martes, 14 de febrero de 2017

Lucas Cariati

(Foto de Mauricio Curto)


Basta con mirar algún embajador del pasado que repose en un rincón polvoriento de nuestro armario, sea un álbum de fotos, un anuario del colegio ó algun bloc de notas de ideas jóvenes hoy arrugadas, para encontrar sustantivos pertenecientes a una época que hoy parece ubicarse a años luz de nuestra existencia. Viejos compañeros, ex novias, un tío lejano parecido a Antonio Ríos que solo viste en el año nuevo del 98'... personajes hay varios e historias muchas más. 

Independiente siempre fue una tierra inestable para la proyección de juveniles. Quitando la excepción de la valla, nutrida en la última década por la escuela de Miguel Ángel Santoro, los tiempos difíciles implicaron que una enorme cantidad de pibes pasaran sin pena ni gloria para luego ahogar sus penas en una rescisión temprana y despuntar el vicio lejos del Libertadores de América. O mejor dicho, Doble Visera, porque así era el nombre de nuestro estadio cuando a fines de 2004 Lucas Cariati, de 21 años, debutó en la derrota por 2 a 1 durante una visita a Arsenal de Sarandí. Bajo las órdenes de Pedro Monzón, disputó los últimos diez minutos del encuentro compartiendo césped con Sergio Agüero, nada más y nada menos. Atrás también estaba Carlos Matheu y dispersos en el mediocampo estaban Fernando Lorefice y Roberto Carboni. La fortuna, lo aceptable y el ostracismo esparcieron su suerte en los destinos de estos pibes y a casi quince años de aquel encuentro, los resultados están a la vista. 

Cariati fue el último jugador en debutar en primera antes de que Independiente cumpliera 100 años de existencia. La bendición del Centenario lejos estuvo de augurarle algo de suerte, ya que aquel match ante los de El Viaducto fue la única vez que vistió de forma oficial la casaca roja. Rápidamente el optimismo por el aniversario se fue disipando con campañas adversas y técnicos irregulares. Cual alegría navideña impostada, la realidad era esquiva para un equipo que sin importar sus años aún no encontraba un estilo definido. Esto se calmó de la mano de El Kun y sus secuaces en el campo de juego, quienes armaron campañas más que respetables, quedando con el grito reprimido de corear campeón, principalmente por derrotas en partidos claves y la rápida partida de Agüero al Viejo Continente. 

Pero mientras todo esto sucedía, Cariati ya estaba lejos. Dejó el club en 2005 para partir rumbo a a Uruguay, pasando fugazmente por Fenix, y luego hizo escala en Hungría, donde jugó para el Ujpest. Posteriormente rellenó su CV de estadías en escuadras del ascenso. Su paso por Independiente se transformó para nosotros, los extraños, en un recorte de una fotografía que se ha tornado borrosa por el paso del tiempo. Él la exhibe con orgullo como prueba fehaciente de su estadía en el equipo de sus amores, transformado su voz en un epígrafe permanente de un rastro de historia que varios pasamos por alto gracias a la vorágine de los tiempos que nunca dejan de correr.

No hay comentarios:

Publicar un comentario