domingo, 12 de febrero de 2017

Diego Gavilán

Difícil encuadrar esta nota en ¿te acordás de…? Y pensar en que podría encajar también en la columna destinada a aquellos pases frustrados que, en su mayoría, hacen volar la imaginación e idean un Independiente que pudo haber sido un tanto más superlativo, pero que no fue tal, debido, en muchos casos, al decanto por otras incorporaciones que no fueron de tamaña importancia.

El 2009 nos lleva a una dicotomía planteada, por aquel entonces, en el predio de Santo Domingo. Mientras Américo Gallego preparaba lo que sería la puesta a punto para el torneo clausura de aquel año, trasmitía a la comisión directiva su deseo de contar con tal y cual futbolista. A la llegada de Eduardo Tuzzio, había que sumar algún volante de jerarquía que potenciara el plantel de ese momento.

Es entonces que la comisión presidida por Julio Comparada buscó complacer los deseos del deté de turno. Los intereses estaban puestos en Mario Bolatti, volante con rodaje internacional luego de su transferencia al Porto de Portugal, o Diego Gavilán, paraguayo con gran trayectoria en el fútbol brasilero y pasado en la selección de Paraguay.

Por una cuestión u otra, porque el mediocentro cordobés decidió llegar al Huracán de Ángel Cappa y porque el guaraní venía con el pase en su poder, tras una estadía en el Portuguesa carioca, decantaron por contratar a Gavilán, de 28 años, con experiencia en la absoluta de su país y con dos mundiales encima: Corea-Japón en el 2002 y Alemania 2006.

Su arribo, debido a la basta pericia que tenía en el ambiente futbolero, su paso por la selección y el hecho de ser el segundo jugador de su nacionalidad en llegar a la Premier League –el primero fue  Ramón Hicks- hacían ilusionar en formar un mediocampo competitivo para aquel campeonato que comenzaba con un Vélez afilado de local y la siempre difícil provincia tucumana.

Su estadía en Alsina y Bochini debía, en teoría, perdurar 18 meses, con una opción de 500.000 dólares en caso de que el diablo quisiese contar con un soldado más en sus filas. Sus malas actuaciones, el flojo nivel que supo demostrar en el verde césped y la poca continuidad que tuvo durante su paso, hicieron que el Tolo optara por otro jugador en la mitad de la cancha y, este, quede relegado.

Un año en el club, con arribo el 7 de febrero y fecha de partida en diciembre, cinco partidos jugados y el recelo de la gente ante sus malas actuaciones y lesiones, hicieron que optara por sacar un pasaje sólo de ida hacia su tierra natal, para jugar en el Olimpia.

Un hecho que merece destacar es que, como profesional, cometió el acto de la traición hacia sus clubes en dos oportunidades: primero, luego de ser futbolista del Internacional de Porto Alegre, y un fugaz paso por Newell`s, decidió unirse a las filas del Gremio de la misma ciudad brasilera, lo que generó el repudio de los hinchas. Además, el canterano surgido de Cerro Porteño, en donde estuvo dos años, optó en el ocaso de su carrera por el rival de toda la vida. Una pena que no hizo lo mismo con nuestros vecinos, aunque estuvo cerca. Antes de llegar al Rojo, el entrenador de Racing, Juan Manuel Llop desestimó su llegada, luego de que el propio futbolista se postulase para ponerse la celeste y blanca. 

En el 2016 comenzó su etapa como entrenador en el Deportivo Capiatá. En el 2017 jugará la Copa Libertadores, en donde ya avanzó dos fases, primero ante Deportivo Táchira y luego ante Universitario de Perú, en busca de meter al escobero, en los primeros planos a nivel continental.

Nuevamente me permito lector, dudar de la originalidad y en el lugar en el que debe ser publicado este post. Por aquellos que parecieron y no fueron, los que iban a llegar y no lo hicieron. Por Gavilán y la historia de Capiatá que, a favor de los Capiateños, su corta trayectoria en la elite, lo hace no tener un clásico claro. Sino, ustedes ya saben el resto…

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