de quien fue Pete Best.

El arco de Independiente durante el año 2005 viviría el inicio de una etapa que hasta este año perduró en dicha área: Guardavallas hechos en el club. Quitando las apariciones de Hilario Navarro y la intermitencia de Germán Montoya, los metas del equipo en la última década han sido producto de la escuela de Miguel Ángel Santoro. Y dicha sucesión en sintonía se iniciaba hace once años, cuando, durante la etapa de Julio César Falcioni como entrenador, existía un factor que no permitía al DT disfrutar a pleno del juego y despliegue de Sergio Agüero: Bernardo Leyenda, arquero que él pidió para la titularidad, afrontaba un alarmante bajo nivel, condimentado con errores insostenibles en diversos partidos a lo largo del Apertura 2005. Eran tiempos donde flameaba en la popular la bandera “Leyenda Autolesionate”.

En alguna reunión después de la jornada de entrenamiento, JCF encendió un pucho y le pidió a su ayudante de campo, y entrenador de la reserva, Omar De Felippe, alguna coordenada de los pibes que asomaban por detrás del malogrado arquero titular. Detengámonos un minuto aquí: ¿Quién había sido el primer guardavalla titular desde que ODF tomó las riendas de la reserva? Dicho sujeto era Daniel Mielnichuck, de 23 años por aquel entonces.

Dar con información de Mielnichuck es una tarea difícil, incluso con el internet de tu lado. La oportunidad causa de la salida de Leyenda del primer equipo pudo haberle arrojado la posibilidad de titularidad, pero la misma se disipó cuando Falcioni se inclinó por un tal Oscar Ustari, quien debutaría en un 2 a 0 frente a Newell’s, sin dejar de ser un habitué del primer equipo hasta su arribo al fútbol español.

¿Por qué el titular no fue nuestro homenajeado de hoy? ¿No conformaba al DT? ¿Estaba lesionado? ¿Justo ese día faltó? La realidad es que aquella chance que flotó en el aire durante la incertidumbre defensiva de 2005 rápidamente se disipó con las excelentes actuaciones de Ustari. Lo que vino después para Mielni (?) fue errático. Pasó con más pena que gloria por Almirante Brown en el 2006, y debemos recurrir a la base de datos del fútbol argentino para que nos arroje estadías fugaces de nuestro protagonista en Defensa y Justicia en 2007 y en Villa Mitre un año más tarde.


A Ustari lo sucedió Fabián Assmann, luego vino Adrián Gabbarini, tras el período donde predominó Navarro vivimos la etapa de Diego Rodríguez y recientemente el joven Gonzalo Rehak pudo mostrarse en el arco del rojo. Parece ser que Mielnichuck es el eslabón perdido en la trayectoria de arqueros made in Independiente, dejando entrever cierto aire de mito entre esta historia ya que escribir su apellido no es tan complicado como dar con información sobre su actual paradero, o siquiera una foto suya en algún rincón del universo de Google Images. 

UPDATE 23/1/2017: Mauricio Curto nos envía por Twitter una foto donde aparece Mielnichuck. ¡Misión cumplida! ¡Muchas gracias, Mauricio!


Emanuel Centurión



Insulso a la historia independentista resulto este zurdo volante que arribó a la escuadra en el invierno del 2008, poniéndose así a las órdenes del entrenador en aquel entonces, Claudio Borghi, de cara al Apertura. Surgido desde el semillero de Vélez Sarsfield, llegó proveniente del Atlas mexicano ejerciendo el rol de un primer recambio para el sector izquierdo del mediocampo. Sería en el debut en dicho torneo, justamente concluido en empate en cero ante ‘El Fortín’, donde vería acción por primera vez con la camiseta de nuestro club, ingresando por Hernán Fredes para conformar el sector medio con Lucas Pusineri, Mariano Herrón y Freddy Grisales.

El derrotero que vivió el equipo con el pasar de las fechas catapultó a Borghi por fuera del banco de suplentes. Poco cambiaría la situación tras el arribo de Miguel Ángel Santoro, desechando su rol antiguo de bombero para, esta vez, hacerse cargo de manera oficial del primer equipo. Independiente culminaría la competición con una migaja de puntaje, en los últimos puestos de la tabla de posiciones. Centurión, en dicho trayecto, acumularía minutos de juego con marcadas intermitencias.

Llegaba el 2009 y con él el lirismo de Ángel Cappa, la gripe porcina transitando por las heladas calles y el boom del alica-alicate (?). Nuestro protagonista era un actor de reparto de un Independiente sin identidad que arrancaba a los tumbos el Clausura. La turbulencia le costó el puesto a Santoro y dio pie al regreso de Américo Gallego, quien al arribar a la primer práctica y observar el destrozo futbolístico que era nuestro conjunto, apeló a tomar lápiz y papel para colocar los nombres que ya no formarían parte de sus planes, en afán de reducir el plantel y, de alguna forma, comenzar a ordenar un poco las carencias que padecía el equipo. Corría Abril cuando los medios publicaron los fatídicos integrantes de la lista negra de Gallego: Lucas Mareque, Federico Higuaín, Damián Ledesma, Nicolás Mazzola, Ricardo Moreira, Leandro Depetris, José Moreno, Damián Luna, Héctor Echague y… Emanuel Centurión. Así fue como los diez más odiados debieron emprender nuevos destinos, siendo solo Mareque quien resultará indultado por el DT. Nuestro protagonista, en silencio, hizo sus bolsos y dejó el equipo, acumulando en una temporada 16 partidos, sin goles convertidos.


Leonel Buter



Hay quienes dicen que la realidad es una hija de puta. Que sin importar las situaciones en que disipemos de nuestra vida a la tristeza y la melancolía sintiéndonos felices y plenos por momentos, la tendencia del pequeño universo que nos rodea es, por momentos, tomar nuestras aspiraciones y deformarlas, desgastarlas o, peor aún, desintegrarlas.

No sabemos en ningún momento lo que sucederá al día siguiente, y esa incertidumbre a veces puede llevar con cierto recelo entusiasta hasta lo sorpresa. ¡Claro que mañana puede ser un gran día! Pero el guion de nuestra vida suele ser caprichoso y muchas veces opta por la crueldad: Dejarnos en la puerta de nuestro sueño para arrebatárnoslo.

