martes, 9 de mayo de 2017

Ciencia Ficción: Teo usó su cabeza como un revolver (?)



El clásico de Avellaneda está a la vuelta de la esquina e #IndependienteInédito se sumerge en situaciones particulares, hechos interesantes y casos dignos de contar para vuestro deleite como lectores. Y amén de que la historia de esta ocasión es protagonizada por un ex miembro de la escuadra vecina, el hecho de que esto tomara lugar en nuestro estadio, y por supuesto tras un derby, lo hace simplemente inevitable de recordar. Se trata de una de las vivencias más extrañas experimentadas en esta clase de cotejos.

La Fecha 10 del Clausura 2012 postulaba que El Rojo y Racing Club deberían medirse en el Libertadores de América. Por nuestra parte, perduraba en el césped el optimismo al acarrear el equipo, con Cristian Díaz al mando, una senda positiva de resultados desde su asunción en la quinta jornada, cuando reemplazó a un malogrado Ramón Díaz: 5 a 4 a Boca Juniors, 2 a 0 a Belgrano, caída 0-3 con Colón, retorno a la victoria con un 2 a 0 ante Rafaela y un 1-1 frente a Vélez Sarsfield. La visita, por su parte, veía a su entrenador Alfio Basile apagarse en el banco de los suplentes. Marchaba en los últimos puestos de clasificación y un resultado adverso en el cotejo significaría la conclusión del ciclo de El Coco.

Posemos nuestros ojos en el once titular racinguista. En él se encuentra el delantero colombiano Teófilo Gutiérrez. Alguna vez tentado por El Diablo para sumarse a sus filas, su personalidad rebelde e inestable comenzaba a engrosar las páginas de los diarios deportivos, más allá de un rendimiento que, sentimientos afuera, era digno de destacar. Poca disciplina e historial de expulsiones, premisas poco favorables para él. Racing estaba en una situación delicada y los ánimos de Teo no combinaban adecuadamente con el contexto. Todo lo contrario, articularían el estallido de una situación que sonó sumamente peligrosa, pero terminó disolviéndose en lo bizarro.



Justamente TG fue el hombre del momento cuando abrió la cuenta a los 26 minutos del primer tiempo, frente a la incredulidad del Libertadores. Afortunadamente, una remontada furiosa comandada por Facundo Parra -doblete-, Patricio Vidal y El Patito Rodríguez puso las cosas en orden con categoría: Goleada por 4 a 1 y fiesta, abrazos y puños apretados en una nueva ocasión de ensanchamiento del historial a a favor. ¿Y Teo? Con el encuentro 2 a 1, y a veinte minutos del pitido final, tuvo un intercambio curioso (?) con el referí Sergio Pezzotta, quien ya le había mostrado la tarjeta roja a Bruno Zuculini minutos antes. ¿Qué pasó? Él aseguró que Gutiérrez lo llamó cagón, motivo suficiente para expulsarlo del clásico. El atacante atinó a decir que no le dijo cagón, sino carón, palabra con las que se asimila en su Colombia natal a alguien de principios escasos, o meramente un sinvergüenza. Dicha explicación no valió nada para el árbitro: La roja era una realidad, el partido continuó y el resto de la historia ya la saben.



Mientras los players de Independiente hacían suya la jornada con cánticos y festejos, los jugadores derrotados de RC ingresaron al vestuario con desazón y tristeza. Se fusionan en el aire sensaciones que construyen el ultimátum. Teo Gutiérrez, más herido en su ego que en el plano de una fuerte derrota, asimilaba en silencio una nueva expulsión en su historial. Pero su pose no era la de un individualista arrepentido. Más bien, era la de un soldado en desventaja listo para su última batalla, sea en un campo de juego o en un vestidor visitante. Cuando sus compañeros lo increparon, lo que era una intervención calma se transformó en una pelea a los gritos. La antitesis de Gutiérrez se centró en el arquero Sebastián Saja y en el defensa Lucas Aveldaño, ambos enfurecidos por la falta de responsabilidad del delantero, y deslizando que su personaje y su show se lo estaba devorando. Claro que con otras palabras (?). De la vía oral se pasó a los empujones y al increpe físico. TG, desbordado y decidido a mandar todo al pasto, pausó sus palabras para con sus compañeros -ahora rivales- y metió una de sus manos mano en su bolso. Segundos más tarde, con un arma de aire comprimido en la mano, desafiaba a Saja a un duelo: "Vení, maricón. Te voy a meter un tiro".

A Facundo Parra, quien para ese entonces ya debía estar metiendo la llave en la puerta de su casa, ni se le podía cruzar por la cabeza que el delantero rival, después de amenazar con un arma a sus pares, se retiraba en taxi solo, despidiéndose de esa forma de Racing Club y dando pié a un sinfín de teorías mediáticas respecto a que pasó en el vestuario, algunas más apostando a la teatralización que al hecho en facto. Aunque, en realidad, la cosa era tan insólita como inabordable. Se diría posteriormente que el revolver era de un juego de PaintBall, y que Teo lo tenía en su bolsito por haber estado practicando dicha actividad poco tiempo antes al cotejo. Lo normal.



Con Alfio Basile renunciando, Gutiérrez yéndose solo a su casa y El Rojo festejando un nuevo triunfo ante los vecinos, remontada, goles y armas fue el título de una película feroz que, para nosotros, tuvo final feliz.

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