viernes, 25 de agosto de 2017

Martín Pautasso



"Si vamos a perder, que sea con escándalo" decía uno de mis tíos cada vez que su equipo de papi-fútbol perdía un cotejo en aquellos sábados de partidos y asados en el club del barrio. Acto seguido, se quitaba un botín y se lo arrojaba derecho y preciso al muslo del jugador más habilidoso de la escuadra rival. Sino, tomaba la pelota antes de que terminara el cotejo y se la llevaba corriendo hacia una dirección desconocida, impidiendo el desarrollo normal del match. También supo, en actos de desesperación, desatornillar con sus manos desnudas los postes del arco para provocar la calculada caída del mismo, simulando que habían caido sobre él y que le habían provocado una lesión terminante. Si no picó rohypnol en el agua del equipo rival es porque se las olvidaba en la mesada de su casa. "Si vamos a perder, que sea con escándalo" se repetía para sus adentros cada vez que preparaba desenvolver una de las suyas.

Es muy probable que quienes transitamos las gradas del Club Atlético Independiente no retengamos más que algún extraviado recuerdo de que alguna vez el defensa Martín Pautasso haya vestido la casaca de nuestro equipo. En efecto, es difícil encontrar algo más que una estadística algo gris en los 21 partidos que disputó para el equipo entre 2005 y 2006. Sin embargo, si traemos a colación un extraño recuerdo que lo tiene como protagonista, quizá podamos retener una imagen -siquiera distorsionada- de los días de MP en tierras rojas.

Cuando no se cuentan con proagonistas luchando a por el título ó por no descender, los partidos de la última fecha de un torneo local están casi condenados a un ostracismo. Quizá el aderezo puede ser la posibilidad de clasificar a una copa internacional, pero eso no estaba en juego en Avellaneda el 14 de Diciembre de 2005, en donde Rosario Central se aparecía en la Doble Visera para culminar junto con El Rojo al Apertura de aquel año. Pauti (?) integraba el cuarteto defensivo como lateral derecho, junto con David Abraham, Marcelo Méndez y Lorgio Álvarez. Así es, toda la defensa de aquel match dice presente desde hoy en este humilde blog. Lucas Pusineri, Lucas Biglia, Sergio Ortemán y Emiliano Armenteros jugaban en el medio, y Eduardo Bustos Montoya integraba la delantera junto con Sergio Kun Agüero. ¿El arquero? Oscar Ustari, vigilado por el entrenador Julio César Falcioni. Como dato adicional, durante aquel torneo, el equipo supo mantener un invicto como local que anhelaba sostener frente a Los Canallas. Entonces, el balón comenzó a rodar.


Promediaba el final del primer tiempo cuando Pablo Vitti puso en ventaja a los muchachos de Ángel Zof. Pusineri trazó el empate, pero a a quince del final, el atacante Marco Ruben parecía sentenciar la victoria para los rosarinos. Recién a un minuto de la conclusión del tiempo reglamentario Martín Fabro, quien había ingresado en el entretiempo, puso la igualdad definitiva. ¿Y Pautasso? Banquen, acá viene (?). Resulta que el tiempo de descuento comenzaba a agotarse y el defensor de El Diablo fue a trabar fuerte con un pibe llamado Ángel Di María. Concluida la colisión de ambos, Pautasso se paró y comenzó a pechearlo, obteniendo una respuesta similar de parte del juvenil. Lo que era un roce inofensivo se potenció cuando integrantes del banco de Central ingresaron al césped en defensa de ADM. Esto exasperó al lateral, que lejos de tranquilizarse, intentó resistir la contraofensiva (?) de sus rivales, aunque sin demasiado éxito.




¿Resultado? Roja para Pautasso, que tras ver la expresión fría de Horacio Elizondo pidiéndole que abandone el campo de juego, ingresó en un ataque de nervios: Comenzó a dar puñetadas al aire, pareció descompensarse de cara al banco de suplentes y luego comenzó a gritar con furia ciega contra sus contrincantes, así como también rogaba al referí el hecho de que Di María había sido el gestor de la gresca. "¡Me pegó él!" decía señalando al teen de 17. Sin lograr conmover ni a propios ni extraños, Pautasso estalló en lágrimas, continuó sus tomas de puño al aire y recién cuando Falcioni acudió en su asistencia toleró el retirarse hacia el vestuario, con las cámaras de televisión inmortalizando su extraño berrinche.




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