 Vayamos a un caso histórico. El 15 de enero de 1985, Brasil celebró sus primeras elecciones tras 21 años de dictadura. En semejante situación emocionante y políticamente bisagra, se proclamó ganador con el 72% de los votos Tancredo Neves, ex gobernador de Mina Gerais, de 75 años. Tomaría posesión del cargo dos meses después. Lo que nadie tenía en cuenta es que Neves, tras esperar toda su vida este momento, tras la campaña incansable, las dos décadas transitadas en dictadura y la victoria aplastadora, caería gravemente enfermo. La vejez, el stress, problemas e infecciones en su abdomen, capricho de su estado que lo dejó moribundo. Jamás llegó a asumir la presidencia: Tras agonizar durante semanas, sería José Sarney quien tomará el rol de líder del ejecutivo mientras Neves luchaba por su vida. Fallecería pocos días después de la asunción de su vice. Murió en el mejor momento de su vida, sin poder disfrutar las mieles de su éxito.


Pasamos al rojo, lectores, para interrumpir el relato de situaciones ajenas a nuestro querido equipo. Porque la historia de hoy es una de esas que duele en lo profundo del sentir independientista, y que nos hace replantear que, si existiese algo que maneja nuestros destinos, este ser puede llegar a ser muy perverso: Sin anestesia, nos puede hacer pasar de acariciar el cielo con nuestras manos a ser escupidos sin previo aviso por la adversidad.

Todos los que estamos aquí hemos fantaseado con pisar el césped del Libertadores de América como jugador de fútbol. Más aun los que ya no tenemos chances de hacerlo, por edad, trabajo, esa panza cervecera que limita cualquier trote o una combinación de todas los factores anteriores. Por eso, más allá de nuestra pasión por el equipo, cada vez que vemos a un pibe entrar por primera vez con la roja estampada al cuerpo le deseamos lo mejor de los éxitos porque cumple el anhelo que no pudimos alcanzar. Es el que llegó, el que puede llevar nuestro equipo a lo más alto. Nos da empatía, hasta orgullo. ‘Suerte, pibe’. Él, que lo logró.


¿Pero acaso todo es llegar? Nada de eso. Porque el pibe se viene deslomando en inferiores no solo para poner un pie en la cancha. Vino acá por la gloria. ¿Por qué no el ser una leyenda? Días, tardes y noches entrenando sin césar, resignando estudios y aceptando la distancia con el hogar, para que el DT le lance una mirada y el cartel de sustituciones dibuje su número en un verde fluorescente. Llegó el primer día del mejor tiempo de tu vida. Pero, desafortunadamente, todo puede ir cuesta abajo. Y eso es lo que le sucedió al joven Leonel Buter.

El 5 de noviembre del 2012, Independiente caía de local por 1 a 0 ante Lanús cuando el técnico Américo Gallego decidió darle rodaje a Buter. El delantero, de 19 años y aclamado goleador del Sub-20 argentino, era una de las más grandes promesas de nuestro semillero. El reloj de la televisión marcaba diez minutos treinta segundos del segundo tiempo cuando Patricio Vidal le dejó su lugar en la cancha. Pero la expectativa y la emoción darían un giro brusco en prácticamente un instante.

Con la 36 en la espalda, el atacante fue a disputar una pelota inquieta a ras del césped con Mario Regueiro. El uruguayo posó pesadamente su cuerpo sobre el de Buter con afán de neutralizarlo e impedir una insurrección ofensiva. El hombro del uruguayo cayó pesadamente sobre el físico del juvenil, desestabilizándolo por completo, cayendo este con la rodilla en punta de manera peligrosamente pesada contra el pasto. Corrían tan solo dos minutos desde su ingreso. Buter se arrastró un poco y acusó un fuerte dolor. Al principio se creía que era por un corte en su ceja producto de la caída. Pero era muchísimo más grave. Él se acababa de romper los ligamentos. Y no necesitó un diagnóstico médico para comprender la gravedad de su situación: Bastó con que intentara ponerse de pie y deambulara, casi cojo, por la cancha, sin querer aceptar el rol que el libreto de aquel partido le tenía deparado a él.

Buter no aguantó más y fue sustituido. Y lloró. Lloró, puteó e inclino su cabeza, en una escena que partió el alma a los espectadores rojos. No tenía consuelo, intentando entender como todo se había ido al demonio en tan solo 120 segundos. Miraba sus piernas. No podía moverse con facilidad. Gallego lo consolaba, lo abrazaba, lo alentaba. Primero como a un jugador bajo sus órdenes. Luego como a un pibe cuyo sueño se acaba de ver atropellado. Porque, en el fondo, no hay respuesta. No hay plan maestro que justifique. No hay final feliz. Y lloramos, claro que lloramos. Porque nos damos cuenta que somos vulnerables. Que somos entes arrojados a un mundo injusto, inentendible y que avanza con o sin nosotros.


Al otro día el sol sale de nuevo y las heridas comienzan a cicatrizar. Hoy Buter juega en el Olmedo de Ecuador y sigue a Independiente de manera fiel y apasionada por su Twitter. En ese lugar, donde en aquella jornada fatídica escribiría furioso “Voy a salir de esta. ¡La puta madre, Dios!” hoy se encarga de alentar al equipo y contarnos sus vivencias en aquel país. Porque la vida continuó y Buter también. Y le mandamos un abrazo. Uno bien grande. Uno de esos que se les da a un amigo en un momento bisagra. No es lástima. No es melancolía. Es empatía. Porque todos fuimos lesionados por la frustración en algún momento. Y claro que lloramos. Pero también, a la fuerza, crecimos.  

Roberto Russo



Oscuro lateral derecho que arribó a Independiente proveniente de Godoy Cruz en el invierno del 2012. En ‘El Tomba’, escuadra que se encontraba como reciente animadora de los últimos torneos locales en aquel entonces, había tenido una participación en el once titular de menor a mayor. Quizá el poco conocimiento que se tenía de él a la hora de arribar al Libertadores de América confluyó con escasas oportunidades y una participación negativa en algo tan bisagra y determinante como una derrota en un clásico.

Roberto Russo jugó tan solo dos partidos en Independiente. Uno de ellos fue la caída en ‘El Cilindro’ por 2 a 0 ante Racing Club, por el Torneo Inicial, donde durante una ofensiva de la ‘Academia’, nuestro homenajeado perdió la marca de José Sand, resbalándose en nuestra propia área y quedando desparramado por el césped, mientras el atacante se dispuso en concretar el gol y abrir la cuenta para nuestros rivales. En aquel partido, donde Russo integró cuarteto ofensivo con Eduardo Tuzzio, Cristian Tula y Claudio Morel Rodríguez, el fondo de ‘El Rojo’ fue una verdadera pesadilla. Concluido el poco satisfactorio 2012, no volveríamos a saber de RR… hasta hoy.


