viernes, 6 de octubre de 2017

Sebastián Rozental


Las relaciones entre Argentina y Chile, al menos en el último tiempo, pasaron de un tenue tono gris que nos hacía mirarnos de reojo, a un claro color negro, oscuro, que hace que el resentimiento esté a flor de piel. Si en términos diplomáticos hablásemos, o políticos en todo caso, los titulares en los periódicos hablarían de una ruptura en las relaciones y acuerdos entre ambas naciones y el fútbol, materia que nos compete, no esquiva a esta lúdica e inocente hipótesis.

Las derrotas en las finales de la Copa América 2015 y 2016 ante La Roja dolor interno imposible de poder aliviar, ni siquiera con el mejor analgésico. Y es que, en primera instancia, la Albiceleste tuvo la chance de coronarse en suelo trasandino y, en la segunda, falló al momento de encontrar la tan ansiada revancha.

Pero en estas páginas no nos dedicamos a hablar de la Selección Nacional, ni siquiera en momentos en donde nos jugamos la clasificación al Mundial de Rusia en 2018. Hablamos sobre Independiente y sobre chilotes que se pusieron nuestra roja. Ya tocamos casos como el de Rafael Olarra, cuya suerte no fue la mejor por estos pagos y hoy nos invoca a estas páginas virtuales un extremo al que apodaron como el heredero de Iván Zamorano.

Corría el invierno del año 2000 cuando el mercado de pases, agitado como siempre, hacía correr a las instituciones locales que buscaban mejorar sus fuerzas de cara al Apertura venidero. Osvaldo Piazza, técnico del Rey de Copas precisaba de un hombre más en la zona de fuego, que haga estremecer las redes rivales y sea acople de los delanteros que ya formaban parte del plantel.

El nombre de Sebastián Rozental, hombre de procedencia chileno-israelí (?) surgió y la C.D. del momento comenzó a chequear sus rastros para ver si era digno de venirse para Avellaneda. Sus pasos por la Universidad Católica de su lugar de origen, el Glasgow de Escocia y participación de en las eliminatorias para los mundiales de Francia 1998 y Korea-Japón 2002, fueron aristas en un currículum vitae que impresionó e hicieron que los directivos posen sus ojos, y la billetera, en él.

Llegó el 08 de agosto y el primer mimo de parte del cuerpo técnico fue darle la camiseta con el dorsal 10 que dejó bacante Gastón Montenegro, para que luzca en la Mercosur. Su estadía era en carácter de préstamo, por un año, y dolió 450.000 dólares.

El andar en la Copa Mercosur no fue el mejor. La eliminación en el grupo dos, compartido con Cruzeiro, Palmeiras y Universidad Católica fue un revés difícil de superar. Cinco cotejos con nuestro homenajeado en cancha y un gol, no fueron suficientes para acceder a la próxima fase del torneo internacional.

El andar en el Apertura '00 no varió mucho la ecuación. Un equipo sin rumbo deambuló en las zonas bajas de la tabla de posiciones, hasta encontrar el 14ª lugar como el privilegiado para estacionarse allí, producto de cinco seis victorias, cinco empates y ocho derrotas.

El calor del 2001 llegaba y los pasajes de regreso a su tierra natal parecieron adelantarse. "Rozental se va y el tesorero festeja", rezaba el titular de Olé sobre la situación, revelando que el propio futbolista ofreció romper el contrato que lo unía hasta el 31 de julio. "Sebastián quería seguir porque estaba muy cómodo, pero estuvimos conversando estos días y decidimos que lo mejor sería buscar un club en el que tuviera chances de jugar. Nuestra intención es volver a Europa, y la única forma de lograrlo era con continuidad. Ahora, con más tranquilidad, buscaremos el mejor destino. Se va muy agradecido del club y de toda su gente", fueron las palabras de Lázaro Rozental, padre y representante, que hizo ahorrarle 75.000 en billetes verdes.

A partir de allí, un periplo que inició en Chile, pasando al Colo-Colo y un desembarco final en tierras israelíes pondrían punto a su carrera que culminó en 2008. Su paso por el conurbano arroja un saldo de doce cotejos en su haber, un tanto y un eslabón más que vio difucultosa la tarea de posar la diez de diabla en su espalda. 

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