martes, 14 de noviembre de 2017

Pedro Massacessi



Curioso caso el de este habilidoso volante ofensivo que pasó de promesa y pichón... a desilusionado y desertado respecto al mundo Independiente. Pedro Massacessi tenía 20 años cuando en los inicios de 1986 el propio Ricardo Enrique Bochini lo postuló como su sucesor natural. El Bocha, que comenzaba a vislumbrar en el horizonte a la figura del retiro, se deshizo en elogios para con el joven que aspiraba a ocupar su sitio cuando este dejara de lado los cortos. De yapa, una nota en un número de El Gráfico que está en venta en Mercado Libre, inmortalizó la cumbre entre el maestro y el alumno, dispuestos para la sucesión de valores acarreados en la casaca 10 roja.

Massacessi había debutado en la máxima categoría a la temprana edad de 16 años. Una serie de lesiones comprometieron su proyección y lo alejaron de las canchas hasta su re-inserción en la plantilla casi dos años después. Su punto máximo lo vivió a mediados del año 89', cuando un gol suyo decretó la victoria por 2 a 1 ante Deportivo Armenio y la obtención por parte de El Rojo del Torneo de Primera División 88/89.

Sin embargo, el mote de sucesor de Bochini comenzaba a pesarle al muchacho de ya 23 años. ¿A qué se debía principalmente esto? La propia leyenda estiraba sus últimos años dentro de las canchas, sin soltar la titularidad. El propio Massacessi daría, una década más tarde, la increíble explicación de aquella situación: "En realidad mi sueño no era reemplazarlo, sino jugar al lado suyo. Pero teníamos las mismas características de juego. Lo copié tanto que hasta asimilé sus defectos: no marcábamos. Los dos juntos en la cancha dábamos ventajas defensivas.".

Para cuando RB dejó la actividad en 1991, Massacessi ya llevaba un largo tiempo alejado de la Doble Visera: Sin el protagonismo prometido y obligado a ser un actor de reparto, empacó sus sueños y despegó hacia México, donde hizo carrera dentro y fuera de la cancha, ya que una vez colgados los botines se formó como dirigente y hombre de negocios de los emprendimientos futbolísticos que nutren a aquella nación.


En 1999, una década después a su último afán de ocupar el lugar encarnado en los botines de Bochini, Massacessi dió una nota al Diario Olé donde no se guardó comentario alguno: "Me hubiera gustado que él mismo me diera la oportunidad de consolidarme en su puesto. Me tuve que ir y la 10 del Rojo iba de un lado para el otro, cada vez más lejos del estilo que había impuesto el Bocha. Yo lo veía de afuera con mucha tristeza cuando nadie dudaba que era su reemplazante natural".

A algunos nos prometen un amor futuro que será inolvidable, a otros nos seducen con promesas de un jugoso sueldo laboral que solo requiere nuestra paciencia para hacerse inminente. A Massacessi le prometieron ser el sucesor de uno de los mejores jugadores que jamás haya pisado este continente. Sería la propia destreza e inmortalidad lírica de su ídolo lo que lo condenó a una espera que aún perdura.

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