El 25 de Agosto de 2016, diferentes medios partidarios levantaron la noticia de que Independiente debía abonarle casi $985.000 al futbolista a causa de una intimación del mismo por una deuda que mantuvo en tiempos de la gestión de Independiente Místico. Russo, quien hoy despunta el vicio con la casaca de Unidos de Olmos, cuadro perteneciente a la liga platense, mientras asoma la mirada al horizonte esperando que los billetes arriben a su existencia. Si él se resbaló cuando debía marcar a un oponente, ¿por qué no patinarse un verdadero dineral para justificar tal inexplicable circunstancia? 

Ciencia Ficción: Arqueros Goleadores



El arco es el puesto más ingrato. Solitario, no perdona errores y convive con el hecho irreversible de que jamás una atajada será tan festejada como un gol, salvo casos extremos. Ya han dicho diversos expertos de los tres palos que mientras que a un jugador de campo se lo alienta e incluso aplaude cuando yerra un gol, el tanto concebido por el arquero lo hunde en el ruido blanco de la vulnerabilidad. Incluso cuando no podía haber hecho para evitar que penetren su puesto, el arquero sale a la cancha sabiendo que le va a tocar bailar con la más fea.

La contracara de esto es que el meta puede llegar a forjar una personalidad que amolde cualquier inseguridad en su oficio a la caníbal exigencia del mismo. Provocación, buzos coloridos o extravagancias que desdibujan el rol conservador del arquero. Gastón Sessa, Carlos Navarro Montoya, Hugo Gatti… Claro que también abundan tipos que han hecho una trayectoria sumamente respetable limitándose a la sobriedad del puesto. Pero la marginalidad táctica que por momentos padece el arquero lo hace un ser particular. Viste distinto a sus compañeros, está lejos de las jugadas de acción de su equipo y en el once titular solo hay un lugar para uno de los suyos.

Una disciplina que diferentes ‘porteros’ han sabido desarrollar es la de hacerse cargo de las pelotas paradas en el afán de ahora ser ellos quien rompan redes. Quizá como faro a nivel histórico podemos hallar a Rogerio Ceni y José Luís Chilavert. El mítico René Higuita y el delirante Jorge Campos pueden también integrar la lista de guardavallas con gol.

A favor…

Lo cierto es que si nos posicionamos sobre nuestro querido Independiente podemos encontrar casos significativos en torno a esta particularidad. Podemos hallar al legendario Faryd Mondragon mojando de penal frente a Vélez Sarsfield, cuando por la fecha diez del Apertura 1997 ‘El Rojo’ y ‘El Fortín’ se enfrentaron en la Doble Visera. Desafortunadamente ese match terminaría en victoria por 5 a 2 para la visita.

En el 2007, por la misma vía, y en un encuentro mucho más favorable, Oscar Ustari comenzó a despedirse de la hinchada obsequiando un grito de gol tras convertir vía pena máxima en una goleada por 4 a 1 ante Quilmes, en la anteúltima fecha del Clausura. Poco tiempo después emigraría al fútbol español.

En 2014, Diego ‘Ruso’ Rodríguez marcaría en la fecha 28 de la B Nacional frente a Banfield, en un verdadero partidazo disputado en el Florencio Sola que finalizaría 3 a 3. Sería el punto de partida de la campaña del rubio guardavalla haciéndose cargo de los penales a favor de Independiente. Acumularía nueve goles en el club, cifra que se ve opacada por un nivel que tendió a desmejorar radicalmente con el paso del tiempo.

A las puertas de la gloria quedó Luís Islas, quien en 1992 fue a buscar un córner en el último minuto del partido de vuelta ante Racing por los octavos de la Supercopa (habían ganado los vecinos 2 a 1 en la ida) y se encontraría, tras un rebote, con la redonda en el borde del área rival. Su disparo agónico se estrelló contra el travesaño, dejando un verdadero tanto heroico a unos pocos centímetros de ser concretado.

En contra…

¿Se imaginan a Rodríguez anotando un gol de penal frente a Independiente con su nuevo equipo, Rosario Central? Ya un arquero del ‘Canalla’ anotó frente a la escuadra roja: Fue Jorge ‘Fatura’ Broun, en una derrota 2 a 0 correspondiente al Apertura 2009.

El mencionado Chilavert también supo gritar gol frente a nuestro equipo. Su salieri más contemporáneo (?) Christian Lucchetti también marcó de pena máxima ante Independiente.




El gol convertido a Independiente por parte de un arquero que mayor importancia histórica a tomado es sin dudas el que el uruguayo Daniel Frangovic le marco, de arco a arco, a Luís Islas, en un partido por el Grupo 1 de la Copa Libertadores de 1987 en donde su equipo, Atlético Unión Táchira de Venezuela venció por 3 a 2 a ‘El Rojo’. Se trató de un gol increíble que, si bien estuvo favorecido por los fuertes vientos que azotaban a la ciudad de San Cristobal, significó en primer lugar el pilar de una histórica victoria de un conjunto venezolano ante uno argentino en un encuentro por Copa Libertadores, se tornó un hito en el fútbol de dicho país y cambió para siempre la vida de Frangovic, quien se tornó una celebridad por un tiempo en los ochenta, consagrándose como un referente del arco en aquellos pagos. 

Cristian Menéndez



 Existen ciertos tipos de personajes cuya ineficacia o torpeza para realizar una acción terminan convirtiéndolos en seres entrañables. Quizá si Peter Griffin fuera un intelectual no nos arrancaría tantas risas desde su rol en Family Guy, o por ahí si El Chavo del Ocho no hubiera recibido religiosamente en la vecindad con un pelotazo directo al Señor Barriga aquella mítica serie mexicana no hubiera permanecería aún en estos días en la carcajada colectiva. Lo recientemente descripto no identifica en lo más mínimo al paso de Cristian Menéndez por el Club Atlético Independiente, ya que lo primeramente citado era comedia y lo de este rubio atacante en nuestro equipo se dio en un contexto de nerviosismo y preocupación.

