Normalmente quienes luchan por ser jugadores que llegan a Primera División -el principal objetivo de cada futbolista- una vez que realizan una trayectoria galardonada, o no, al finalizarla, se convierten en Directores Técnicos, en su mayoría. Podemos citar ejemplos como Diego Maradona, Miguel Ángel Brindisi, Diego Simeone, Alfio Basile, Américo Gallego, e innumerables ejemplos que podría nombrar en este post. En Independiente, y hace no mucho tiempo atrás, nuestro ejemplo de ex jugador y posteriormente DT, fue Daniel Garnero. Siéntense, háganse un café y disfruten de la historia del 10 heredero de un tal Ricardo Bochini.
Américo Gallego se hizo a cargo de la conducción en el Torneo Clausura 2009, en reemplazo de Miguel Ángel Santoro tras un flojo comienzo. Aunque la continuación no fue la mejor, ya que entre más derrotas que triunfos, innumerables cambios y sin poder encontrar un rumbo, en aquel torneo el Rojo culminaría en la decimosexta posición con sólo 21 puntos. Una vez hecha la pretemporada previo al Apertura de ese año y con los refuerzos arribados, el Tolo hizo una gran campaña, coronándose en el cuarto puesto con 34 puntos, hecho que repetiría en el Torneo Clausura del año entrante, cuando estuvo a punto de pelearlo y coronarse campeón.
Con este puntapié, y donde realizó entre ambos torneos 68 puntos, Independiente clasificó a la Copa Sudamericana del 2010, certamen que terminaría con el campeonato a su favor.
César Luis Menotti, quien por aquel tiempo se desempeñaba con mánager de Independiente, era el que decidiría el futuro de Gallego, quien la gente se manifestaba en dos posiciones, mantener la base y que siga en el proyecto, y otros que no le renueven el contrato al ex mediocampista de River y campeón del Mundo con Argentina en 1978. El justamente ex DT de Argentina, decidió no renovar a Gallego. Rápidamente, su sucesor se conoció: un hombre del riñón del club, emblema de la década de los 90’ y el sucesor de Ricardo Bochini con la mítica casaca “10”, nada más y nada menos que Daniel Garnero.
El Dany venía con un paso bueno en Arsenal de Sarandí, donde se coronó campeón de la Copa Suruga Bank, tras derrotar a Gamba Osaka por la mínima. Aunque para la institución de Sarandí ese título internacional significó mucho, poco pudo plasmar su idea en los partidos por el certamen doméstico.
Para empezar, llegaron refuerzos de jerarquía (!) como Germán Pacheco, Cristian Pellerano, Nicolás Cabrera, Maximiliano Velázquez, el regreso de Fabián Assmann y el mediocampista de Banfield, Roberto Battión, Leandro Gracián.
Su ciclo comenzó de manera oficial en el José Amalfitani visitando a Vélez. Lejos de mostrar un buen funcionamiento, fue todo lo contrario, y tan sólo perdió por la mínima, cuando el marcador final debió haber sido más abultado. Sus siguientes encuentros distaron de no ser muy buenos, ya que solo cosechó tres empates (Argentinos, Newell’s y Quilmes) y cuatro derrotas -Vélez precisamente, River, Arsenal y la más dolorosa, goleada en el Sola de Banfield por 4-0-. Sin embargo, no se debe omitir la llave de la Sudamericana frente al campeón Argentinos, quien lo venció en el primer encuentro por la mínima (gol de Leonel Galeano) y empate 1-1 con gol de Leandro Gracián. No obstante, esto no le alcanzó tras presentar la renuncia en la goleada contra Banfield, que fue aceptada al día siguiente por la comisión directiva presidida por Julio Comparada. Con la renuncia de Garnero, Menotti siguió sus mismos pasos.
Su ida dio paso a Antonio Mohamed, quien con la base que dejó el ex enganche, juntó y aceitó ciertas piezas que le permitieron ganar la Copa Sudamericana, en lo que tras el juego que mostraba Independiente, esto fue similar a un oasis en el desierto. Garnero dejó el club con un saldo de 1 victoria, 4 empates, 3 derrotas, que fueron contundentes.
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