Arrancar un torneo con todas las ilusiones a sabiendas de un entrenador que logró el último lauro a nivel nacional, daba para pensar en grande, a posteriori de realizar una exhaustiva limpieza del plantel a mediados del año 2009. Sí, está claro que hablamos de Américo El Tolo Gallego y el Independiente que, aquel año, aspiraba pisar fuerte en competencia local.
Tras haber asumido en el Clausura de ese mismo año y por la mitad de un torneo que sólo marcó irregularidades en su plantel e infinidades de cambios y jugadores para plasmar su idea en una cancha, el ex campeón del Mundo en 1978 le planteó al presidente Julio Comparada la presencia urgente de jugadores con más jerarquía en el plantel de Independiente.
Para el Apertura del corriente año llegaron players como Walter Busse, Walter Acevedo, Martín Gómez, Ignacio Piatti, Luciano Vella y Andrés Silvera. En principio, una mezcla de promesas y viejos conocidos que podrían calar en el paladar de Gallego. Una vez hecha la pretemporada, se sorteó el fixture con cierta particularidad para el Rojo, donde debía enfrentar a los otros cuatro grandes… ¡en condición de visitante! El entonces técnico lanzó una frase tan irónica como cierta: “Prefiero ir a la guerra al fixture que me tocó” en repudio total al tener que jugar contra Racing, River, San Lorenzo y Boca Juniors en sus respectivos hogares, sin que ninguno toque en suelo rojo.
El primer partido trascendental que debió afrontar Los Diablos, fue en el Cilindro de Avellaneda frente a Racing. Ese día, lluvioso por cierto, Independiente sacó a relucir su chapa de paternidad en este duelo centenario, en donde doblegó al conjunto comandado por Ricardo Caruso Lombardi en dos tantos contra uno (ambos marcados por Darío Gandín). Ese día marcó el camino en lograr la consolidación de un equipo made in Gallego. Los once titulares dispuestos ese día fueron: Adrián Gabbarini; Luciano Vella, Carlos Matheu, Leonel Galeano, Lucas Mareque; Walter Busse, Walter Acevedo, Federico Mancuello; Ignacio Piatti, Darío Gandín; Andrés Silvera.
Dos fechas después, precisamente en la octava jornada, Millonarios y Rojos pisaban el verde césped del imponente Monumental. Para remarcar, el Estadio Antonio Vespucio Liberti fue siempre un reducto muy difícil para Independiente, y en ese torneo logró lo inesperado: triunfazo por 3-1, con gran actuación colectiva y rotura del maleficio en la cancha de Núñez. Tal vez, la frase dictada por Gallego empezaba a dejar de ser tan resonante. La formación, cual rezo, fue: Gabbarini; Vella, Matheu, Galeano, Mareque; Núñez, Acevedo, Mancuello; Piatti, Gandín; Silvera.
Durante la fecha 14, el equipo del Tolo visitaron el Nuevo Gasómetro para enfrentar a San Lorenzo, dirigido por Diego Simeone. En cuanto a lo futbolístico, Independiente fue dominador de principio a fin, pero los goles llegarían al final, en una ráfaga, anotados por el hijo del viento (?) Martín Gómez y Leonel Núñez, no sin obviar a Gandín quien había abierto el marcador del match tiempo antes.
Quedaba la última visita al Alberto Armando, mejor conocido como La Bombonera, lugar hostil si los hay en el fútbol argentino, y donde en el día de la fecha Independiente visitará al equipo comandado por Guillermo Barros Schelotto con el objetivo principal de encaminar la clasificación a la próxima Copa Libertadores. Pero olviendo al revisionismo (?) de este post, y ya con tres clásicos de cuatro posibles ganados en su haber, El Rojo buscaba lograr el póker de victorias frente a los restantes clubes grandes del país. Y lo lograría.
Luego de un comienzo disputado y con mejor actitud del conjunto avellanedense, llegaría la apertura del marcador por parte de Andrés Silvera a los 25 minutos del primer tiempo, en una especie de media tijera, previo centro de Martín Gómez, y todo era alegría. Tras el control del partido durante la primera etapa, llegó el turno de Boca en el complemento, precisamente a los 10 minutos, en una combinación de pases entre Palermo, Gaitán y posterior gol de Pablo Mouche. Se abría otro partido para los de Alfio Basile.
Aunque en esa calurosa noche de diciembre, el resultado final sería una mueca de alegría para los hinchas que coparon la tribuna visitante ese día, ya que sobre el final, Ignacio Piatti puso cifras definitivas marcando un lindo gol tras anticipar a la defensa boquense, y para desatar el delirio. Final y triunfo, final e Independiente bien arriba en la tabla de posiciones, aunque sería simplemente un decoro, ya que el campeón indiscutido fue Banfield de Julio César Falcioni.
Los XI presentes: Gabbarini; Tuzzio, Matheu, Galeano, Mareque; Busse, Acevedo, Mancuello; Gandín, Gómez; Silvera.
Independiente comenzó el torneo en búsqueda de una identidad, dejando atrás la transición también comandada por Gallego, aunque sin los resultados de manera inmediata. El equipo, a base de mejores nombres dentro del plantel y un DT planificando a su manera su idea de trabajo, logró una identidad que perduró hasta el próximo torneo, el Clausura 2010 (aunque, tal vez, en menor medida). El saldo de esas 19 fechas fueron: 10 triunfos (a los 4 grandes mencionados en esta nota), 4 empates y 5 derrotas, ubicado en el cuarto puesto de la tabla. Bien tomando en cuenta las pésimas campañas realizadas años anteriores. Además, fue el equipo que más goles convirtió, con 30, una prueba total de lo que logró ser el trinomio casi intocable y de memoria entre Gandín, Piatti y Silvera. Que dicho post sea augurio de que nuestro Independiente vuelva a cantar victoria en La Boca, amén.
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