jueves, 31 de mayo de 2018

Mercado de Pases: Diego Rodríguez (2017)



Todos alguna vez, ante un suceso que nos otorgó un enorme placer, nos preguntamos que hubiera pasado si, en el camino rumbo a dicho final feliz, optábamos por otras vías en nuestra historia, diferentes estas a las que tomamos en el trayecto al éxito. Si nunca te hubieras anotado en ese curso de portugués, no hubieras conocido a tu actual esposa. Si en lugar de ir al chino a la tarde, hubieras ido a la mañana, no te hubieras cruzado a ese amigo que, al verte, te invitó a una fiesta que resultó épica.

Situaciones hay muchas. En el fútbol, también. ¿Qué hubiera pasado si...? es un disparador para que la imaginación despliegue un sinfín de universos alternativos en donde lo que sucedió, simplemente ocurriría de otra forma. ¿Mejor, peor? Imposible saberlo. Usualmente en esta sección hablamos de jugadores que casi llegan a Independiente. Pero hoy mencionamos a uno que casi se va. Y es que Diego Torito Rodríguez, pilar del equipo campeón de la Copa Sudamericana, estuvo a nada de irse del equipo apenas iniciado el 2017.

Los primeros momentos de la Era Ariel Holan tenían algo claro en el proyecto para el mediocampo. El titular era Nery Domínguez, y se debía potenciar a Julián Vitale para que tome cuando sea necesario su relevo. Diego Rodríguez no entraba en los planes en primera instancia. Y reconociendo esto, el futbolista se puso a analizar opciones.

Belgrano de Córdoba apareció como interesado en su ficha, y de hecho la negocación transparentó acuerdo de ambas partes. Préstamo hasta 2018 por 50.000 dólares, con opción de compra. Las valijas estaban hechas. La casaca del Pirata esperaba al volante para inmortalizar el arribo. Pero faltó algo.

Pelearla. Esa fue la decisión que El Toritó abrazó. Apostando por la doble competencia, y el ganarse la atención del nuevo DT, el ex Godoy Cruz prefirió seguir en Avellaneda, desechando el pase al conjunto cordobés. Meses más tarde, su abrazo en el piso con Martín Campaña en el Maracaná es una de las postales de una velada gloriosa. Una velada que quizá nunca hubiese existido, si Rodríguez prefiería la certeza de un puesto titular, al desafío de patear el tablero y ganarse un lugar. Menos mal, ¿no?

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