Generalmente, en el mundo de la redonda, sea amateur o profesional, un futbolista puede participar y haber nacido con un talento para este deporte, o también están los casos donde sin ser un crack hay muy buenos jugadores que han sido parte de muchas instituciones a nivel mundial. No obstante, siempre hay un momento en la vida que todo deportista (en este caso, el fútbol) tiene un gran día, de esos que marcarían un enlace de amor con la hinchada, o simplemente fue un delirio futbolístico casual. Para representar este último ejemplo, es necesario que leamos este post sobre Nicolás Cabrera.
Nacido el 5 de junio de 1984 en la ciudad de La Plata, este mediocampista por el sector derecho realizó sus primeros pasos en Gimnasia y Esgrima, donde debutó profesionalmente en el año 2003. Se caracterizó por meter y correr más que por ser habilidoso. Allí se mantuvo hasta el año 2007 donde tuvo un corto paso por Racing, sin pena ni gloria, en el mismo caso cuando fichó para Newell’s donde jugó poco y nada. Luego de no encontrar una regularidad deseada, fue Vélez quien lo acobijó en el año 2008. Allí tuvo una participación más activa y destacada, tal es así que en el 2009 y de la mano de Ricardo Gareca, logró el polémico campeonato Clausura del año 2009. Permaneció allí hasta mediados del 2010, donde fue adquirido por Independiente.
Daniel Garnero asumió en reemplazo de Américo Gallego post Clausura 2010 y con la premisa de renovar el plantel sugirió varios nombres que podían jerarquizar (!) el plantel como Germán Pacheco, Cristian Pellerano, Roberto Battión y el mismo protagonista de este post.
Cabrera debutó en el Apertura 2010 precisamente contra su ex club, Vélez, en un partido que mereció ganar por muchos más goles la institución de Liniers. Tan solo fue 1-0 con gol del uruguayo Santiago Silva. Ese día Independiente alineó a: Gabbarini; Vallés, Tuzzio, Velázquez, Mareque; Cabrera, Battión, Pellerano, Mancuello; Pacheco y Silvera.
Los malos resultados durante ese torneo coincidieron con el nivel mostrado por el plantel en general (incluído el del ex Gimnasia) a tal punto que Garnero renunció tras caer contra Banfield con una goleada contundente por 4-0.
Con la llegada de Antonio Mohamed, e Independiente en la disputa por la Copa Sudamericana del año 2010, Nicolás llegó a ser una pieza fundamental en los esquemas diagramados por el Turco. Prácticamente, jugó casi todo el torneo internacional, donde además anotó un gol fundamental en los octavos de final contra Defensor Sporting, en un partido que Independiente venció por 4-2 y le permitió clasificar a los cuartos de final. Para destacar, Mohamed le daba mucha importancia a la pelota parada, de la cual en muchas ocasiones Cabrera era el ejecutante principal. La historia, como bien se sabe, fue a favor del Rojo en su participación continental con la obtención del título. La formación ideal del campeón fue: Navarro; Velázquez, Tuzzio, Galeano, Mareque; Battión, Godoy; Fredes, Cabrera; Parra y Silvera.
Al año siguiente, en 2011, y con los Diablos en la Copa Libertadores de América, arrancaba una nueva ilusión en todo sentido, copas por doquier, lo que todo hincha deseaba. Aunque el torneo Clausura no fue el arranque deseado: dos empates (frente a Vélez y Argentinos Juniors) y dos derrotas (frente a River y Arsenal), mostraron un flojo comienzo en el certamen doméstico. Mohamed pateó el tablero en la quinta fecha frente a Newell’s en el Libertadores de América donde Eduardo Tuzzio integró el doble 5 con Cristian Pellerano (!), entre tantas cosas. Pero lo más destacado de aquella noche del 14 de marzo fue la actuación de 10 puntos, ni más ni menos, de Cabrera. En un arranque fulminante a los 3 minutos del primer tiempo marcó el gol que abrió la cuenta, y tan solo 8 minutos después amplió el marcador. 2-0 y todavía no había pasado un cuarto de hora. Independiente fue un monólogo, superior en todas las líneas y no le causaron peligro alguno. A los 25, Cabrera pisó el acelerador y tras un pase atrás hacia Silvera, el Cuqui resolvió de la mejor manera para estampar el 3-0. Goleada, y todavía quedaba el segundo tiempo por comenzar. Claro está que con el resultado abultado el Rojo controló las acciones del partido prácticamente hasta el final. En el complemento, y para cerrar su actuación, Cabrera asistió a Jairo Castillo para decorar aún más el resultado por 4-0. Independiente, recuperaba la sonrisa y mantuvo un nivel muy alto en esa noche.
Pero si retomamos el comienzo, esto tan solo fue una casualidad y no se prolongó durante su estadía hacia fines de ese año para el homenajeado. Para Mohamed, y posteriormente Ramón Díaz, dejó de ser una prioridad y el jugador junto con el club decidieron poner punto final al vínculo contractual. Su saldo en Independiente fue de un título, 39 partidos y tan solo tres goles, de los cuales un par fueron en su ataque futbolístico de magia.
Gimnasia nuevamente, All Boys, Quilmes y en la actualidad Villa San Carlos fueron sus posteriores clubes en los cuales contaron con los servicios de Cabrera, un jugador que no deslumbró, bueno, tan solo esa noche frente a Newell’s y… nada más.
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