viernes, 9 de junio de 2017

Pablo Trecco

El nuevo milenio representa, hasta ahora, una época gris para la historia de Independiente. El campeonato obtenido en el 2002 y la Copa Sudamericana conquistada en el 2010, parecen oasis en el desierto, espejismos que difuminan casi dos décadas en donde las pálidas imperaron ante las buenas. En todo este contexto de imploro por volver a los momentos de gloria y a resurgir bajo el mote de Rey de Copas, la suerte para los juveniles que debutaron con la divisa punzó no fue ventajera, salvo en contadas excepciones.

Los Millenials, mote adoptado para los adolescentes de hoy en día, lo trasladaremos a las figuras de los canteranos que dijeron presente con la Roja. Larga es la danza de nombres que pasaron por estas páginas y el homenajeado del día no escapa a sucumbir en las sombrías páginas que nos atañen.

Corría el año 1995 cuando se daba inicio a uno de los habituales torneos que convocan jóvenes de todo el país, en la localidad de General Roca, provincia de Río Negro. Como no podía ser de otra manera, embajadores propios partieron desde Avellaneda en busca de talentos precoces que logren sostener el desafío de abandonar su tradicional vida para radicarse en Villa Domínico en busca de un futuro coronado dentro del ambiente del fútbol.

Entre tantas piernas destacó una y llamó la atención a los ojeadores rojos. Mediapunta él, rápido y con habilidad dominada con el balón, destacó a base de gambetas y asombró a los allí presentes. Pablo Trecco, oriundo de Carhué -Provincia de Buenos Aires- sentía la felicidad de cualquier benjamín en contacto con el balón, cuando una lesión se interpuso en su camino, lo obligó a salir del campo y pareció, al menos en esos instantes, una premonición de su infortunio como jugador.

Lejos de eso, médicos avellanedenses se acercaron a asistir al muchacho con el fin de sanar sus heridas y persuadirlo buscando saber qué pensaba sobre jugar en Independiente. El obsequio de una camiseta y las suficientes palabras fueron necesarias para convencerlo y subirlo a un auto para traerlo al conurbano. "Primero, me decidí yo, después se lo comuniqué a mis padres", explicó ante los micrófonos de Olé, el ahora integrante de la quinta división y selectivo que debía rendir exámenes todos los fines de semana ante la atenta mirada de Ricardo Bochini, Luli Ríos y Néstor Clausen. 

En octubre de 1999, Enzo Trossero -cráneo estratega del equipo de primera división- necesitaba competitividad y reforzar el plantel, en vísperas del Clausura venidero, con lo que decidió promover a varios jóvenes a la reserva para que estén listos ante la más mínima oportunidad en primera. "Me sorprendió la convocatoria. Nos piden que nos mostremos para no quedarnos en tercera, que sea sólo un paso para estar disponibles. El 'Toro' nos corrige permanentemente. Antes no había lugar y ahora nos lo tuvieron que hacer porque el club nos necesita lo antes posible".

"Es goleador y aguerrido, las pelea todas. Tiene mucha movilidad por lo que es difícil de marcar. Su velocidad, a veces lo traiciona porque se pasa de vueltas y le llega la pelota atrás. Sus compañeros deberán tener en cuenta ese tema. Pero con su pique corto y sus diagonales se pone en posición de gol incluso, con defensa bien cerradas", describió Bochini sobre la humanidad de Trecco, con el porvenir a la vuelta de la esquina. 

Pocos meses debió esperar el protagonista de esta historia para ver acción profesional por primera vez. El 18 de febrero del 2000 saltó al campo de juego, reemplazó a Claudio Graff y dijo presente en la victoria por 2-1 ante Lanús, sellando su presentación con una victoria y comentarios de todo tipo. 

Sin embargo, el guiño fortuito de la vida no llegaría para el joven y debió esperar, alternando entre suplencias y reserva, una nueva oportunidad para mostrar sus armas. Osvaldo Piazza, Néstor Clausen  y el mismo Bocha se alistaron en la lista de técnicos que no lo tuvieron en cuenta, hasta la llegada de Américo Gallego, quien lo convocó para que esté en el recordado Apertura '02.

Con el Tolo, debió hacerse un lugar ante la presencia de Chirstian Gómez y Emanuel Rivas, con quienes competía por un lugar. Dos encuentros en aquel triunfador torneo lo alejaron para siempre del túnel de la Doble Visera, por lo que debió emigrar hacia otros lares. La Plata FC, en la temporada 2004/2005, una experiencia extranjera en Cerro de Uruguay, y Defensa y Justicia en el 2006 fue suficiente camino que lo empujaron a decir basta a su carrera como jugador, que duró poco más de seis años. 

Su estadía en Avellaneda, se prolonga durante cuatro años, con tres apariciones con el primer equipo por el torneo local y una en la Copa Mercosur, le integro de un plantel campeón y el alimento de un sendero magro que debieron transitar aquellos purretes que no encontraron su lugar en el mundo de la redonda, al menos no en Independiente. 

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