miércoles, 18 de octubre de 2017

Martín Fabro



Nació a comienzos de 1985, con el gritó de gol de José Percudani al Liverpool aún retumbando en los tímpanos diablos. Cuando estaba en el primario, supo decir campeón en el Clausura 1994. Casi una década después, mientras ideaba con sus compañeros del último año su fiesta de egresados, se deleitó con la obtención del Apertura 2002.

En simultaneo a estos sucesos, acumulaba entrenamientos, partidos y vivencias en inferiores de aquel equipo de casaca roja. Su sueño era, en algún próximo futuro, vestir profesionalmente aquella prenda y lograr su sueño de pisar el césped de (en ese entonces) la Doble Visera como un jugador de fútbol listo para alcanzar la gloria con el equipo del cual es hincha.

La historia de Martín Fabro podría encontrar su final feliz el 20 de Septiembre de 2004, cuando con 19 años, este volante ofensivo ingresó a veinte de final por Hernán Losada en lo que sería la victoria de un Independiente local por 2 a 1 ante Boca Juniors, con el entrenador Daniel Bertoni confiándole el ingreso en un chivo partido ante los Xeneizes, que El Rojo ganó gracias a un doblete de Federico Insúa.


Sin embargo, la caprichosa historia tiene siempre para nosotros al más inesperado rol esperándonos para asumirlo y llevarnos a situaciones impensadas. Eso fue lo que sucedió con el joven Fabro, fanático desde la cuna de El Diablo, pero bloqueado para continuar su carrera en el club tras dos años en él, al no ser tenido en cuenta para el primer equipo. En nuestros pagos, dejó la cifra de tres goles en 52 partidos jugados. Corría el génesis del 2007 cuando una oferta del fútbol canadiense le proponía armar los bolsos y sumarse a las filas del Montreal Impact, allá lejos, en la tierra de Avril Lavigne, Justin Trudeau y... Bueno, y de muchos hombres barbudos con remera de leñador.


Pasaron casi diez años hasta que Independiente y Martín Fabro se reencontraron las caras. La Doble Visera era historia, ahora nuestro hogar se llama Libertadores de América. Miguel Ángel Brindisi, quien comandó desde el banco de suplentes a El Rojo del 94', era ahora nuevamente el técnico de la escuadra. Ningún integrante del equipo con el que MF había debutado una década atrás continuaba en la institución. Había, sin embargo, un dato que eclipsaba cualquier pensamiento en aquella tarde soleada del 3 de Agosto de 2013, y no era solamente el hecho de que ahora Fabro defendiera los colores de Brown de Adrogué: Independiente se preparaba para disputar, por primera vez en su historia, un partido correspondiente a la B Nacional del fútbol argentino.

Habíamos tocado fondo. ¿O se podía acaso caer más bajo? De local y ante un ignoto team, era una jornada perfecta para confirmar que la pesadilla había terminado, y que el equipo lograría sortear aquella temporada en la segunda división sin ningún problema. El propio Fabro, descreído de que estaba enfrentando al conjunto de sus amores en sus peores horas, debía precipitarse de que sería un match sumamente difícil ante un gigante adormecido con ganas de resurgir.

Pero... todo esta idea se esfumaría a los quince minutos de juego, cuando una gran jugada ofensiva de Brown encontró a Fabro solo por izquierda, en una jugada combinada por el lateral junto a uno de sus pares. Posicionándose en diagonal al palo de Fabián Assmann, pensó en enviar una pelota cruzada, calando un buscapié que coronara algún compañero. En el último segundo se inclinó, sin embargo, por rematar al arco. El tiro fue sumamente suave, pero suficiente para descolocar al arquero, que manoteó la redonda sin mucho éxito, apenás desviándola sin evitar que besara la red. Silencio en el estadio. Gritos secos provenientes de los jugadores de la visita. Todos ellos celebran la conquista, excepto uno: El propio Fabro, quien se encoje de hombros y luego, con el rostro pálido, pide calma y disculpas. Atónitos, los hinchas de Independiente entienden que el terror los acompañaría también en la 2013-2014. En algún rincón de la cancha, momentos después del gol, se escucha a un viejo rezongar: "¡Fabro! ¿Vos sabías que ese era nuestro?!".



El cotejo finalizó 2 a 1 a favor para los de Pablo Vicó. Mientras propios y extraños reconstruían el vínculo añejo de Fabro con El Rojo, el volante declaró ante los medios: "Estuve 13 años en el club y no podía gritar el gol. Hubiese sido un desagradecido" y agregó "El descenso de Independiente lo viví con una tristeza enorme porque es el más grande que hay. Espero que vuelva pronto y para mí va a ganar de punta a punta el Nacional B". Lo que se dice un tipo con códigos y memoria. Salud entonces, Martín, donde quiera que estés. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario