jueves, 6 de abril de 2017

Sergio Escudero



Normalmente cuando se inicia una segunda etapa en un club es por haber dejado un grato recuerdo en el anterior paso. Quizá, por otro lado, puede ser que el jugador vuelve en búsqueda de una revancha (si es que su primer ciclo no colmó expectativas), y así pueda corregir los errores del pasado. Pero no es este el caso: Nuestro homenajeado de hoy mantuvo dos etapas en Independiente. Ambas con un fracaso rotundo. El destino -o algo así- quiso que Sergio Escudero no tuviera fortuna en la institución avellanedense.

Nacido el 12 de abril de 1983 en Punta Alta, provincia de Buenos Aires, surgió de las inferiores de Sporting de aquella ciudad, aunque luego fue adquirido, aún en etapa formativa, por River Plate, donde se mantuvo hasta los 17 años. Posteriormente regresó a su primer equipo. Debutó oficialmente en Racing de Olavarría en el Torneo Argentino B, y luego fue cedido a Alvarado de Mar del Plata. El futuro llegó con el sueño de todo jugador bajo el brazo, con el bautismo en Primera División: en este caso, fue en Olimpo de Bahía Blanca, en 2005. En el Aurinegro participó en 22 encuentros marcando un solo tanto.

Luego de su corta estadía en el conjunto bahiense, una oportunidad inmejorable tocó a su puerta, con una precoz carrera y todo un porvenir por delante: Jugar en un grande. Escudero fichó por Independiente en el año 2007, bajo la conducción de Jorge Burruchaga, para el Clausura de dicho año. Su rendimiento no fue el esperado, ya que apenas disputó ocho partidos, con cinco en condición de titular. Pisaría por primera vez el verde field con la casaca roja en la fecha 4, en la derrota por 2 a 1 como visitante frente a Banfield. Un torneo bastó para que él hiciera las valijas y los hinchas olvidaran este pésimo fichaje. Tristemente, como tantos otros.

El mercado de pases le deparó al lateral por izquierda una estadía en Argentinos Juniors. Sin dudas, el club donde mostró su máximo nivel futbolístico. Destacó en aquella Copa Sudamericana del año 2008, marcándole un gol al Palmeiras como visitante en cuartos de final, que sirvió para ganar un cotejo realmente chivo. El Bicho llegó hasta las semifinales, donde cayó contra Estudiantes de La Plata, que sería subcampeón en aquella edición.

Tras descollantes actuaciones, Corinthians –entidad de renombre en Brasil- compró su ficha en el año 2009. Allí, compartió vestuario con Ronaldo y Roberto Carlos, campeones del mundo con la verdeamarelha. Pero su paso fue fugaz, ya que apenas estuvo presente en dos disputas. Regresó a La Paternal en el 2010, y luego de sendas lesiones a las que pudo sobreponerse, alternó titularidad y suplencia hasta que finalmente, con mayor regularidad, fue designado capitán en el 2012. Escaso tiempo después regresó al fútbol carioca, en Curitiba, y luego a Criciuma en 2013. Las reticentes lisiaduras, en este último tramo, le jugaron una mala pasada.

Dicen que las segundas partes nunca son buenas. Y si la primera estuvo floja, peor (?). Año 2014: Increíblemente, Escudero volvería a presenciar los entrenamientos en Villa Domínico, a pedido expreso de Jorge Almirón, para una defensa totalmente nueva que alinearía en el torneo posterior al ascenso a Primera División.

Sólo fue titular en dos partidos. Uno enfrentando a ex equipo Olimpo, y en el clásico ante Racing. En aquella edición del Clásico de Avellaneda, que culminaría ganando Independiente por 2 a 1, luego de arrancar perdiendo con gol de Diego Milito, tenemos al hombre de este post como protagonista principal en una de sus jugadas clave. Bah, o como humorista de papel preponderante quizá (?). La pelota del tanto del empate en primera instancia pareció ser empujada por longilíneo lateral izquierdo, canalizada tras un centro feroz al área rival de Federico Mancuello. Incluso el buen Sergio salió a gritarlo como propio desenfrenadamente ante la tribuna, para confusión de propios y extraños. Luego las cámaras, detallaron de forma minuciosa al artífice material del tanto, en este caso Sebastián Penco, autor (real) del gol. Pero lo jugoso en realidad vino por otro lado: En una acción, fue a buscar la bola por el lateral, ganado el córner. Pero… tras perder la posición con Iván Pillud, y con la redonda yéndose al tiro de esquina, mantuvo un último intento para entrarle a la redonda, errándole por completo y pegándole al banderín del tiro de esquina, lo que provocó su lesión en ese mismo momento. Insólito.

Apenas unos minutos en cancha, durante la última fecha con derrota categórica ante Belgrano, fueron sus últimos trotes con la divisa punzó, para marcharse y jamás volver. Por decisión del propio Almirón no fue tenido más en cuenta y el mismo carrilero pidió la recisión de contrato. El defensor disputó 11 partidos entre sus dos etapas, sin marcar goles. Bueno, capaz le contamos medio gol a Racing (?) para ser amables con él.

Además, le agradecemos que haya querido irse por decisión propia. Y le aconsejamos que si pierde la posición, que no vaya a buscar la pelota: Puede hacer gastar un cambio. Nos pasó. Lo vivimos.

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