martes, 4 de julio de 2017

Indulto o Condena: José Luís Calderón




El ataque de nuestro amado Club Atlético Independiente tuvo -en la segunda parte de la década del 90'- un símbolo que se dedicó a romper redes a diestra y siniestra. Superando por poco el centenar de partidos, entre 1996 y 1998, José Luís Calderón marcó 50 goles con la casaca roja, con un aterrador promedio de prácticamente un gol cada dos partidos. Una bestialidad en la ofensiva de El Diablo, solo interrumpida por un breve paso por el fútbol italiano en el segundo semestre de 1997. El arribo del nuevo milenio lo hizo emigrar al América de México y luego gozaría una breve y última estadía en Avellaneda durante el año 2003.

Las postales de sus años en la Doble Visera lo grafican rapado, envuelto en la camiseta de Ades con los dos cordones gruesos pendiendo de su cuello. De su medio centenar de tantos, quizá el que más recordemos sea el que le hizo un 6  de Junio de 1999 a Boca Juniors, en lo que significaba un cotejo a por la fecha 17 del Clausura. En aquella faena, los muchachos de Carlos Bianchi ingresaban en suelo rojo sabiéndose campeones del torneo, además de acarrear una racha de 40 partidos sin derrotas. Sin embargo, cualquier celebración xeneize se vió disminuida por una fenomenal actuación del local: Triunfo por 4 a 0 con un hat-trick de un indomable Calderón. El último tanto fue, en efecto, un disparo fuerte desde mitad de la cancha que penetró la valla defendida por el portero Óscar Córdoba. El grito de tamaña obra ensordeció a toda la ciudad.



Nueve años más tarde, la realidad era bastante diferente. Caldera pisaba los cuarenta y vestía la camiseta de Arsenal de Sarandí. En lo que era la última fecha del Clausura 2008, Independiente recibía a dicha escuadra en la cancha de Racing, hogar momentáneo ante la construcción del Libertadores de América. Comandados por Claudio Borghi, la misión en aquella velada oscura y fría de fines de Junio era conseguir el punto necesario para acceder a la clasificación para la Copa Sudamericana 2009. Calderón, rival en aquella ocasión, tenía en sus planes aguar dicho objetivo. Y lo lograría momentáneamente. 

Un centro de Luciano Leguizamón arribaba al área defendida por el arquero Fabián Assmann, el cual buscaba la presencia de JLC. El delantero, algo descolocado, acomodó la bocha con su mano derecha, dejándola mansa para deleite de su botín. Ante la mirada incrédula de todo el estadio, cruzó la redonda ante las largas piernas del guardavalla y vió como ingresaba a besar la red. Y mientras los jugadores independentistas llenaban de quejas al referí Gustavo Bassi, Calderón no dudó en gritar bien fuerte su conquista, abrazándose con sus pares y alentando a los propios.

Video de Rodrigo Volpi


Podría decirse que dicha actitud fue un acting necesario para dispersar las dudas respecto a la mano que le permitió mojar frente al arco adversario. Aún así, la tamaña trampa y el descaro del grito ante la multitud que supo cobijarlo fue algo que empantanó la relación que Calderón supo construir con los seguidores de Independiente. Su controvertido gol dejaba al equipo sin clasificación copera. Solo un agónico tanto de Carlos Matheu, a poco del final, hizo que las cosas obtuvieran un final feliz y todo terminara en un profundo abrazo en territorio vecino, lo cual hizo olvidar aquella picardía del atacante...

... hasta hoy. Calderón se retiró hace casi una década, nueve años han transcurrido desde aquella noche en El Cilindro y quien vino al mundo en tiempos de Caldera en nuestro equipo, hoy transita los veinte años. Miramos esto en perspectiva y te preguntamos, ¿indulto o condena? 

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