martes, 4 de abril de 2017

Indulto o Condena: Federico Insúa (2005)


En Independiente Inédito nos encanta hablar de amores. Varios de nuestros relatos aparecen atravesados por uno de los condimentos que sazonan nuestra vida cotidiana. Aquellos que cupido flecha y se quedan para siempre; otros tantos que no arriban –como Pisculichi- pero mantienen un cariño completamente externo; y algunos que, a juicio personal, llegan, enamoran a todos y, de sopetón, consuman una especie de engaño, una inmoralidad propia que divide las tribunas en argumentos y pareceres que resuenan hasta hoy día.

El año 2002 propiciaría el escenario para que los dos actores principales en esta historia lleguen a conocerse. De un lado, uno característico, siempre presente en todas las crónicas escritas y a redactar en este blog, con preponderancia y sentimentalmente abatido por distintas situaciones: Independiente. Del otro lado, un talentoso volante ofensivo, zurdo, enganche y con dotes futboleros que llevaron a que deje la redonda chiquita en Argentinos Juniors: Federico Insúa.

Aquel tiempo de la obtención del último campeonato a nivel local para los Rojos haría que confluyan ambos personajes en cuestión. Con uno de los autores materiales más importantes para la obtención de aquel Apertura ’02, el idilio pertinente, sumados al amor naciente por parte de los falangistas para el enlace de pelo largo, comenzó a crecer, a tal punto de volverse referente y uno de los players más queridos por los tribuneros.



“Estoy desesperado. Se va. Me quedo sin el 10”, tiró el pope Rojo, Andrés Ducatenzeiler, ante la salida del ex integrante del elenco de La Paternal al Málaga del España, a préstamo por un año. A esto, se sumaba la salida de Gabriel Milito al Zaragoza y el enojo del Cabezón Oscar Ruggeri, técnico en ese entonces, a quien el Presidente no le pudo cumplir la promesa de que ambos jugadores estarían, como mínimo, doce meses más ligados a la institución avellanedense.

Una temporada, 33 cotejos y tres goles tuvieron que transcurrir para que el Pocho volviese a entrenarse con sus compañeros en Villa Domínico, pensando en lo que sería las competiciones pertenecientes a los años 2004/2005. El reencuentro unificaría miles de sentimientos provenientes de los hinchas con el corazón del hombre con procedencia en el país ibérico, para que, con su regreso, ocupara el lugar que dejó bacante y volviera a ser la manija de un equipo, con el nivel que mostró antes de su primera experiencia en Europa.

Una tarde cumbre, hito de la vuelta al field de la Doble Visera, con una actuación superlativa y dos goles para darle vuelta un clásico a Boca Juniors, hacía que los seguidores pujasen y exijan la renovación del contrato del pelilargo, que terminaba al final de la competición en transcurso.

El mes de julio del 2005 llegó y, con él, el mercado de invierno. La operación más importante sería la retención del jugador estrella, con la renovación del contrato y compra definitiva de la ficha, ya que los de Avellaneda, sólo contaban con los derechos federativos. La adquisición del cincuenta por ciento del pase, sería suficiente para solventar los deseos económicos de la parte empleada, blindar una cláusula y poder expandir el contrato, del hombre de clamor popular entre las tribunas de cemento del estadio ubicado en Alsina y Bochini.

Por lo bajo, sin embargo, otra institución -mencionada ya en este post- empezaba a jugar sus cartas en silencio. Sin comunicación directa con Mitre 470, hablaron directamente con su representante, observando la dilatada negociación que Julio Comparada mantenía con el jugador. Mauricio Macri, mandamás de la institución Xeneize, deslizaba su plan y mantenía diálogos internos con Alejandro Bouza y Alberto Lavalle –apoderados del futbolista- que miraban de reojo la suculenta oferta que el club de la ribera tenía preparada para desembolsar.

“Nosotros estamos tranquilos, tenemos que esperar. Si ellos llegan a firmar un convenio con Boca nos tienen que avisar y poseeremos cinco días para tomar una decisión. Esperamos algo oficial”, sostuvo con tranquilidad  J.C, atajándose ante cualquier posible especulación y pasándole la pelota al player. Sin embargo, por atrás, el empresario sabía de las intenciones propias de Insúa, cuyo gusto era acercarse al barrio de La Boca, mientras este guardaba silencio ante las acusaciones.

Fuego y contrafuego cruzaba el Puente Pueyrredón, mientras horas drásticas para unos y propicias para otros se vivían, mientras la novela llegaba a su fin. Comparada, prácticamente único delegado para hablar con los medios de comunicación disparó munición gruesa contra el Presidente Macri a quien calificó de “irrespetuoso”. "No tiene ética. Se cree que puede llevarse al mundo por delante", soltó en forma de granada que calló en Brandsen 850, ante la confirmación de la transacción de Avellaneda a la Boca, por un total de 2.800.000 dólares, a cambio del 80 por ciento del pase.

