viernes, 1 de septiembre de 2017

Brian Nieva


El epicentro de esta crónica estará rodeado de la definición de la palabra contexto, a la cual podríamos llegar afirmando que se trata de un "conjunto de circunstancias que rodean una situación y sin las cuales no se puede comprender correctamente". Pero, ¿de qué nos sirve meter a modo de colación esta explicación en una mesa servida con bastos condimentos que atañen al menú de Independiente? Es que lo que rodea resulta de un factor clave para los jóvenes talentos que salen del túnel y pisan por primera vez el campo de juego como profesionales. A veces bien, a veces mal, todo lo que envuelva al momento será clave, tanto para determinar el éxito o, como en este caso, el importunio. 

La historia de Brian Nieva no será una más para los hinchas, ojeadores y técnicos que pasaron sus horas desempeñando el rol de formadores en Villa Domínico. Y esto es porque el avellanedense resulta ser nada más y nada menos que el máximo goleador histórico de las inferiores rojas, con más de 120 conquistas en el lomo, lo que hacía presuponer que había futuro, en caso de precisar de un delantero que sucumba a defensas adversarias, pese a que él no se identificaba como un romperedes: "No me considero 9 de área; en inferiores tenía a Mazzola y a Rey. Me pusieron el cartel”.

Pese a que pasó a que el primero que lo subió a la primera línea fue Américo Gallego en 2009, haciéndolo alternar en los entrenamientos y llevándolo en más de una ocasión al banco de suplentes, su verdadero debut se dio el 2 de octubre del año 2010, frente a Godoy Cruz, ingresando con el cotejo 4 a 1 abajo, con un Mohamed pensando más en la Copa Sudamericana -luego la obtendría- que en lo que pudiera pasar en el torneo doméstico, donde los nuestros ocuparon cómodamente el primer lugar. 

El año 2011 sería, quizá, su espacio de mayor "explosión" por los parajes del "Libertadores de América". Ya con Ramón Díaz como cráneo, con apenas 7 cotejos a cuestas y un puñado de minutos en el segundo partido de la Recopa que se escapó ante e Inter de Brasil -tuvo un tiro en el palo- empezó a ver más acción. De ese modo, llegó su primer tanto con la divisa punzó, en Rafaela, venciendo a la valla resguardad por Guillermo Sara para poner el dos cero parcial en el marcador -terminaría 3 a 1 a favor de los del Pelado- mostrando su camiseta estampada con el número 34 en la espalda. 

“En la euforia del gol le agradecí a Parra haciéndole entender que fue todo de él, me habla constantemente y es un buen compañero”, relataba enérgico y feliz el futbolista, en diálogo con el programa partidario "Independiente de América", aunque el futuro no sería muy promisorio. 

Ramón dejaba la conducción post derrota cansina y verde ante Argentinos Juniors y Cristina Díaz tomaba las riendas de un tren con destino incierto y peligroso. "Cristian me dice que no me quiere ver más en Reserva”, contaba con ánimos un tanto caídos, porque las palabras no se traducían en hechos y, casi llegando al ocaso del mes de diciembre del 2011, pidió "querer jugar en Independiente", casi como un deseo que Papá Noel y los Reyes Magos no pudieron cumplir. 

Ya en la temporada veraniega de enero-febrero del 2012, y aunque dispuso de un par de oportunidades en los clásicos que se desarrollan en Mar del Plata, el discurso del joven atacante fue completamente otro. “Independiente me dio todo, pero yo tengo que jugar”, deslizó pensando más en su presente y futuro, más que en estar incursionado en el club de sus amores. 

Para lo que acontece a nivel futbolístico en el 2012-2013 el primer préstamo y cambio de casaca llegó para Braca. Los Andes se hacía con los servicios vanguardista hombre que sufrió en carne propia estar lejos en el momento más crítico de la historia. "Sólo pido una oportunidad más", imploraba en "De la Cuna al Infierno". "Estoy sufriendo mucho y me muero por ayudar. Si me dicen de entrenar en un rinconcito del predio, voy igual. Quiero sumar en el club. Si me tengo que quedar apartado para, lo hago. Pero me muero por estar", relataba desconsolado, al mismo tiempo en que hizo un mea culpa por su precoz salida: "Me arrepiento de haberme ido. Me apuré. Tomé una decisión en caliente cuando me fui. Cristian Díaz me había bajado a reserva y no iba a tener lugar".

Sin embargo, pese a su deseo y ganas, el final de la película no fue el mejor, o al menos no el esperado para él. En el 2014, y luego de haber tenido su primer experiencia internacional en el Santiago Morning chileno, decidieron con los dirigentes precipitar la rescisión del contrato. Su paso por estos lares arroja un saldo de 13 cotejos, un tanto y el lamento de creer que el contexto influyó en que no pueda demostrar todo el talento oculto que poseía en las formativas.

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