martes, 18 de abril de 2017

Lorgio Álvarez



Con un nombre que parece haberle arrebatado unas pocas letras al adjetivo logístico y un nacimiento dado en las cercanías de la espesa y calurosa selva de Santa Cruz de las Sierras, Bolivia, lugar donde encontró su trágica muerte el mismísimo Ernesto Che Guevara, Lorgio Álvarez parecía destinado desde su génesis a ser un aguerrido defensor del fútbol de sus pagos. Si agregamos que su apellido maternal es Roca, y su biografía se vio condimentada por un rostro de mirada seria, digna de conmover al mismísimo Jefe de Atrapado Sin Salida, nuestro homenajeado tenía su destino escrito en la protección y cuidado del sector defensivo de algún equipo que quisiera hacerse con sus servicios.

Fue en 1995 cuando despegó desde las fuerzas básicas del Blooming para, a sus tempranos 17 años, tornarse de menor a mayor en un habitué del primer equipo, ocupando el puesto de lateral derecho. El fin del milenio fue testigo de su presencia en un team que fue bicampeon del campeonato boliviano, lo que le valió al buen Lorgio la adquisición de su pase por parte del Oriente Petrolero. Abandonaría la tierra Kjarka en 2005, emigrando a Paraguay para participar en la escuadra de Cerro Porteño, no sin antes afianzarse en su seleccionado, acumulando prestigio en un equipo nacional que, sin embargo, se ubicó lejos de cualquier situación de protagonismo en nuestro continente.


Pero la carrera de El Candado, apodo que se había ganado en su tierra, no hacía más que despegar hacia lo cada vez más promisorio: Sus buenas actuaciones en la liga paraguaya le valieron el interés de Julio César Falcioni para incorporarlo a las filas del Club Atlético Independiente en el invierno del 2005. Con poca prensa, perfil bajo y siendo levemente conocido para la parcialidad de El Diablo, Álvarez hilvano con paciencia el ganarse la confianza del entrenador, logrando colarse en una defensa cuyo modelo 2006 lo deslizaba como lateral por la derecha, comandando dicho sector junto con Fernando Cáceres, Martín Pautasso y David Abraham, formando parte de la competencia a por un sitio en dicho cuarteto Marcelo Méndez, Eduardo Domínguez y José Rojas.

En un Independiente que depositaba sus esperanzas en un desequilibrante y mágico Sergio Agüero, Álvarez dejó su sello en el arco rival marcando el primer tanto en una goleada 5 a 0 frente a Instituto en Córdoba.  Cumpliría, luego, aceptables actuaciones hasta el arribo de Jorge Burruchaga al banco de suplentes. Amén de que dicho DT fue el que dio el okey a la compra de su pase completo a su ex equipo, el Cerro Porteño, las chances comenzaron a ser cada vez más esquivas para el boliviano. "Siempre pensé que había hecho las cosas bien, pero me enteré en mi país que iban a hacer uso de la opción y es un orgullo" deslizaba alegre LA, apenas enterado de que Burru lo quería en el equipo. Su estadía, sin embargo, ya tenía los días contados.  


A fines del 2006, se le comunicó que no sería tenido en cuenta por el técnico, emprendiendo así una espiral en su carrera que lo depositaría, nuevamente, en su país natal. Duro, reacio y de juego correcto, son 39 partidos y un tanto lo que nos deja este grato defensa de mirada seria, a quien abrazamos a la distancia mientras nos clavamos un delicioso pastel de queso frito, monumental platillo de su tierra. 

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