Lo que empezó en forma de una guerra mediática entre unos y otros empezó a resonar también en las tribunas, no sin que antes Compi, suelte algún dardo más hacia la cúpula boquense y al deportista que iba a calzarse la azul y amarilla. "Pelearemos por nuestros derechos, pero no vamos a retener a aquellas personas que no quieran jugar en la institución”, cargó el presi mientras que guardaba el último resquicio de pólvora para su “rival” dirigencial, hoy Presidente de la Nación: “Yo me manejo con los códigos de la ética y las buenas costumbres. No espero ninguna respuesta suya. Él ya sabe que estoy decepcionado, porque además no es la primera vez que nos hace esto. Con Franco Cangele me hizo cambiar las cosas siete veces. Habíamos pactado algo y terminó cambiando los números”.

La pelota volvía a rodar de cara a un nuevo torneo venidero e Insúa, envuelto en un voto de hermetismo, ya lucía le casaca con el escudo del C.A.B.J en el pecho. El Apertura 2005 sería el desafío que tendrían los 20 clubes de primera división hasta fin de año. Sin embargo, y pese a la reanudación con la vuelta a la disputa de los Rojos, la gente no olvidó lo ocurrido y depositó su rabia con el propio jugador. “Insúa traidor, la dignidad no tiene precio” y “Pocho: te cagaste en la gente que te quiere”, rezaban las banderas colgadas en el estadio de Newell´s, -símbolo del vox pópuli general- con el principal enojo puesto en anteriores declaraciones del siniestro, donde manifestó que en Argentina no jugaría en otro lugar que no sea en el Diablo.

A todo esto, ya con la suela de sus botines incrustada en el césped de La Bombonera, Insúa la rompió. Un ciclo exitoso con cuatro títulos en su haber y el momento descollante de su carrera le valieron una nueva experiencia en el Viejo Continente, esta vez en Alemania, específicamente en el Borussia Mönchengladbach, luego de recibir el cariño que bajaba, esta vez, del aliento de “La 12”.
Sin embargo, ni siquiera el traslado al fútbol teutón lo salvó de las críticas de los falangistas, que aparecieron en las friolentas butacas alemanas. En un encuentro propio de la Bundesliga, un diablo por el mundo decidió comprar la entrada, ocupar su lugar en las gradas y volver a dejar un mensaje escrito en una pancarta: “In$úa traidor, el rojo no perdona”, oraba en Gladbach una nueva pancarta que denotaba un dejo de rabia.


La temperatura volvió a subir en 2009. Un segundo paso  bostero traía consigo frases picantes que no caían nada bien y hacían eco en un Libertadores de América todavía en construcción. “Mi viejo es fanático de Boca y yo también. No tiene nada de malo decirle”, resonaba desde lo más profundo de las cuerdas vocales del ex América de México. Y disculpe lector si aburren o inundo el relato con citas textuales, pero hubo, hay y quedará mucha tela para cortar en un tema tan rimbombante como este.

Ya un tanto más calmo y en época de Javier Cantero como máximo directivo de la entidad, Insúa, desde las profundidades de sus entrañas decidió salir a la carga, contradecir al ex mandatario Comparada y esclarecer todo el asunto. “Le mintió a toda la gente. Tenía que comprar la mitad de mi pase o quedaba libre y no lo hizo. Sé que a la gente le dolió que me fuera a Boca, pero el tiempo me va a dar la razón. Jugué un año gratis y con una mentira a cuestas. Tenía un contrato para continuar en el club hasta el 2008 y el tipo lo rompió. Es un mamarracho, pero no vale la pena hablar más de eso. Respeto el sentimiento y sabía que lo iban a entender”, soltó en el ocaso de su paso por Vélez y con un regreso casi consumado.

Enero del 2014 volvería a ser un nuevo desencadenante de este conflictivo, extenso y controversial vínculo. Luego de pertenecer a las filas de la entidad de Villa Luro recayó en Independiente, para volver a ponerse la divisa punzó, reencontrarse con el Rolfi Montenegro y pelear por un certamen más importante que el que te otorga un trofeo: el ascenso. En el momento más delicado de la historia, optó por regresar, dar una mano y conseguir la vuelta a primera para comenzar a resurgir, aún con un desconcierto reinante que, seguramente, usted lector y yo sentimos cuando la noticia se dio a conocer y no sabíamos si los aplausos o silbidos reinarían de parte de los nuestros.

Una nueva historia de amor y desamor. Con terceros en discordia, un inicio y un final feliz, pero con un resquemor aún latente y ese sinsabor en el paladar que nos invita a preguntar. Federico Insúa, ¿indulto o condena?

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