Del otro lado del Río de la Plata, precisamente en la ex Banda Oriental, hoy Uruguay, los futbolistas tienen una característica muy peculiar que es la de no darse por vencidos, dejar todo en cada pelota como si fuese la última y sobre todo presentar un juego áspero totalmente difícil para cualquiera. La famosa garra charrúa.
Precisamente si algo que caracterizó a los uruguayos que vistieron la casaca roja a lo largo de su historia fue un poco de lo descrito arriba. Rolan, Pavoni, Alzamendi, Goyén, y que hoy en día lo vemos reflejado en Campaña, Gastón Silva, Torito Rodríguez. Pero hace no mucho, alguien que podía encajar perfectamente, tuvo un corto paso que pudo haber sido más significativo.
Mauricio Victorino es el protagonista de este nuevo post. Defensor de nacimiento, incursionó sus primeros pasos en Nacional de Montevideo, allá por el año 2003. Tuvo un posterior paso por Plaza Colonia, Veracruz, Universidad de Chile, Cruzeiro y Palmeiras. A sabiendas de ser muy temperamental, impasable en el mano a mano, pero con poca continuidad (sobre todo en los clubes de Brasil), fue Jorge Almirón quien lo llevó a Independiente en el 2015. Para sorpresa de todos, Victorino expresó un fanatismo por Independiente de él y toda su familia entera.
Sin embargo, hubo que esperar a su debut, que fue frente a Argentinos Juniors en el Torneo de 2015. Ese día, fue de lo más regular de Independiente. Para Almirón fue titular tras las bajas de Aguilera por bajo rendimiento y por la lesión de Tula. El encuentro terminó igualado 0-0.
Independiente tampoco atravesaba un buen momento en cuanto al juego ya que el conjunto comandado por Jorge Almirón no mostraba esos pasajes de buen juego que mantuvo en el Torneo de Transición de 2014, que lo llevaron al cuarto puesto en aquel certamen.
Tras haberse ganado la titularidad, hasta el último partido que Almirón dirigió a Independiente, tuvo buenas actuaciones mostrando solidez defensiva. Sin embargo, con la llegada de Mauricio Pellegrino y tras la llegada de Hernán Pellerano, perdió lugar en la consideración, siendo considerado más suplente que titular.
A fin de año, se le rescindió el contrato de común acuerdo, tras no lograr la titularidad ni la continuidad deseada.
El saldo final de Victorino fue de 12 partidos con la camiseta de Independiente y un solo gol marcado, de cabeza, frente a San Martín de San Juan. Para quien escribe esta nota, dada su jerarquía y temperamento, hubiese sido un defensor que pudo haberle dado más alegrías que desgracias a nuestro querido Rojo.
Mauricio Victorino es el protagonista de este nuevo post. Defensor de nacimiento, incursionó sus primeros pasos en Nacional de Montevideo, allá por el año 2003. Tuvo un posterior paso por Plaza Colonia, Veracruz, Universidad de Chile, Cruzeiro y Palmeiras. A sabiendas de ser muy temperamental, impasable en el mano a mano, pero con poca continuidad (sobre todo en los clubes de Brasil), fue Jorge Almirón quien lo llevó a Independiente en el 2015. Para sorpresa de todos, Victorino expresó un fanatismo por Independiente de él y toda su familia entera.
Sin embargo, hubo que esperar a su debut, que fue frente a Argentinos Juniors en el Torneo de 2015. Ese día, fue de lo más regular de Independiente. Para Almirón fue titular tras las bajas de Aguilera por bajo rendimiento y por la lesión de Tula. El encuentro terminó igualado 0-0.
Independiente tampoco atravesaba un buen momento en cuanto al juego ya que el conjunto comandado por Jorge Almirón no mostraba esos pasajes de buen juego que mantuvo en el Torneo de Transición de 2014, que lo llevaron al cuarto puesto en aquel certamen.
Tras haberse ganado la titularidad, hasta el último partido que Almirón dirigió a Independiente, tuvo buenas actuaciones mostrando solidez defensiva. Sin embargo, con la llegada de Mauricio Pellegrino y tras la llegada de Hernán Pellerano, perdió lugar en la consideración, siendo considerado más suplente que titular.
A fin de año, se le rescindió el contrato de común acuerdo, tras no lograr la titularidad ni la continuidad deseada.
El saldo final de Victorino fue de 12 partidos con la camiseta de Independiente y un solo gol marcado, de cabeza, frente a San Martín de San Juan. Para quien escribe esta nota, dada su jerarquía y temperamento, hubiese sido un defensor que pudo haberle dado más alegrías que desgracias a nuestro querido Rojo.
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