viernes, 2 de junio de 2017
Antonio Barijho
El carácter de precoz es uno de los tantos que atañe a la vida de Independiente Inédito, con el mejor sentido de la palabra sobre la mesa, al hablar de futbolistas que tuvieron un paso fugaz vistiendo la casaca Roja. Hombres surgidos de la cantera o provenientes de otras escuadras que, al cabo de poco tiempo, vimos su inmigración hacia otros lares, ya sea por lesión, pocos minutos o bajos rendimientos en la primera.
El caso de hoy simboliza un nuevo momento efímero con la divisa punzó. El año 2006 cerraba su primera parte e Independiente se alistaba para el mercado de pases, en busca de competitividad para encarar el Apertura venidero. A la llegada de Daniel Montenegro, catalogado con el mote de "estrella" por los medios de comunicación, habría que buscarle un socio en la vanguardia que capitalice y conquiste las asistencias del Rolfi.
Entremezclado en la siempre presente danza de nombres provenientes de partidarios y medios nacionales, Antonio Barijho se coló entre los nombrados, obtuvo fuerza, ganó la pulseada y, luego de su paso multicampeón con Boca Juniors, su estadía en Banfield o experiencias en el fútbol del viejo continente arribó a Avellaneda, a través de una cesión, sin cargo y con una opción de compra de 400.000 dólares. Jorge Burruchaga, estratega de aquel entonces, craneaba un esquema mientras el frío de junio transcurría, en pos de regresar al plano del protagonismo y el Chipi decía presente para sumar armas en la ofensiva.
Resulta casi imposible describir de manera exhausta el paso del campeón de la Libertadores con el club de la Ribera en el Rojo. Luego de hacer su debut en la victoria tres a uno ante Belgrano, en la entrañable Doble Visera, donde acumuló un puñado de seis minutos en cancha, le llegó una racha adversa imposible de sostener. Por la tercera fecha, el elenco comandado por J.B visitaba al Xeneize y, pese a que muchos aguardaban por una posible Ley del Ex, los resultados no fueron los mejores, sumó casi 20 minutos más y, a partir de allí, no volvió a ver más acción.
Una desgarro en la novena jornada en el calentamiento previo para verse las caras con Gimnasia de La Plata lo mantuvo al margen para el resto del torneo, perdiendo terreno con sus compañeros en ataque y relegado por un Burruchaga que encontró el funcionamiento con un esquema propio que lo llevó a terminar el certamen en una decorosa cuarta ubicación.
El fin de la temporada y el año llegaron, arrastrando consigo la salida prematura del goleador surgido de Huracán de Parque Patricios. El técnico le comunicó al artillero que no contaría con sus servicios para lo que vendría y, así, empezó una depuración de profesionales que incluyó a nombres como Sebastián Carrizo, Martín Fabro, Fernando Lorefice, Enzo Bruno, Hernán Pérez, Lorgio Álvarez y Daniel Mielnichuck.
Un regreso al Globo -club de sus amores- y una recaída en Deportivo Merlo sumó el profesional antes de decir basta en el ambiente del fútbol, dejando como saldo apenas una sumatoria de 26 minutos en campo en la interjección de Alsina y Bochini, aunque siempre podremos recordar sus fabulosas historias, como cuando se quedó con la cadenita de Winston Bogarde -la cual confesó que utiliza de vez en cuando- o rescatar su papel de soldado en la batalla rusa, cuando militaba en las filas del Saturn.
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