Tras el descenso a la B Nacional, ‘El Rojo’ requería una reinvención de sus filas. Con refuerzos que oscilaban entre prometedores y falopa, Menéndez apareció en Julio de 2013 para embanderar la delantera del equipo. ¿Sus antecedentes? Partir del semillero de Lanús y tener un fugaz paso por Quilmes en el fútbol argentino, pasos que no dejaron demasiado que destacar, pero que se complementaban con buenas campañas en el Emelec de Ecuador y Libertad de Paraguay. ‘Queremos jugar ya’ tiró el delantero en su presentación. ¿Para qué apurarse, no?


Debutó en el Libertadores de América haciendo dupla con Sebastián Penco en la inexplicable derrota en la primer fecha por 2 a 1 ante Brown de Adrogué. Desde aquella caída en adelante, debieron pasar ¡doce! jornadas para que CM meta su primer tanto en el equipo: Un extraño puntinazo, tras asistencia de Daniel Montenegro, en la victoria 2-1 ante Crucero del Norte en Avellaneda. Pero tan solo sería una alegría momentánea. En un nivel escaso, deambularía por el banco de suplentes y realizaría una última intervención anotando vía pena máxima el último tanto en el triunfo por 4 a 2 frente a Santamarina en un match correspondiente a los treintaidosavos de final de la Copa Argentina. Poco tiempo después se sumaría a las filas de Atlético Tucumán. 

Ciencia Ficción: Mariano Herrón marca el primer gol de su carrera



Pongámosnos serios, rojos: La primera vez no es joda. No vamos a indagadar en intimidades, ya que lejos está en mi deseo de monopolizar dicha expresión en torno al contexto íntimo. Podemos referirnos a la primera vez que fuimos a la cancha, el primer gol que hicimos, aquel primer beso, o la primera vez que te agarraste una borrachera que culminó con tu persona abrazando al inodoro hasta el último suspiro, mientras de fondo tu vieja te decía que no ibas para ningún lado con esa actitud y tu viejo te decía que eras un salame pero con cierto tono cómplice, casi viéndose reflejado en tu torpeza a la hora de ingerir alcohol.

Sin embargo, existe una vez primera que enmarca un poco más el comienzo (o mejor dicho, ‘debut’) en un acto y que se desenvuelve de diferentes formas en el historial de cada uno. O todavía no se desenvolvió, pero hay tiempo (?). Chistes, charlas paternales sobre cómo cuidarse, burlas, felicitaciones… la primera vez en la intimidad puede ser hermosa, desastrosa e inolvidable, todo en una, y cada quien la lleva en su biografía como un capítulo importante de su existencia.

Lo jugoso de esto… Deja, mejor uso otro adjetivo: Lo interesante de esto es que podemos trazar un paralelismo con el fútbol. Y no me refiero a esos canticos de cancha donde coreamos respecto a tener relaciones con la hinchada rival, la cual en nuestra canción es burdamente pasiva y sometida ante nuestro ímpetu. Nada de eso. Hablo de la vez que un jugador de Independiente tuvo su primera vez en una cancha, gracias al compañerismo de sus pares y a un poco de suerte respecto a las circunstancias de un cotejo donde, a ‘El Rojo’, simplemente le salieron todas.

Hasta el 21 de abril del 2008, Mariano Herrón acumulaba 230 partidos como futbolista, distribuidos en estadías en Argentinos Juniors, Montpellier de Francia, San Lorenzo, Rosario Central y el Lleida de España. En ninguna de las mencionadas experiencias había logrado anotar ni siquiera un gol. Tampoco lo había hecho en los tres años que llevaba en Independiente. Con 30 primaveras a la mencionada fecha, el retiro estaba más próximo que el debut y las ansias de anotar de una vez por todas eran tema de conversación en la jerga futbolística que rodeaba al centrocampista: ‘Hasta Ustari hizo un gol acá, pero tranquilo, ya va a llegar’ le deslizaban sutilmente algunos de sus pares. Una década como profesional que no mostraba goles en su historial era algo llamativo, sin dudas.

Tras haber comenzado el torneo bajo la tutela de Pedro Troglio, quien renunciaría a la séptima fecha tras caer frente a San Martín de San Juan, Miguel Ángel Santoro aspiraba a enderezar al equipo de cara a la mitad del Clausura 08’. En la fecha 11 de dicho torneo, ‘El Rojo’ se veía las caras ante Banfield. Herrón, en silencio, comenzaría el match desde el banco.

Ante un rival prácticamente sin juego, aquella mágica asociación que componían Daniel Montenegro y Germán Denis comenzó a hacer de las suyas: ‘El Rolfi’ metió el primer tanto cuando se jugaban cuatro minutos. A comienzos del segundo tiempo, una mano dentro del área de Jairo Patiño, quien vio la roja, fue intercambiada por gol tras que ‘El Tanque’ ejecutará de forma magistral la pena máxima. Cómodo cotejo para el equipo de Avellaneda, el cual lentamente comenzó a poner el piloto automático. La resolución de la cita comenzaba a verse resuelta y eso implico el ingreso de piernas frescas: A quince minutos del final, Santoro llamó a Herrón para que entrara a la cancha, sustituyendo a Damián Ledesma. El volante quedó posicionado en un mediocampo compuesto por su persona, Gastón Machín, Lucas Pusineri y Freddy Grisales. Pocos se imaginaban lo que estaba por ocurrir.

Corría tiempo de descuento cuando un córner de Montenegro obligó a Diego Herner, defensa banfileño, a anular a Carlos Matheu de un codazo en la nuca. Roja directa y penal decretado por el referí Carlos Maglio. Y si el partido a esa altura era una fiesta para Independiente, ¿Por qué no obsequiar algo inolvidable para uno de los integrantes del equipo? Miradas cómplices circularon entre Denis y ‘El Rolfi’. El decreto era uno: Herrón debía patear el penal y así lograr el primer gol de su carrera. El hecho de que se trate de un partido ya definido les daba espaldas a los futbolistas mencionados para tomar esa decisión.


