Es una fecha especial para el hincha. Para todo el pueblo, pero más que nada para aquellos que nacimos cuando el anterior milenio llegaba a su ocaso, producto de la unión entre el centro que tiró Emanuel Rivas y la conexión inmediata que hubo en el punto penal con la cabeza de Lucas Pusineri, para decretar el empate en la "Doble Visera", ante Boca Juniors, y coronarnos posteriormente ante San Lorenzo, en el 2002.
Todo eso pasó en esta fecha. La "Doble Visera", el equipo del Tolo, el último campeonato a nivel local, el gol del Pusi, el relato de Marcelo Araujo que inició con el famoso, "Cuando empuja Milito, Independiente quiere...", todo eso trae a colación el escrito de hoy, porque el personaje que homenajeamos, fue partícipe de todo eso, mirando desde afuera, pero con su nombre y apellido grabado en la historia roja, por ser parte.
Las vivencias de Leonardo Pekarnik en el mundo rojo comenzaron hace ya un tiempo atrás. Fue antes de todo lo que mencionamos anteriormente, más precisamente ocho años atrás en el tiempo. Oriundo de Don Torcuato, Buenos Aires, para 1994 comenzó las inferiores en el elenco "Xeneize" y, cuando estaba a punto de firmar, un llamado desde Avellaneda hizo que cambiara de parecer. Así es, los colores tiraron más. Y sino, miren cómo él mismo lo explicaba: "Como soy hincha del Rojo desde pendejo, no lo dudé. No me importaba viajar tres horas desde Don Torcuato para llegar. Caí un jueves, me vieron Nito Veiga y el Chivo Pavoni. Y el sábado ya estaba jugando en la Octava frente a Quilmes. Fue increíble".
No le importó eso. Tampoco le importó, apenas meses antes, colarse en la tribuna del elenco de la Ribera cuando estas instituciones se batieron a duelo en la final de la Supercopa modelo '94. "Mirá si seré hincha que el día que ganamos con el gol de Rambert, como no quedaban más populares para la tribuna de Independiente tuvimos que comprar con mi viejo (Mario) las entradas en la reventa y fui a parar a la tribuna de Boca. Cuando 'Seba' la puso por arriba de Navarro Montoya, empezamos a putear fuerte para desahogar nuestra alegría. Si gritábamos el gol nos mataban..."
La cuestión con nuestro personaje del escrito, es que, un par de años después, tuvo su primera oportunidad de estar en primera. Osvaldo Piazza se pagó una vuelta para ver a la cuarta división, comandada por Néstor Claussen, y decidió subir un puñado de ese piberío que hacía diabluras en las menores: Con el Vuoso, Orellana y Eluchans también se sumaron a los entrenamientos en primera y, en breve, tendría su gran chance.
Debutó en el apertura 2000, específicamente en la cuarta jornada, en la derrota 2-1 ante Lanús, en la "Fortaleza". Apenas 10 minutos saboreando las mieles de la elite le alcanzaron para ser tenido en cuenta por el técnico y, para la novena fecha, el deté ya le daría la pechera para que sea titular.
Como volante por derecha tuvo sus oportunidades con Piazza y con Clausen, cuando este último pasó a ser el encargado de dirigir a los profesionales. Sin embargo, el arribo de Américo Gallego disipó su momento y lo sacó, alejando que, en ese puesto lo tengo a Ríos…está Pekarnik, que es un muchacho muy joven, con 19 años, que tiene que aprender y luego será importante para el club", tal como marca el blog de "En Una Baldosa".
Coronó, como mencionamos anteriormente, y figurará dentro de la lista de aquellos hombres que lograron el tan ansiado Apertura. Sin embargo, poco rodaje más tendría en Alsina y Bochini. Fue a Estudiantes a préstamo y, a los seis meses, decidió emigrar al fútbol israelí, más precisamente al Apoel Haifa, para luego continuar su travesía por Universidad César Vallejo, Defensores de Belgrano, Luis Ángel Firpo, Envigado, Sportivo Belgrano y San Telmo, en donde despunta el vicio actualmente.
En total, con la divisa punzó, estuvo presente en 31 partidos, con dos correspondientes a la Copa Mercosur, no convirtió goles, y se suma a la galería de apellidos que aparecen en la lista cuando rememoramos a los hombres del "Tolo".
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