domingo, 8 de enero de 2017

Marco Pérez



Supongamos, lector o lectora, que usted comienza una relación con una persona que conocía desde hace tiempo pero que, previo a que regresara a su rutina para conquistar su corazón, había perdido su rastro últimamente. Lo único que retenía de él o de ella era una imagen positiva pero ajena a su vida. 

La expectativa en el génesis del noviazgo trepa hacia las nubes, claro está. Pero a medida que pasa el tiempo diferentes actitudes de su involucrado o involucrada comienzan a delatar ciertos impedimentos por parte de aquella persona para llevar a cabo de manera prospera la relación. ¿Cómo puede ser, si los recuerdos que usted poseía de dicho ente eran favorables hacia su existir? Decide recabar respecto a las vivencias de su novio o novia en aquel ‘período oscuro’ donde no tuvo noticias suyas. Y descubre que todo había ido cuesta abajo: La persona ideal que usted había conocido se encontraba en una prolongada caída hacia la decadencia y usted no es más que un peaje en su arribo al subsuelo de la bajeza; El tiempo desnuda carencias cada vez más fuertes en la relación y finalmente, por el bien de ambos, deciden separar caminos y decirse ‘adiós’ para siempre.

Marco Pérez fue un atractivo en la temporada 09/10 del fútbol argentino. De origen colombiano, artífice de ataques potenciados por su rapidez complementada con la fugaz delgadez de sus piernas y sus 185 centímetros de altura (alguna vez catalogado con similitudes a Emmanuel Adebayor según un comentarista del FPT), era símbolo ofensivo de un Gimnasia y Esgrima La Plata que intentaba aferrarse a la máxima categoría. Dicho objetivo lo conseguiría, en parte, gracias a la destreza del buen Marco, quien dejaría el sello de 11 goles en 27 partidos disputados. El Zaragoza español, atraído gracias a esta para nada despreciable cifra, se hizo con sus servicios en el invierno del 2010. Y aquí este escrito entra en un intervalo prolongado.

Mediados del 2011. Un Independiente que aún gozaba los beneficios hijos del título de la Copa Sudamericana del año anterior preparaba un semestre que podría devolverlo a la gloria copera: La Recopa, la Suruga Bank y la misma Sudamericana se asomaban en el calendario y los días se tornaban cada vez más promisorios. La cesión de Pérez por parte de la escuadra comandada en aquel entonces por Antonio Mohamed resultaba un sustento interesante: Aquel atacante colombiano que rompía redes hasta hace poco tiempo en ‘El Lobo’ regresaba a préstamo a la Argentina para pelear a por un puesto en la delantera junto con Matías Defederico, Gino Clara, Facundo Parra, Leonel Núñez y Brian Nieva. Bueno, viendo el panorama cinco años después quizá entendemos porque algunas cosas no salieron como lo esperábamos (?).

Fuimos testigos de su debut en el club cuando, en la madrugada del 3 de Agosto, enfiló como titular en el cotejo ante el Jubilo Iwata, siendo reemplazado a poco del final por Núñez y viendo desde el banco de suplentes como los japoneses se hacían con la copa. Misma suerte correríamos en la Recopa, perdiéndola a manos del Internacional brasileño. Si bien Pérez dejó como sello en aquel match un entorpecido gol de tiro libre, no lograba resaltar en un equipo nulo de juego y habitué en el desperdicio de oportunidades. En el torneo local su nivel caía en picada. Perdería un gol insólito ante Boca Juniors tras un obsequio al botín del meta Agustín Orión, quedando mano a mano ante él con este cuasi vencido, disparando un inofensivo tiro que él despejó sin mayores inconvenientes. Su auge negativo sucumbiría en una tarde en el Estadio Mario Kempes en el cual Independiente visitó a Belgrano: Primero le erraría con su pierna a un centro colgado que había percibido. Luego tropezaría al recibir de frente al arco una asistencia que iba perfecta al gol. Y finalmente… malograría un tanto a puerta vacía. La jerga de internet rápidamente le pondría el apodo de ‘El Asesino del Gol’ en un video que recopila los fallos más brutales de Marco. Concluido aquel desorbitante 2011, Marco Pérez dijo adiós dejando la cifra de dos goles en doce partidos. Como dato adicional, concluida su experiencia en el Libertadores de América desembarcaría en ‘El Pirata’ cordobés, donde, en 16 partidos, no convertiría goles. Es menester agregar que, consecuencia de una acusación por parte del Boyacá Chicó (equipo del cual salió Pérez) en torno a una falta en el abono del fichaje del delantero (a pesar de que procedía de otro equipo), Independiente estuvo al borde de, en el verano del 2013, quedar inhabilitado para adquirir refuerzos. Completo todo.


Mucho tiempo más tarde, y con Google de nuestro lado, quizá logramos comprender un poco mejor el panorama y ciertos resultados. Es cierto, la campaña de Marco en Gimnasia fue magistral. Pero su estadía en el Zaragoza fue… catastrófica. No solo por su presentación (buscando tener el control de un balón se tropezó y cayó al piso) sino por su desempeño en aquel equipo, que le valió la rápida salida a préstamo a la primer oferta que apareciese. Catalogado como ‘El peor fichaje de la historia’ en aquellos lares, Pérez nos enseñó que el pasado jamás es uno solo. 

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