Ante un Cristian Lucchetti ya pensando en tomarse una ducha e irse a casa, Herrón colocó la pelota en el punto de penal y giró para tomar carrera. Cuando el árbitro pitó, dio un trote enternecedor, esperanzado, como si corriera rumbo a la ansiada consagración, y le propinó un fuerte derechazo al esférico. La pelota tomó vuelo y beso la red, ante la resignada mirada del guardavalla. Gol. Es más, un lindo gol, independientemente de que fuera de penal. Con cierta timidez pícara, Herrón ensayó un festejo, el primero de su vida como futbolista profesional, en el cual atinó a señalar a Germán Denis, quien le brindó la chance de ejecutar la pena máxima. ‘El Tanque’, sonriente ante el arribo a las mieles de su amigo, le dio un fuerte abrazo que luego contagió al resto de los futbolistas rojos, quienes se amontonaron para felicitar efusivamente al goleador debutante. "Se lo dedico a mi familia que siempre me apoyó" declaró agónico Herrón, viviendo un sueño hecho realidad. Porque el fútbol también es esto. 

Sergio Vittor



Hace unos años, en una época que jamás volverá mientras vos trabajabas en un lugar que ya no existe, tenías una compañera con la cual habías entablado una cálida relación de amistad. Risas, cafés compartidos, jugueteos… la química era interesante pero, por algún motivo, vos habías limitado el destino de aquella dinámica en la amistad. Claramente ella esbozaba ganas de llegar a algo más. 

¿Hablamos de batir un Dolca? Quizá, si, quizá no. Secretos al oído, caricias y besos  que jamás se darían porque vos congelaste los caminos del placer en conversaciones cada vez más protocolares, saludos a distancia y algún que otro beso en la mejilla. Es cierto, en algunas ocasiones compartieron alguna copilla fuera del laburo, incluso la acompañaste hasta su departamento y podrías jugar que por un segundo pensaste en aventurarte a besarla y testear a la oportunidad de ver qué pasa. Pero para vos, era una amiga. Te encontrabas inmune a sus encantos y decidiste dejar esa historia en el archivo de lo que nunca sucedió.

Los años transcurrieron, la perdiste de vista y cada tanto te reprochas no haber valorado un poco más a aquella colega que hoy se encuentra continuando su existencia en algún rincón de la ciudad. Tu propia táctica te encerró, pero ya no hay nada que hacer. Sorpresa abismal cuando, caminando por ahí, accidentalmente te reencontrás con ella. No está sola: Camina de la mano de tu peor enemigo, aquel viejo rival que por alguna situación eclipsó tu odio y cada vez que lo observas no podés evitar desearle un fuerte y recalcitrante dolor de muelas nocturno. ¡Y ahora parece que ha conquistado el corazón de aquella compañera! Recapitulás todas las oportunidades que desperdiciaste. Imaginás en todos los finales posibles que no vivirás con aquella muchacha. Te regalas observarla por última vez. ‘Está linda’ pensás. No… es mucho peor. Está bonita.  ¿Te enojas? Con vos mismo, seguro. Vos sos quien se impidió en el pasado lo que ahora desea en el presente.

Es por eso que, ‘folclore’ dejado de lado, nos enfurezcamos con Sergio Vittor a causa de actualmente vestir la casaca de nuestro clásico rival, Racing Club. Hechos sus primeros pasos en la máxima división con la camiseta de Independiente en el año 2008, debutó en una derrota por la mínima ante Tigre, por la doceava fecha del Apertura. En aquella jornada compartió mediocampo con Hernán Fredes, Damián Ledesma y Leonel Ríos. Acumuló un puñado de cotejos en el club y rápidamente salió a buscar continuidad bien lejos de Avellaneda: El MSK Zilina de Eslovaquia lo acobijo durante parte del 2010, regresó a la institución para, nuevamente, entender que las chances de jugar estaban fuera del Libertadores de América y pasó con un rendimiento de menor a mayor por diferentes equipos de nuestro país hasta firmar por los vecinos.


Desearte suerte sería hipócrita, Sergio. Pero tampoco te miramos con resentimiento. 

Ciencia Ficción: Guillermo Rodríguez ahorca a un juez de línea



En los tres años en los cuales Guillermo Daniel ‘Willy’ Rodríguez permaneció en Independiente, logró ganar cierto respeto desde la hinchada. Parte de una época irregular del equipo, arribó bajo el ala de Jorge Burruchaga en el invierno del 2006 y mantuvo una participación regular en las tres temporadas en las cuales vimos al uruguayo defender la casaca roja. 91 partidos y tres goles (uno de ellos a Racing) son prueba de eso. Pero acá no nos interesan los cotejos o los tantos. Vamos a profundizar en torno a un complejo episodio que tomó lugar en el Apertura 2008.

Quinta fecha del campeonato. El Independiente de Claudio Borghi acarreaba una victoria y tres empates de cara a su visita a La Bombonera. La mencionada cita era una buena oportunidad para ponerse a tiro de la punta. Boca Juniors caminaba con la considerable racha de cuatro victorias sobre cuatro cotejos y le ponía un mote considerable de dificultad al partido. Fuera especulaciones, El Rojo salió a la cancha con Rodríguez como uno de sus titulares, partiendo de una defensa que junto con él componían Ricardo Moreira, Leandro Gioda y Lucas Mareque. ¿Qué podía salir mal?

El partido fue de menor a mayor y a pocos minutos de su conclusión se encontraba empatado 1 a 1. El árbitro Pablo Lunati comenzaría a tomar protagonismo al anular un gol válido a Leonel Núñez y también a causa de expulsar, por doble amarilla, a Daniel Montenegro, en circunstancias poco claras. Todo esto condimentado con una supuesta mano de Rodrigo Palacio en el gol de los locales. Sobre el cierre, las irregularidades del cotejo desatarían la bronca de Guillermo Rodríguez, quien en una trifulca se abalanzó contra el juez de línea Diego Romero. Primero hizo gestos aludiendo a que el mencionado estaba ‘comprado’ y luego, sin previo aviso, lo tomo del cuello. Toda esta secuencia fue captada por las cámaras de televisión en vivo. Tarjeta roja e ida al vestuario para el defensor, que una vez con la cabeza fría, intento remediar su accionar pidiéndole disculpas a Romero e implorando para que el reporte de los árbitros no sean condenatorios. Las horas pasaban y los medios se hacían eco de lo que había hecho Rodríguez. Algunos sitios llegaban a deslizar una hipotética sanción de más de diez fechas.

Con su siempre cagador frío porte empresarial, Julio Comparada lanzó su veredicto: ‘No tiene justificación’. Después, todos más sensatos (?), declaró: “Los que deberían ser imparciales terminan provocando la reacción de un profesional que tiene las pulsaciones a mil y se está jugando muchas cosas”. Claudio Borghi, por su parte, defendió a Rodríguez y despotricó contra el arbitraje del partido: “Cuando se equivocan para un solo lado me preocupa y si tengo que insultar para que se cobre algo lo puedo hacer, aunque me cueste.”.

