jueves, 16 de febrero de 2017

Alejandro Botero



Nos convoca un relato en donde nuestro protagonista estelar, vio poca participación en la primera división, alternó en la reserva de Independiente, durante un largo tiempo, sobre quien algunos hinchas manifiestan que tenía buenas cualidades y que las lesiones le jugaron en contra. De yapa, salió campeón con el primer equipo, algo así como José Manuel Pinto en el Barcelona (?).

Debemos transportarnos a Pereira, Risaralda, en Colombia. Un joven con dotes de futbolista profesional y ambiciones de triunfar en un equipo de gran envergadura, nacía un ocho de octubre de 1980. Alejandro Botero haría su aparición por primera vez en vida y, con él, una historia repleta de sueños y frustraciones.

Cualquiera de nosotros supondría, en primera medida, que el Deportivo Pereira, de la ciudad en donde él es oriundo, sería quien cobijara y formara las primeras armas del futuro guardameta. Sin embargo, y tal como mencionamos anteriormente, sus anhelos de triunfo lo llevaron a probar suerte en el Deportivo Cali, cuadro de renombre en el país cafetero, que lo resguardó y soltó a un campo de juego en 1998.

Por aquel entonces, el elenco caleño disputaba la ya extinta Copa Merconorte y el torneo local, en donde era gran candidato a llevárselo, por lo cual el joven Botero aparecería asiduamente, en forma de recambio, en las formaciones que, partidos tras partidos, variaban. Lograron, finalmente, hacerse con el certamen doméstico, materializar el primer galardón para nuestro actor de turno, idear una carrera que recién comenzaba y un periplo deportivo en sus tierras natales que continuaría hasta el 2002.

Seis mil cuatrocientos noventa y cinco kilómetros al sur del continente, más precisamente en la ciudad de Avellaneda, en Buenos Aires, Argentina, Américo Rubén Gallego, craneaba su estrategia, en la dirección técnica de Independiente, con el afán de salir campeón, luego de un paupérrimo 2001 y magras actuaciones de Ariel Rocha y Darío Sala como arqueros.

Para aquel torneo, sumada a la llegada de Leonardo Díaz, el Tolo deseaba contar con un guardavalla más para potenciar el plantel. Fue entonces que, luego de la recomendación de Oscar Córdoba, Botero hacía su presentación en el elenco rojo, a préstamo por un año y con una opción de compra de 350.000 dólares. "Esta posibilidad de ser titular en el primer amistoso del año es muy importante para mí. Quiero exponer ante la gente cuáles son mis virtudes", soltó el uno, en la antesala del primer cotejo, con carácter informal, ante Nueva Chicago en Salta.

Relegado en el apertura de aquel año, con la titularidad de Díaz y con Damián Albil como principal sustituto, fueron pocas las veces en que Botero estuvo a disposición para ocupar el arco de la “Doble Visera”. Así y todo, en diciembre llegaría el momento crucial de la consagración, en el estado de San Lorenzo, y el segundo título para tener en su memoria deportiva, sumándole una estrella más a su palmarés.

En el clausura 2003, volvería a correr con la misma suerte, relegado en reserva y alternando con Lucas Molina, matices que lo llevarían a pensar en cambiar un poco de aire. Argentinos Juniors, que por aquel entonces militaba en la segunda categoría, contaría con sus servicios, aunque de nuevo tendría que correr de atrás por la presencia de César Velázquez. Con la lesión del portero titular, disputaría un par de cotejos, hasta que sufrió una rotura de ligamentos, que lo marginó hasta el 2005, donde reaparecería, pero tapado por Marcos Gutiérrez, en esta ocasión.

Retornó a su lugar de origen en ese año, nuevamente al Deportivo Cali, como profeta en su tierra, pero sin tener minutos de juego. A pesar de ello, volvió a conseguir el torneo con el elenco verdiblanco. A partir de allí, el destino querría que su próximo destino vuelva a ser el suelo argentino, pero esta vez en la provincia de San Juan y así ser parte de la plantilla de San Martín.

Sustituto de César Monasterio en el santo, logró el ascenso a la categoría de elite en el año 2007 y, con la lesión del uno titular, el destino parecía darle el guiño para volver a la competencia fuerte. Sin embargo, dos encuentros y una nueva lesión hicieron que pierda terreno. Cuando terminó su recuperación, Ezequiel Medrán llegaba al verdinegro y con él se esfumaban las chances de ocupar el arco de manera reiterativa.

Más allá de todo, tiene un grato recuerdo de su paso por el norte del país y hasta posee su firma en una plaqueta en el estadio “Bicentenario”, en conmemoración al centenario de la institución sanjuanina. “Fue importante quedar en el recuerdo y para la historia del equipo. Y pues ahora se traen a colación esos temas por lo que nuestra Selección va a jugar allí”, señaló antes de la fecha por eliminatorias en la que los dirigidos por Edgardo Bauza recibirían a los de José Pekerman.

Luego de su estadía en la región del buen vino, pasó por Boyacá Chicó, entre el 2009-2010 y Deportes Tolima hasta el 2012 en donde colgaría los botines en forma definitiva. Ya con su carrera consumada, nos adentramos a analizar su desempeño en el Rey de Copas en donde dejó un saldo positivo de cero partidos jugados, misma cantidad de goles en contra e igual cantidad de tantos a favor. No hay dudas, cuidó el arco como ninguno y, encima, relatará a sus herederos que él fue campeón con Independiente. 

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