martes, 11 de julio de 2017

Pésimas Campañas: Claudio Borghi (2008)



"Soy hincha de Racing". Curiosa manera para Claudio Borghi de introducirse al mundo Independiente, cuando cercano al final del Clausura 2008 tomó las riendas del equipo. A sus espaldas quedaba una reciente renuncia al Colo Colo de Chile, equipo donde supo ser tetracampeón en el ámbito local, promisorio dato que entusiasmaba su llegada. En simultaneo, Racing Club, con la promoción acechando, también se encontraba tentando al DT para ocupar el puesto vacante de entrenador. El Bichi deslizó su fanatismo académico cuando su arribo aún no estaba asegurado, pero rechazó la propuesta vecina alegando que la urgencia de resultados que aquel cuadro poseía no le permitía proyectar su estilo con tranquilidad. "Para mi, dirigir a este club es como estar en Europa" deslizó el flamante técnico, lanzando flores a los seguidores rojos, algo confundidos por la ambigua presentación de CB en este lado de Avellaneda.

Tras la salida de Pedro Troglio por magros resultados, y el enderezamiento de la escuadra que había logrado el interinato de Miguel Ángel Santoro  -con cuatro victorias al hilo previo a su asunción-, Borghi tuvo en su primer cotejo un debut auspicioso: Victoria 1 a 0 en la visita a San Lorenzo, uno de los teams animadores del torneo. El gol fue obra del defensa uruguayo Guillermo Rodríguez. Concluida aquella jornada, hilvanaría ¡cinco empates consecutivos! frente a River Plate, Estudiantes, Racing Club, Vélez Sarsfield y Arsenal de Sarandí. Amén del invicto, el bajo promedio de gol y la ausencia de una identidad definida fue un conflicto que Borghi se propuso resolver en el mercado de pases invernal. Fortalecer el ataque era una obligación.




Darío Gandín, Leonel Núñez y Federico Higuaín fueron los nuevos rostros en la ofensiva contratados para deleite del entrenador. A ellos se acoplaban Ángel Puertas, Emanuel Centurión, Leonel Ríos y Leandro Depetris. "Me ilusiono con que el equipo pueda tener buen fútbol", admitía el hombre de las rabonas mientras lanzaba de manera jocosa algún chiste respecto a su temor a los aviones, factor que hacía que se movilizara preferiblemente en coche. En el anecdotario quedan las pausas que hacía en sus charlas técnicas cuando vislumbraba en el horizonte el vuelo de una aeronave: "Le tengo un miedo a esas cosas cagadas" deslizaba sin pudor alguno. Lo cierto es que dicha fobia ocasionó modificaciones en la pretemporada de invierno que llevaba a cabo Independiente, la cual se desarrolló en Estados Unidos. Su ayudante Cristian Saavedra se hizo cargo del equipo durante los amistosos falopa disputados en la tierra del Tio Sam, mientras Borghi prefirió quedarse en suelo argentino diseñando por su cuenta el resto de la preparación y las tácticas de cara al inicio del torneo. ¿Excusa o realidad? Nunca lo sabremos.

Cuando la pelota comenzó a rodar de manera oficial, poco se notó de cualquier plan que el estratega realizará en el tiempo de descanso: En las primeras cinco fechas acumuló una victoria, dos empates y dos derrotas, acopladas con la temprana eliminación en Copa Sudamericana a manos de Estudiantes. Pérdida de apoyo de propios y ajenos, ausencia de resultados y un pésimo desempeño en el campo de juego fueron factores clave para que el ex DT de la Selección de Chile comenzara a armar las valijas. En la fecha 9, tras dos derrotas consecutivas que lo dejaban en jaque, cayó por 1 a 0 ante Huracán en el Tomás Ducó y deslizó sus ansias de renunciar en búsqueda de descomprimir el ambiente. Una vez hecha su partida, lanzó: "Fue el primer partido en el que la gente expresó su bronca más allá de lo normal. Insultos siempre hubo, pero ayer me saludaba más la gente de Huracán que la de Independiente”. Y tras aceptar la responsabilidad de lo poco conseguido bajo su gestión, declaró: "Me voy dignamente porque he hecho mi trabajo como lo hice como jugador, como técnico y como en toda mi vida, lo único que lamento es haber defraudado. Muerto el perro muerta la rabia. Así que espero que ahora que me voy, no sigan criticando cosas que no son criticables".



Borghi, que había sido jugador de Independiente en 1990, dejó en 17 partidos el saldo de 4 victorias, 9 empates y 4 derrotas. Su travesía no llegó a superar los seis meses. Tras dimitir, descartó hacer alguna especie de ceremonia de su partida para con sus (ex) dirigidos: "No soy de despedidas" declaró ante la prensa.



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