El informe de Romero respecto a la agresión tenía un agravante, el gesto de soborno que había hecho el futbolista, y un atenuante, que era el pedido de disculpas posterior. Los antecedentes similares eran tremendamente desalentadores para el uruguayo: En 2002 a Gastón Sessa tomó del cuello al referí Sergio Pezzotta y por diez fechas fue relegado de las canchas. Yendo más atrás en el tiempo, 25 jornadas le aplicaron como sanción en 1979 a Carlos Salinas por un accionar idéntico contra Abel Gnecco, en un partido que enfrentaba a Boca y Estudiantes de La Plata. Por momentos parecía que la pena para Rodríguez orbitaría entre perderse prácticamente todo el torneo apenas comenzado este o, incluso, quedar afuera hasta el siguiente campeonato.


Una semana y media después del incidente, el Tribunal de Disciplina de AFA daría su veredicto: Cinco fechas para que el defensa calmara sus ánimos y se mantuviera alejado de las canchas. Una determinación que, si bien era considerable, resultaba afortunadamente menor a lo que se esperaba. 

Adrián Argachá



Historias mínimas de actores de reparto de los capítulos más esquivos al éxito que transitó Independiente en los últimos años. La contratación de Adrián Argachá, uruguayo de 24 años proveniente de Defensor Sporting, fue una consecuencia del eco triunfal en la Copa Sudamericana 2010. El Rojo se encontraba a punto de comenzar a transitar el sendero de copas en las cuales participaría tras obtener la mencionada competición, y el técnico Antonio Mohamed requería refuerzos para afrontar respectivas misiones. La banda izquierda requería nombres y fue este futbolista proveniente de la banda oriental quien arribaría a Avellaneda.

Recién llegado, el buen Argachá se encargó de empujar las expectativas hasta el cielo: ‘Cómo todo uruguayo, voy a dejar todo’ (porque si hubiéramos traído un lateral búlgaro, hindú o canadiense capaz dejaba solo la mitad, está claro) y de yapa comparó su juego con un referente de su posición: ‘Dicen que me parezco a Sorín’.

Todo era hermoso hasta que arribamos a la hora de los cortos y el césped: El debut fue en la nefasta derrota por penales ante el Jubilo Iwata por la Suruga Bank, en la primera mañana del tres de agosto de 2011. Lo recuerdo sin necesidad de googlear porque ese día falté a la escuela para ver el partido, pero eso acá no importa (?). El uruguayo ingresó por Maximiliano Velázquez a veinte del final, con el agregado de que dicha competición permitía siete sustituciones. De lejos vio como los japoneses obtenían el título al convertir cuatro de sus cinco ejecuciones. Los tiros marrados por Cristian Báez y Cristian Pellerano impedirían a ‘El Rojo’ arribar al título.


Así como todo sería cuesta abajo para el equipo a partir de dicha caída, con más pena que gloria transcurriría la estadía de Argachá por estos lares. Mohamed dejaría la banca, Ramón Díaz lo mantendría como un sustituto de escaso ruedo y acumularía, entre 2011 y 2012, 15 partidos y dos expulsiones, frente a Estudiantes de La Plata y Godoy Cruz. En la culminación del Clausura 12’, se despidió en un 0-0 frente a San Lorenzo donde hizo cuarteto defensivo con Eduardo Tuzzio, Gabriel Milito y Julián Velázquez, estando ya Cristian Díaz a cargo de las tácticas del conjunto. No se lo volvería a ver por el Libertadores de América. 

Pablo Vitti



El resurgimiento futbolístico que vivieron en el segundo semestre del 2007 jugadores como Carlos Matheu o Germán Denis le otorgaron al técnico en aquel entonces Pedro Troglio cierta aura de resucitador de trayectorias. El defensa pasó de ser un eterno tapado con un nivel poco satisfactorio a convertirse en un aguerrido líder en el sector defensivo de la escuadra roja.  En cuanto a ‘El Tanque’, pasó de perder el puesto de titular a romper redes de una manera adictiva: El Torneo Apertura de aquel año lo finalizó con 18 goles convertidos, catapultándose como el jugador que más tantos convirtió en un torneo corto vistiendo la casaca de Independiente.

Con esos antecedentes, en algún rincón del verano del 2008, el entrenador colocó el nombre de Pablo Vitti como uno de los refuerzos a adquirir. Delantero de 22 años, afrontaba a temprana edad una carrera que comenzaba a emanar un aroma a declive. Originario futbolísticamente de Rosario Central, fue en dicho conjunto donde comenzó a sorprender a propios extraños con un buen dinamismo y mojando en varias oportunidades. El recordado Ángel Tulio Zoff fue el DT que más lo hizo brillar en su sistema. No en vano a mediados del 2005, cuando Vitti contaba con solo con 19 años, el Atlético de Madrid envió a un grupo de ojeadores a seguir los pasos del atacante, incrementando los rumores de una posible compra.

Desafortunadamente para él, su nivel comenzaría a caer de manera preocupante. Comenzó a quedar relegado del primer equipo de ‘El Canalla’ y la necesidad de nuevos horizontes comenzó a delatarse. Lejos de ofertas del Viejo Continente, recaló en Banfield donde jugó un puñado de partidos sin convertir gol alguno. Corrían los primeros días del 08’ y no vaciló demasiado en abandonar a ‘El Taladro’ para sumarse a la pretemporada de ‘El Diablo’.

El crédito que había construido Troglio con algunos indicios en el torneo anterior, sin embargo, se disiparían en el consecuente: Independiente arrancó el Clausura con un desempeño bajo y el técnico acordó su salida a tan solo siete fechas del comenzado el mismo. Miguel Ángel Santoro lograría enderezar el rumbo sobre la marcha, pero en ese interín, Pablo Vitti tan solo acumuló dos partidos, sin goles convertidos, con la casaca roja. Tras su breve estadía por estos lares, emigraría al fútbol ucraniano, lejos, muy lejos, de la realidad de Independiente.

