Supongamos, lector o lectora, que usted comienza una
relación con una persona que conocía desde hace tiempo pero que, previo a que
regresara a su rutina para conquistar su corazón, había perdido su rastro últimamente.
Lo único que retenía de él o de ella era una imagen positiva pero ajena a su
vida.
La expectativa en el génesis del noviazgo trepa hacia las nubes, claro
está. Pero a medida que pasa el tiempo diferentes actitudes de su involucrado o
involucrada comienzan a delatar ciertos impedimentos por parte de aquella
persona para llevar a cabo de manera prospera la relación. ¿Cómo puede ser, si
los recuerdos que usted poseía de dicho ente eran favorables hacia su existir?
Decide recabar respecto a las vivencias de su novio o novia en aquel ‘período
oscuro’ donde no tuvo noticias suyas. Y descubre que todo había ido cuesta
abajo: La persona ideal que usted había conocido se encontraba en una
prolongada caída hacia la decadencia y usted no es más que un peaje en su
arribo al subsuelo de la bajeza; El tiempo desnuda carencias cada vez más
fuertes en la relación y finalmente, por el bien de ambos, deciden separar
caminos y decirse ‘adiós’ para siempre.
Marco Pérez fue un atractivo en la temporada 09/10 del
fútbol argentino. De origen colombiano, artífice de ataques potenciados por su
rapidez complementada con la fugaz delgadez de sus piernas y sus 185
centímetros de altura (alguna vez catalogado con similitudes a Emmanuel
Adebayor según un comentarista del FPT), era símbolo ofensivo de un Gimnasia y
Esgrima La Plata que intentaba aferrarse a la máxima categoría. Dicho objetivo
lo conseguiría, en parte, gracias a la destreza del buen Marco, quien dejaría
el sello de 11 goles en 27 partidos disputados. El Zaragoza español, atraído
gracias a esta para nada despreciable cifra, se hizo con sus servicios en el
invierno del 2010. Y aquí este escrito entra en un intervalo prolongado.
Mediados del 2011. Un Independiente que aún gozaba los
beneficios hijos del título de la Copa Sudamericana del año anterior preparaba
un semestre que podría devolverlo a la gloria copera: La Recopa, la Suruga Bank
y la misma Sudamericana se asomaban en el calendario y los días se tornaban
cada vez más promisorios. La cesión de Pérez por parte de la escuadra comandada
en aquel entonces por Antonio Mohamed resultaba un sustento interesante: Aquel
atacante colombiano que rompía redes hasta hace poco tiempo en ‘El Lobo’
regresaba a préstamo a la Argentina para pelear a por un puesto en la delantera
junto con Matías Defederico, Gino Clara, Facundo Parra, Leonel Núñez y Brian
Nieva. Bueno, viendo el panorama cinco años después quizá entendemos porque
algunas cosas no salieron como lo esperábamos (?).
Fuimos testigos de su debut en el club cuando, en la
madrugada del 3 de Agosto, enfiló como titular en el cotejo ante el Jubilo
Iwata, siendo reemplazado a poco del final por Núñez y viendo desde el banco de
suplentes como los japoneses se hacían con la copa. Misma suerte correríamos en
la Recopa, perdiéndola a manos del Internacional brasileño. Si bien Pérez dejó
como sello en aquel match un entorpecido gol de tiro libre, no lograba resaltar
en un equipo nulo de juego y habitué en el desperdicio de oportunidades. En el
torneo local su nivel caía en picada. Perdería un gol insólito ante Boca
Juniors tras un obsequio al botín del meta Agustín Orión, quedando mano a mano
ante él con este cuasi vencido, disparando un inofensivo tiro que él despejó
sin mayores inconvenientes. Su auge negativo sucumbiría en una tarde en el
Estadio Mario Kempes en el cual Independiente visitó a Belgrano: Primero le
erraría con su pierna a un centro colgado que había percibido. Luego tropezaría
al recibir de frente al arco una asistencia que iba perfecta al gol. Y
finalmente… malograría un tanto a puerta vacía. La jerga de internet
rápidamente le pondría el apodo de ‘El Asesino del Gol’ en un video que
recopila los fallos más brutales de Marco. Concluido aquel desorbitante 2011,
Marco Pérez dijo adiós dejando la cifra de dos goles en doce partidos. Como
dato adicional, concluida su experiencia en el Libertadores de América
desembarcaría en ‘El Pirata’ cordobés, donde, en 16 partidos, no convertiría
goles. Es menester agregar que, consecuencia de una acusación por parte del
Boyacá Chicó (equipo del cual salió Pérez) en torno a una falta en el abono del
fichaje del delantero (a pesar de que procedía de otro equipo), Independiente
estuvo al borde de, en el verano del 2013, quedar inhabilitado para adquirir
refuerzos. Completo todo.
Mucho tiempo más tarde, y con Google de nuestro lado, quizá
logramos comprender un poco mejor el panorama y ciertos resultados. Es cierto,
la campaña de Marco en Gimnasia fue magistral. Pero su estadía en el Zaragoza
fue… catastrófica. No solo por su presentación (buscando tener el control de un
balón se tropezó y cayó al piso) sino por su desempeño en aquel equipo, que le
valió la rápida salida a préstamo a la primer oferta que apareciese. Catalogado
como ‘El peor fichaje de la historia’ en aquellos lares, Pérez nos enseñó que
el pasado jamás es uno solo.
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