viernes, 13 de octubre de 2017

Leandro Depetris


Qué difícil debe ser para un niño asumir más responsabilidades de las que le competerían a cualquiera a esa altura de la vida. Jugar, divertirse, aprender, disfrutar de la vida sin la más mínima idea de lo que vendrá en el porvenir deberían ser los condimentos que atañan a las vivencias de los purretes. Pero no. El homenajeado del día vio como de pequeño empezó a estar en el centro del ojo mediático futbolero y empezó a disputar el juego de crecer de manera muy precoz.

Leandro Depetris era considerado un diamante en bruto y esperanza del fóbal argentino para cuando disponga de la edad suficiente que lo habilite a formar parte de la selección mayor. Nacido en San Vicente, y criado junto a la pelota en Brown de aquella localidad, empezó a despuntar el vicio desde muy pequeño y, a la tierna edad de 11 años, tuvo que decidir acerca de su futuro en casa o en Italia.

El Milan venía a buscarlo para llevárselo cuando cumpliese los 12 abriles. Zurdo, encarador, desfachatado, mientas nosotros a esa altura nos preocupábamos con los picados con amigos, él ya demostraba dotes que lo situaban en el viejo continente. "Quiero ser como Maradona", contaba con timidez delante del grabador del diario "Olé", mientras, seguro, mediante sonsirisa típica de haragán cuando somos jóvenes y las cosas nos salen bien, disfrutaba de compartir el campo con chicos tres o cuatro años más grandes que él.

"Me puse un poquito nervioso. Pero poquito eh. Después cuando entré a jugar se me pasó", canchereó después de usar la mítica '10' del elenco que catapultó la carrera de Silvio Berlusconi. Después de descubrir sus dotes natos a través de la agencia International Sport Management, y ser poco considerado por Boca y River ya que debían amoldarse a un plan de alimentación, cruzó el gran mar y se asentó en la tierra de la buena pasta para toda su adolescencia.

¡Ojo!, un dato no menor, y que será de importancia en esta crónica, queda por remarcar. De chiquito ya profesaba y se mostraba como fana de Independiente. De hecho, en la tapa del diario deportivo má famoso del país, aparece su foto, con una camiseta de su nuevo club que le cubre hasta las rodillas, pero arriba de él, aparece la imagen de Marcelo Pontiroli fallando al salir a cortar un centro y la derrota del Rojo por 2-1 ante Instituto. El destino (?)

Luego de sembrar sus primeros pasos en las juveniles de "Il Rossonero", la codicia de parte de su entorno hicieron que el elenco italiano decline por no ficharlo definitivamente a los 14 años y volvió a Argentina para sumarse a las filas de River, en la misma categoría que Gonzalo Higuaín. Sin ser considerado, regresó a la tierra del Papa para sumarse al Brescia.

El año 2008 llegó y, con él, el climax de esta historia. Julio Comparada, pope del Rey de Copas en ese entonces, buscó a la joya, creyendo que todavía podía volver a brillar. Claudio Borghi, sentado en el banco de suplantes, dio el visto bueno y el 17 de julio firmó su contrato con los de Avellaneda que lo unía por tres años.

"La llamada de un grande como Independiente me hizo despertar el interés. El fútbol argentino es técnicamente altísimo. Y el Rojo es enorme. Me fui muy contento de Italia porque llego a una gran institución. Estoy feliz", soltó apenas se sumó a los entrenamientos en Villa Domínico, aunque algunas de sus declaraciones previas a ponerse la Roja se vieron truncas. "Jugar al 
fútbol es meter la pelota dentro del arco, no creo que cambie mucho de un lugar al otro", pues bien, parece que sí varía.

Pero algo pasaba con el mediocampista. Si bien se perdió el comienzo de la temporada por una tendinitis, después pasó a no ser tenido en cuenta por el "Bichi", mucho menos en el interinato de Miguel Santoro y debió aguardar hasta el arribo de Américo Gallego para tener algo de acción, amen de algunos cotejos de índole amistoso que disputó. 

El colmo de todo este peregrinaje es que apenas disputaría un encuentro de manera oficial. Los nuestros, de capa caída, recibían a Estudiantes de La Plata, en la cancha de Huracán, por la 14ª fecha del Clausura 2009. Fue estrepitosa la caída ante el Pincha, con un score final de 1-5. El héroe de esta jornada de lectura en páginas cibernéticas hizo el precalentamiento y saltó a la cancha a los 12 minutos del complemento, reemplazando a Hernán Fredes. 

A partir de allí, y con el silencio con el que llegó se fue. Dividió su andar profesional entre sus dos naciones. El Gallipoli y Chioggi italiano lo albergaron, hasta su vuelta por estos lares, en donde Sportivo Belgrano, Alvarado, Tiro Federal y Sportivo Patria fueron sus últimas escuadras. No hace falta decir que su saldo con nuestra casaca arroja apenas un puñado de minutos, pero su carrera va más allá, porque de robarle las luces en Rosario a un tal Lionel Messi pasó hacia el ostracismo puro, dejando como moraleja que no todo lo que brilla es oro. 

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