Juan Caracoche



Este defensor encarna el enigma de la perduración en el panorama y de la cercanía en el tiempo. Porque de alguna manera Caracoche parece haber estado presente un largo período como una especie de Peter Pan, un permanente juvenil a punto de quebrantar el banco de suplentes para reemplazar a Leandro Gioda, Carlos Matheu, Guillermo Rodríguez, Ricardo Moreira, Eduardo Tuzzio, Leonel Galeano o el mismísimo (?) Ángel Puertas. La realidad es que él formó parte del plantel profesional tan solo durante un año y medio: Clausura y Apertura 2008 y Clausura 2009. En dicho trío de competiciones acumuló escasos 16 partidos, aprovechando la inestabilidad táctica que caracterizaba a Independiente en aquellos tiempos (mal que, tristemente, aún estamos combatiendo).

También Caracoche atrae cierta sensación de proximidad en el tiempo, como si nos asomáramos ahora mismo para pegarle una mirada a la plantilla del equipo y que él esté ahí, con su peinado al viento y su mirada juvenil, esperando el mañana que de seguro será dorado. Pero el último partido que disputó este defensa en Independiente fue hace más de siete años. Digamos que un bepi que nació el día que debutó el homenajeado de hoy, en estos días ya estaría transitando segundo año de primaria. Así es, ese ejemplo fue absolutamente innecesario pero quería dotar de dramatismo cronológico a la nota. Sepan entender.

El Independiente del primer semestre del 2009 era un experimento incomprensible y sin identidad. Atrás había quedado la etapa de Miguel Ángel Santoro en el génesis de dicho año, ahora era Américo Gallego quien comandaba la plantilla. Y bajo las órdenes de ‘El Tolo’ Caracoche jugaría sus últimos partidos en ‘El Rojo’ con resultados dispares: En aquel Clausura, Carabici (así era apodado por sus compañeros causa de que concurría a los entrenamientos montando una bicicleta) formó parte del equipo que venció 2 a 1 al Huracán de Ángel Cappa, así como también del que cayó 0-1 ante Colón de Santa Fe y el que fue aplastado por el Estudiantes de Sabella en un 5 a 1 categórico. Dicha goleada fue su despedida.


El tiempo transcurre, Caracoche desaparece del mapa y debemos posar nuestra mirada, ya en el 2013, en una entrada del portal Navarro Noticias, sitio de internet difundidor de novedades de dicha ciudad, para conocer la respuesta a la incógnita de que había sido de su vida: “Dejó el fútbol profesional para comenzar una nueva vida en Navarro junto a sus seres queridos.” En dicho lugar, el futbolista atiende una panadería llamada ‘Don Pancho’, donde la medialuna del área fue reemplazada por deliciosas medialunas de grasa y de manteca, y el rojo de la tribuna hoy se asemeja en menor medida con la glaseada frambuesa de una porción de torta que un vecino se lleva para su merienda. De vez en cuando, mientras envuelve la media docena de facturas que Cacho de la ferretería se lleva para devorar en su negocio, relata sus anécdotas en Independiente, mientras procura que el envoltorio de papel no disemine por el paquete el prolijo dulce de leche que yace en el corazón de una azucarada bola de fraile. 

Mercado de Pases: Marcelo Bielsa (1995)




Se trata de un entrenador que tatuó un estilo en el vasto cuerpo del fútbol contemporáneo. Entremezclo con una frialdad calculadora exigentes métodos de entrenamientos y exhaustivos amoldamientos tácticos con principios morales y características personales que le dieron entidad propia en el mundo que rodea a la pelota. Su forma de percibir a este deporte fue heredada, tomada o adoptada por diversos técnicos que le encontraron un nuevo sentido a las formaciones, el pizarrón y los apellidos en las espaldas tras pasar por un plantel dirigido por él, recibir una charla técnica del mismo o simplemente observar detenidamente sus modos. Existe, en simultáneo, una considerable crítica hacia su trabajo, alegando que posee más métodos y salieris que trofeos en la vitrina. Su labia compleja de por sí puede tornarse incomprensible y por ende tramposamente inmune a la crítica. Aún pesa sobre sus hombros el fracaso que vivió como entrenador de la Selección hace casi quince años. 

Su predominio de formador y asentador de bases que quizá contribuyó a su también válida faceta de comandar hechos que ‘siempre quedaron al borde de la gloria’ lo hacen merecedor de aplausos pero también receptor de discordia. Lo que no se puede negar es que el trabajo realizado por Marcelo Bielsa es digno de apreciar y respetar. Ha comandado reinvenciones, renovaciones e incluso revoluciones de diversos grados. Hoy es un nombre de peso en el banco de suplentes para todos los amantes del fútbol. Creo un estilo, y diagramó de esa forma, casi sin quererlo, una escuela.

Un capítulo casi desconocido de la trayectoria de ‘El Loco’ es que estuvo a escasos pasos de convertirse en director técnico de Independiente. Esa chance se dio previo a su desembarco en el fútbol europeo y su paso por la Selección Argentina. Bielsa tenía 40 años cuando, en el invierno de 1995, se lo comenzó a nombrar en ‘El Rojo’ como un posible sucesor de Miguel Ángel Brindisi, ya sin crédito entre los seguidores del equipo a pesar de haber obtenido el Clausura un año antes, causa de los magros resultados en la campaña posterior. Su posible desembarco en la institución desencadenó posiciones encontradas entre dos dirigentes de influencia clave en aquellos años: Por un lado, el presidente Jorge Bottaro, por el otro, Héctor Grondona, miembro de la comisión directiva. El primero prefería otras opciones por sobre Bielsa (se hablaba de Enzo Trossero), mientras que el hermano de Don Julio asimilaba una devoción por el ex DT de Newells. La situación del primer equipo, cabe decir, era preocupante: Luís Islas, en conflicto con el club, buscaba emigrar. No era el único caso: Desde la dirigencia se buscaba pasar una escoba que también barriese a Néstor Craviotto, Gerardo Mejide, Carlos Desio, Walter Parodi, Orlando Maturana, Alfredo Cascini, entre otros tantos jugadores del conjunto. Se acoplaba a estas medidas la ya mencionada partida de Brindisi, sin poder encontrarle rumbo a un plantel desencontrado con la victoria que hasta hace tan poco tiempo había logrado conseguir.

