Nos convoca un relato en donde nuestro protagonista estelar, vio poca participación en la primera división, alternó en la reserva de Independiente, durante un largo tiempo, sobre quien algunos hinchas manifiestan que tenía buenas cualidades y que las lesiones le jugaron en contra. De yapa, salió campeón con el primer equipo, algo así como José Manuel Pinto en el Barcelona (?).
Debemos
transportarnos a Pereira, Risaralda, en Colombia. Un joven con dotes de
futbolista profesional y ambiciones de triunfar en un equipo de gran
envergadura, nacía un ocho de octubre de 1980. Alejandro Botero haría su
aparición por primera vez en vida y, con él, una historia repleta de sueños y
frustraciones.
Cualquiera
de nosotros supondría, en primera medida, que el Deportivo Pereira, de la
ciudad en donde él es oriundo, sería quien cobijara y formara las primeras
armas del futuro guardameta. Sin embargo, y tal como mencionamos anteriormente,
sus anhelos de triunfo lo llevaron a probar suerte en el Deportivo Cali, cuadro
de renombre en el país cafetero, que lo resguardó y soltó a un campo de juego
en 1998.
Por
aquel entonces, el elenco caleño disputaba la ya extinta Copa Merconorte y el
torneo local, en donde era gran candidato a llevárselo, por lo cual el joven
Botero aparecería asiduamente, en forma de recambio, en las formaciones que, partidos
tras partidos, variaban. Lograron, finalmente, hacerse con el certamen
doméstico, materializar el primer galardón para nuestro actor de turno, idear
una carrera que recién comenzaba y un periplo deportivo en sus tierras natales
que continuaría hasta el 2002.
Seis
mil cuatrocientos noventa y cinco kilómetros al sur del continente, más
precisamente en la ciudad de Avellaneda, en Buenos Aires, Argentina, Américo
Rubén Gallego, craneaba su estrategia, en la dirección técnica de
Independiente, con el afán de salir campeón, luego de un paupérrimo 2001 y
magras actuaciones de Ariel Rocha y Darío Sala como arqueros.
Para
aquel torneo, sumada a la llegada de Leonardo Díaz, el Tolo deseaba contar con un guardavalla más para potenciar el
plantel. Fue entonces que, luego de la recomendación de Oscar Córdoba, Botero
hacía su presentación en el elenco rojo, a préstamo por un año y con una opción
de compra de 350.000 dólares. "Esta
posibilidad de ser titular en el primer amistoso del año es muy importante para
mí. Quiero exponer ante la gente cuáles son mis virtudes", soltó el
uno, en la antesala del primer cotejo, con carácter informal, ante Nueva
Chicago en Salta.
Relegado
en el apertura de aquel año, con la titularidad de Díaz y con Damián Albil como
principal sustituto, fueron pocas las veces en que Botero estuvo a disposición
para ocupar el arco de la “Doble Visera”. Así y todo, en diciembre llegaría el
momento crucial de la consagración, en el estado de San Lorenzo, y el segundo
título para tener en su memoria deportiva, sumándole una estrella más a su
palmarés.
En
el clausura 2003, volvería a correr con la misma suerte, relegado en reserva y
alternando con Lucas Molina, matices que lo llevarían a pensar en cambiar un
poco de aire. Argentinos Juniors, que por aquel entonces militaba en la segunda
categoría, contaría con sus servicios, aunque de nuevo tendría que correr de
atrás por la presencia de César Velázquez. Con la lesión del portero titular,
disputaría un par de cotejos, hasta que sufrió una rotura de ligamentos, que lo
marginó hasta el 2005, donde reaparecería, pero tapado por Marcos Gutiérrez, en
esta ocasión.
Retornó
a su lugar de origen en ese año, nuevamente al Deportivo Cali, como profeta en
su tierra, pero sin tener minutos de juego. A pesar de ello, volvió a conseguir
el torneo con el elenco verdiblanco.
A partir de allí, el destino querría que su próximo destino vuelva a ser el
suelo argentino, pero esta vez en la provincia de San Juan y así ser parte de
la plantilla de San Martín.
Sustituto
de César Monasterio en el santo,
logró el ascenso a la categoría de elite en el año 2007 y, con la lesión del
uno titular, el destino parecía darle el guiño para volver a la competencia
fuerte. Sin embargo, dos encuentros y una nueva lesión hicieron que pierda
terreno. Cuando terminó su recuperación, Ezequiel Medrán llegaba al verdinegro y con él se esfumaban las
chances de ocupar el arco de manera reiterativa.
Más
allá de todo, tiene un grato recuerdo de su paso por el norte del país y hasta
posee su firma en una plaqueta en el estadio “Bicentenario”, en conmemoración
al centenario de la institución sanjuanina. “Fue
importante quedar en el recuerdo y para la historia del equipo. Y pues ahora se
traen a colación esos temas por lo que nuestra Selección va a jugar allí”,
señaló antes de la fecha por eliminatorias en la que los dirigidos por Edgardo
Bauza recibirían a los de José Pekerman.
Luego
de su estadía en la región del buen vino, pasó por Boyacá Chicó, entre el
2009-2010 y Deportes Tolima hasta el 2012 en donde colgaría los botines en
forma definitiva. Ya con su carrera consumada, nos adentramos a analizar su
desempeño en el Rey de Copas en donde
dejó un saldo positivo de cero partidos jugados, misma cantidad de goles en
contra e igual cantidad de tantos a favor. No hay dudas, cuidó el arco como
ninguno y, encima, relatará a sus herederos que él fue campeón con Independiente.
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