martes, 6 de junio de 2017

Ciencia Ficción: 6/6, Busse y La Máscara del Diablo



A tiempo de que este escrito salga a la luz, estaremos inmersos en el día de 6 de Junio. 6/6, para ser más técnicos. Es una jornada envuelta en un par de números asociados con El Diablo, La Marca de La Bestia, El Apocalipsis. Y no es mi intención zambullirme en terrenos más bien apreciados por el ocultismo o las tinieblas. Con algunas cosas no se jode. Pero nos permitimos, estimados rojos, traerles una historia suficientemente propicia para esta fecha, ya que se refiere un objeto diabólico, que ata al apodo de nuestro amado club con Satán y, al mismo tiempo, con una situación digna de haber sido planeada por una mente demoníaca.


Corría la fecha 6 del Apertura 2009 y un nuevo clásico de Avellaneda se posaba frente a nuestros ojos sedientos de victorias. Américo Gallego era quien comandaba aquel team alineado en un 4-3-2-1 que supo ser marca registrada durante el segundo semestre de aquel año. A saber los nombres que lo componían: Adrián Gabbarini; Luciano Vella, Carlos Matheu, Leonel Galeano, Lucas Mareque; Walter Busse, Walter Acevedo, Federico Mancuello; Ignacio Piatti, Darío Gandín; Andrés Silvera. El Cilindro observaría como gracias a un doblete de El Chipi, Independiente triunfaba por 2 a 1 ante su vecino y plantaba bandera en territorio rival. Concluido el cotejo, los festejos entre los jugadores inundaron de gritos, abrazos y emoción a una de los laterales de la cancha, de cara a los hinchas que habían arribado al Juan Domingo Perón durante aquel día.

Las circunstancias que nos interesan en este post comienzan a desenvolverse durante la algarabía de los jugadores victoriosos. Entre los cánticos y las sonrisas, el volante Walter Busse, una de las figuras del cotejo, colocó en su rostro una máscara del diablo, animando a la parcialidad local y sorprendiendo a algunos de sus compañeros. Las fotografías de los medios de comunicación inmortalizaron a un eufórico Busse con su rostro compactado en la faceta roja, furiosa y de cuernos y ojos oscuros que había seleccionado para celebrar el triunfo. Las tapas de los diarios de la mañana siguiente mostraron que el ex Gimnasia de Jujuy tenía simpatía por el demonio, ¡y que a sus pares les pareció jocoso encontrarse con el diablo!


Lo primero que se pensó es que WB había adquirido la máscara para alguna ocasión en la cual sea propicio emplearla, ¿y qué mejor que una victoria de visitante en el derby? Pero nada de eso. En realidad aquel accesorio llevaba ¡seis años! entre objetos de la utilería, cajas olvidadas y mudanzas. Originalmente había pertenecido al delantero Cristian Castillo, atacante que se había hecho con la misma en vísperas de enfrentar a Rosario Central por la Copa Sudamericana 2003 (victoria 2-1 en el global). Aquella competición terminaría lejos de las vitrinas rojas, el propio Castillo abandonaría el club, transcurriría más de media década, despediríamos a la Doble Visera, viviríamos localías en Racing y Huracán, el propio Castillo abandonaría la actividad profesional, todo para que, en una tarde templada del 2009, Busse se encontrara husmeando por los rincones (?) de los preparativos para el arribo definitivo al Libertadores de América y se topara con la mascara, allí, buscando algún rostro del cual adueñarse. Las facciones del joven mediocampista se adaptaron a la superficie elástica de la misma. Y su suerte, al parecer, quedo algo perturbado desde entonces. Declaraba, alegre, el propio Busse en aquel entonces: "Prometí que si ganábamos, me la ponía después del partido. Y no me lo creyó nadie. 'A qué no te la ponés', me decían. 'A qué sí', les respondía. Confiaba que íbamos a ganar el partido".



Meses más tarde, con el Clausura 2010 en juego, dicho jugador sufrió una grave lesión cuando apenas corrían 17 minutos de un match ante Chacarita. Un fuerte choque con Emanuel Centurión, jugador del Funebrero, le significó una fractura de tibia y peroné en su pierna izquierda. Aquel hecho ocurrió en Marzo. Recién en Noviembre se lo podía ver en el banco de suplentes de la reserva, intentando recuperar ritmo y condición física tras largos meses de rehabilitación.

Pero cuando la rivalidad de una lesión de tamaña gravedad comenzaba a quedar definitivamente atrás, ocurriría un suceso que marcaría un antes y un después en la vida de Busse, y cuya explosión en medios amarillistas y faranduleros le costó una etiqueta dura de erradicar: El futbolista, quien se encontraba en pareja con Solange Rivas, fue victima de viudas negras. ¿Qué pasó exactamente? El sujeto, junto con su hermano, estaba dispuesto a pasar la noche en grande invitando a tres muchachas a compartir la noche entre vasos y besos. Tenía la jornada libre, sin ninguna obligación en su agenda más que divertirse un poco en compañía. Sin embargo, el trío femenino tenía otras expectativas en mente. En algún descuido de Busse y su bro (?) vertieron una potente droga en sus bebidas, haciendo que el dúo quedara profundamente dormido por el efecto de la misma. Desvanecidos y neutralizados, nada podían hacer ellos para evitar que las muchachas robaran electrodomésticos, el Mini Cooper de Busse, ¡su perro! y, claro, la máscara que él atesoraba, testigo de tiempos mejores, y con la cual había festejado la victoria ante Racing. Así es: El capricho de este relato hizo que ahora el objeto pasara a manos de las malhechoras, perdiéndose su ubicación en lo desconocido.



Busse, sin su tesoro, sin mascota y, obviamente, ya sin novia, apenas intento aferrarse a la fragilidad de la situación para encontrar consuelo: "Si la dosis era más alta, me estarían velando". Su carrera comenzó a alejarse, aún más, de los primeros planos: Dejó Independiente y emprendería pasos de corto plazo por Huracán, Manta de Ecuador, Defensa y Justicia -en dos etapas- y Sarmiento de Junín. Su ex, Solange, superó rápidamente las andanzas del malogrado Walter y, dejándolo atrás, iniciaría una relación con el volante de Boca Juniors, Nicolás Colazo. Hoy se encuentran comprometidos. Sus pertenencias, la máscara entre ellas, probablemente se hayan diseminado en algún lugar del mercado negro.


¿Alguien dijo maldición? No abarcaremos una conclusión de tamaña profundidad en este escrito. Cada uno creerá lo que quiera. Elegimos que la lección de esta historia no sea solo cuidado con las mascaras que usamos, sino también que tengamos más atención al salir de noche, gilunes. Si todo te sale bien, cuidado, que puede ser obra del demonio. 







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