¿Qué decía Bielsa a todo esto? Desde México, en donde había dirigido al Atlas entre 1992 y 1994, deslizó para la prensa que: “Independiente es una de las mejores instituciones del mundo, con una tradición futbolística y un lugar donde se puede presentar un proyecto serio, a largo plazo. Hasta ahora esto me provoca ansiedad y curiosidad”. Con su faceta personal aún no marcada por su permanente distancia para con la prensa, el hombre del jogging estiró un comentario más que prometedor: “Si aceptaran un proyecto de trabajo, de mi parte no habría ningún problema”.

La resistencia por parte de Bottaro, quien postulaba a Enzo Trossero como un mejor candidato, comenzó a adormecerse a partir de la docilidad con la que Bielsa recibió la posibilidad de dirigir a Independiente. Los días pasaban y ‘El Loco’ se transformó en un lugar en común entre bottaristas y grondonistas. Mientras este par de pájaros establecían negociaciones con el técnico, se hablaba de posibles refuerzos como Leonel Gancedo, Gabriel Schurrer y Fernando Galetto. Ya lo vaticinaba el sensacionalista (?) El Gráfico de los años 90’: “Para los dirigentes rojos, ese manosanta que espantará todos los males tiene nombre y apellido: Marcelo Alberto Bielsa”.


Pero como nos tiene acostumbrado el fútbol argentino, nada es lo que parece. El consenso bottarista-grondonista se encolumnó sorpresivamente detrás de un tercer candidato: Miguel Ángel ‘Zurdo’ López, electo como entrenador para comandar la campaña en el Apertura 95’ y en la Supercopa Sudamericana de aquel mismo año. Si bien en el torneo Independiente realizaría una campaña poco eficiente (14vo, con 21 puntos), se alzaría con la Supercopa venciendo en la final al Flamengo en un global de 2 a 1 a favor. Bielsa, por su parte, jamás volvería a ser mencionado en Independiente. Continuó su trayectoria en México, cosechó un título local en Vélez Sarsfield y, cuando apenas se acomodaba en el banquillo del Espanyol, le fue ofrecida la dirección de la Selección Argentina, cuando aún corría el año 1998.  

Ciencia Ficción: La extraña contratación de Carlos Henneberg



Lo de este particular jovencito venía extraño desde su nombre: Tranquilamente pudo haber sido el alias de algún secuaz de Walter White en Breaking Bad, así como también la manera de identificar a  algún informante secreto arrepentido del Partido Republicano. Ustedes me entienden (?). Muy bien, la trama que involucra a Carlos Henneberg no contiene ni cristales ni información confidencial de carácter gubernamental. Se trató más bien de un capítulo marginal, casi desapercibido, en la escabrosa y olvidable estadía de Independiente en la B Nacional.

Javier Cantero había resultado victorioso en las elecciones del año 2011 en una campaña que revolucionó por completo al colectivo independentista. Basándose más en la abrumadora diferencia de su aparato político con la Era Comparada que en propuestas deportivas para frenar una posible debacle del equipo, emergió de la platea y de los foros de internet como un arquetipo de socio común que llegaba a poder: “Uno de los nuestros” que había logrado “llegar”.

Incorporaciones que no rindieron, ventas cuyo dinero parecía haberse esfumado, refuerzos falopa y altas que tardaron meses en debutar por problemas físicos, el expediente comparadista en el mercado de pases dejaba mucho que desear. Pero si lo que esperábamos era que la gestión Cantero se diferenciara de estos métodos, lamentablemente la realidad no hizo más que demostrar que nos habíamos tragado un buzón, y Carlos Henneberg es un claro ejemplo de esto, al transitar en la vía de los “refuerzos-combo”, ó como dirían en cualquier supermercado cercano a tu hogar: “Compre uno y lleve dos”.

Cristian Menéndez había arribado a Independiente a préstamo, siendo dueño de su pase el Club Atlético Lanús. Dicho traspaso incluyó presentación oficial y declaraciones a la prensa. Lo que no sabían propios y extraños es que el rubio atacante, de fugaz paso por el club, era tan solo una faceta de aquellas tratativas: En realidad la compra tenía un carácter siamesa, porque mientras Menéndez se llevaba los flashes, en silencio Henneberg comenzaba a trotar por Villa Domínico. No tuvo presentación, declaraciones, ni siquiera algún epígrafe en un medio oficial que aclarara su incorporación. A sus 23 años, este delantero era un misterio. Su expediente relataba pasos fugaces por Atlanta, Lanús, Nueva Chicago y Corinthians de Brasil. ¿Se trataba de un tapado? Lo dudo: En ninguno de sus conjuntos anteriores había logrado continuidad. Ni siquiera un nivel aceptable. ¿Brindisi, el DT en aquel entonces, acaso sabía de su existencia? Para nada. Recién supo de Henneberg cuando puso pie en el verde césped del entrenamiento. Es más, él ni siquiera aparece en la Base de Datos del Fútbol Argentino. Pasaron Mulder y Scully y dijeron que acá hay algo raro.
Tanto el delantero involucrado como Cantero intentaron disipar las dudas en torno al asunto. Pero si esto antes tenía un manto de extrañez, tras sus torpes palabras directamente adoptó un carácter paranormal: “Me lo recomendó Nicolás Russo”, deslizó JC, en alusión al presidente de Lanús. Amigazo entonces Russo, que le sugirió a Cantero un jugador que su propio entrenador, Guillermo Barros Schelotto, había descartado poco tiempo antes. No se puede confiar en nadie, loco. Por otro lado, Henneberg disparó una frase que grafica a la perfección su paso por Independiente: “Me pidieron que por ahora no hable”. 



Entre sospechas, polémicas y piezas de los rompecabezas faltantes, este particular sujeto se establecía, en condición de ‘a prueba’, para bien como una de las caras que reforzaban a ‘El Rojo’ en su paso por la B Nacional en la fatídica temporada 2013-2014. Cara que se disiparía con el pasar de los días, ya que su testeo en estos lares no arrojaría resultados favorables: En Octubre, a dos meses de su arribo, armó los bolsos y dijo adiós. El tiempo dejaría sentado que su tan poco común traspaso fue parte de una articulación de la transferencia del mencionado Menéndez: La absorción de un favor para destrabar la negociación.


¿Es Henneberg un episodio perdido en la traumática serie basada en la travesía Independiente en la segunda división? No lo sé, pero suena bien (?). Sabemos que Carlos, jugando actualmente en México, tiene cuenta en Twitter, por ende damos por sentado de que suele caminar los pasillos internautas. Si lees esto, te tengo dos preguntas: ¿Cómo pasó? O, mejor dicho, ¿Qué pasó?